En menos de un mes y medio, 60 trabajadores levantaron en 1992 el fuste de hormigón que sostiene el Pirulí de Telefónica (oficialmente Torre de comunicaciones de Movistar).
La torre cambió el horizonte de Zaragoza al convertirse en la edificación más alta de la ciudad, con 117 metros incluyendo el mástil (100 metros de edificación).
Al margen del carácter simbólico, este peculiar tronco es un referente de las telecomunicaciones que se ha ido adaptando a las innovaciones, como la fibra óptica, de la que se ha convertido en un punto neurálgico para su distribución.
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