Zaragoza en el siglo XVI era una ciudad muy rica, tanto que llegó a recibir apelativos como “La harta” o “la Florencia española”
Esta riqueza se podía medir por los palacios que se construyeron en esa época (los estudiosos calculan que hasta 200).
La cantidad y la calidad de estas edificaciones señoriales que albergaba hizo que fuera considerada como una de las ciudades emblema del Renacimiento.