Jánovas era la localidad más grande del valle del Ara, llegó a tener incluso un batán (el único que se conserva en activo en la actualidad, reubicado en la cercana Fiscal), además de la iglesia de San Miguel (del siglo XVI), o un puente colgante del año 1.881 (es el único puente colgante del siglo XIX, que se mantiene en España).
En los años 60 se expulsó a los habitantes de Jánovas y se derribaron sus casas para crear un pantano que nunca llegó a construirse.
«Esto no es un pueblo abandonado, de aquí nos sacó la Guardia Civil. Los abuelos tuvieron que entregar las llaves por la fuerza». En Jánovas todavía recuerdan cómo en 1965 un empleado de Iberduero tiró la puerta de la escuela y con insultos, empujones y patadas sacó a los alumnos del colegio, mientras arrastró a la profesora fuera del aula agarrándola del pelo.
Sin previo aviso, la empresa dinamitaba las casas ya vacías, aterrorizando a niños y mayores y provocando importantes daños en aquellas viviendas habitadas que eran alcanzadas por las piedras.
La familia de Emilio Garcés y Francisca Castillo fue el símbolo de la resistencia al pantano de Jánovas y del deseo de vivir en la tierra que habían nacido. Pese a que quedaron solos en el pueblo, permanecieron en su casa y trabajando sus tierras hasta que el 20 de enero de 1984 se presentaron en el pueblo 14 guardias civiles, el gobernador civil de Huesca y un representante de Iberduero para desalojarlos, derribando su casa a fin de que no pudieran regresar.
A orillas del río Ara, solo quedaron ruinas.
Se inició entonces un largo proceso para que se paralizase la construcción del pantano y Jánovas se convirtió en un símbolo de la lucha contra la despoblación del Pirineo y contra la injusticia que suponía el desarrollo a toda costa despreciando la voluntad de los habitantes de las zonas afectadas.
La luz empezó a verse en el año 2000. El entonces secretario general de Medio Ambiente, Juan Luis Muriel, firmó la declaración negativa del impacto medioambiental del pantano. No gustó en el Ministerio y Muriel perdió su puesto de trabajo. Se jugó su carrera política con una decisión honesta.
El pantano no se construiría, a pesar de que la decisión tardó un año en publicarse en el BOE.
La declaración negativa del impacto medioambiental del pantano de Jánovas abrió la puerta para que los vecinos de Jánovas pudieran lograr la reversión de sus propiedades.
En 2005 la Ley modificadora del Plan Hidrológico Nacional desestimó la construcción del pantano de Jánovas.
En 2008 comenzó la reversión de las propiedades de Jánovas a los vecinos.
La historiadora Marisancho Menjón publicó en 2004 «Jánovas, víctimas de un pantano de papel«, el análisis definitivo de todo el proceso. Ahí ya se reclamaba el siguiente paso: la reversión de los terrenos municipales expropiados para la obra nonata, que comenzó en 2008 y concluyó en 2018 con el acuerdo entre Endesa, heredera de los derechos de Iberduero sobre esos bienes, y el Ayuntamiento de Fiscal; el acuerdo se materializó en forma de escritura pública. Se trata de plazas, fuentes, lavaderos, abrevaderos y pontones, así como caminos de acceso y salida.
Hoy las obras dominan el paisaje del casco urbano de Jánovas: ha llegado la electricidad, las zanjas anuncian la urbanización de varias calles y las primeras casas se levantan de las ruinas.
Entrar a Jánovas supone ahora ver varias casas alzadas, incluso terminadas en algunos casos; también detalles que en otros lugares serían nimios, como adornos callejeros y mobiliario urbano, que aquí suponen el retorno del pulso al corazón del pueblo.
Para más información puedes consultar su página web.
Cómo llegar: Jánovas pertenece administrativamente a Fiscal, en la comarca de Sobrarbe. Desde Huesca, su capital de provincia, hay 85 kilómetros por la E-7 hasta Sabiñánigo y la N.260 hasta destino. Jánovas dista 12,7 kilómetros de Fiscal.