Ruesta ha logrado mantenerse en el imaginario colectivo a pesar de ser uno de los muchos pueblos abandonados de Aragón. Su historia, tan singular como su paisaje, se enmarca entre las comarcas de Cinco Villas y Jacetania. El pueblo quedó parcialmente sumergido tras la construcción del embalse de Yesa en 1962, que inundó gran parte de sus terrenos agrícolas y provocó su despoblación.
Sin embargo, Ruesta ha comenzado a resurgir gracias al esfuerzo de la Confederación General del Trabajo de Aragón, que asumió su conservación en 1988. La revitalización del Camino de Santiago francés en 2017 también ha contribuido a su renacimiento.
Uno de los principales atractivos del pueblo es el castillo de Ruesta, una impresionante fortaleza musulmana que aún conserva sus dos torres en pie. La ermita de Santiago, un pequeño templo del siglo XI que históricamente funcionó como albergue para peregrinos, también merece una visita. Actualmente, Ruesta sigue acogiendo a estos viajeros en el albergue local, situado en dos casonas rehabilitadas que ofrecen alojamiento tanto a peregrinos como a turistas.
Recorrer Ruesta es sumergirse en su pasado, desde la Casa Consistorial del siglo XVI hasta las casas solariegas que flanquean la calle Mayor.
La ermita de San Juan Bautista y la iglesia de Santa María también forman parte del patrimonio restaurado. Todo esto, enmarcado en un entorno natural espectacular, convierte a Ruesta en un destino fascinante para quienes buscan combinar historia, cultura y naturaleza.