Canfranc es conocido por su icónica Estación Internacional de Canfranc, una joya de la arquitectura industrial del siglo XX. Esta impresionante construcción no solo es un lugar de culto para los amantes de la historia ferroviaria, sino también un símbolo de la elegancia de una época pasada. Actualmente, se ofrecen visitas guiadas que permiten a los visitantes explorar su esplendor y comprender su relevancia histórica.
Situado en pleno Camino de Santiago, Canfranc ha sido un lugar de paso crucial desde la Edad Media, especialmente para peregrinos que siguen la ruta aragonesa hacia Santiago de Compostela.
Fundado en el siglo XI, el pueblo creció en un valle con limitados recursos agrícolas, lo que llevó a sus habitantes a dedicarse al comercio y a la hospitalidad de los viajeros. Entre sus tesoros arquitectónicos destacan la Iglesia de la Trinidad, de la cual quedan restos, y la actual iglesia de la Asunción, así como el Castillo y el puente de los peregrinos.
La cercanía de Canfranc a la frontera con Francia le otorgó una importancia estratégica, reflejada en la construcción de diversos fuertes y torreones, como la Torreta de Fusileros y el Fuerte de Coll de Ladrones.
Además, es un destino popular para los amantes del esquí, ya que se encuentra cerca de las estaciones de Astún y Candanchú.
Para quienes buscan una experiencia única, el Laboratorio Subterráneo de Canfranc ofrece una fascinante oportunidad de explorar la ciencia subterránea en un entorno de bajo fondo radiactivo, ideal para experimentos avanzados en física de partículas y astropartículas. Otra visita obligada es el Centro A Lurte, dedicado al estudio de la nieve y de los aludes, proporcionando un enfoque educativo sobre los riesgos en montaña.
Canfranc también ofrece diversas rutas de senderismo que permiten disfrutar del impresionante paisaje del valle del Aragón. Desde paseos sencillos hasta rutas más exigentes, hay opciones para todos los niveles de condición física, haciendo de este lugar un paraíso para los amantes de la naturaleza y el senderismo.
No te olvides de explorar las «casetas de bóveda» o de «falsa cúpula«, reconocidas como patrimonio inmaterial de la humanidad por la Unesco, y disfrutar de la gastronomía local en los bares y restaurantes del pueblo. En definitiva, Canfranc es un destino lleno de historia, cultura y naturaleza, que merece ser descubierto y disfrutado.