Mientras que en la Barcelona de Gaudí el modernismo (principios del siglo XX) florecía como las flores de piedra de sus fachadas en cada esquina, la carencia de una fuerte y adinerada burguesía zaragozana limitó la exuberancia de este estilo arquitectónico propio de la Belle Epoque francesa.
El modernismo zaragozano, con algunas excepciones (el espectacular Casino Mercantil) es mucho más parco y sobrio que su homólogo barcelonés, pero eso no quita que nuestra ciudad cuente con algunos edificios muy singulares.