Mausoleo de Fabara mausoleo romano
Mausoleo de Fabara

Mausoleo de Fabara

Situada en el límite con la provincia de Tarragona, a orillas del río Matarraña, Fabara puede presumir de poseer en sus cercanías uno de los mausoleos romanos más antiguos y mejor conservados de España.

Cronológicamente, los mausoleos se escalonan a lo largo del Alto Imperio entre fines del siglo I y comienzos del III, con alguna excepción de época más tardía.

El de Fabara fue construido en el siglo II para servir de lugar de enterramiento y homenaje a un personaje cuyo nombre conocemos por una inscripción, ‘A los dioses manes de Lucio Emilio Lupo‘.

Este mausoleo imita la forma de un pequeño templo, decorado con frisos con hojas de acanto, palmetas y guirnaldas.

Presenta planta cuadrada, con dos partes: la cella (parte superior), donde se realizaban los sacrificios y libaciones en honor del fallecido, y la parte inferior o conditorium (cámara subterránea bajo la cella), cuya finalidad era albergar los restos del difunto.

Su fachada principal cuenta con un pórtico tetrástilo de columnas de orden toscano. Sobre éstas apoya un entablamento jónico que recorre todo el mausoleo y los restos de un frontón del que sólo se conserva el tímpano en el que se puede leer el nombre del difunto.

Mausoleo de Fabara mausoleo romano

Las fachadas laterales están recorridas por una moldura en la que descansan dos pilastras toscanas estriadas. Se cubriría en origen por un tejado a dos aguas que en la actualidad ha desaparecido. Para su construcción se usaron grandes sillares bien escuadrados de piedra caliza unidos mediante grapas de hierro.

La decoración exterior del edificio, de gran interés, se concentra principalmente en el friso del entablamento y es diferente en cada una de sus fachadas, en la posterior encontramos roleos formados por hojas de acanto con rosetas en su interior en la sur presenta siete águilas que sostienen con sus picos guirnaldas de hojas y flores, en la fachada norte las águilas son sustituidas por columnillas de las que penden guirnaldas más estrechas.

En el friso de la fachada principal tenía una inscripción con letras de bronce que no se han conservado, aunque sí los agujeros en los que estaban ancladas y que han permitido hacer hipótesis sobre lo que decía, quizá que el difunto era hijo de Lucio y Lucrecia y habría muerto con 13 (o 23) años de edad.

Sobre Lucio Emilio Lupo hay muchas teorías; unos dicen que era un niño de alta cuna, otros hablan del más rico del pueblo, otros de un general que cayó en batalla… en la Roma clásica se solían hacer estos monumentos para personas con ‘auctoritas’, que infundían respeto.

El más rico de Roma, Creso, no tiene mausoleo, por ejemplo. Estaban en la vía pública, y la idea era que el caminante recibiese un mensaje al llegar a la ciudad: que en ella había una persona muy respetada, cuya fama trascendía lo económico.

Al interior hay una cámara cubierta con bóveda de cañón y una cámara subterránea en la que se colocaron los restos del difunto.

Lo más sorprendente de este mausoleo es su excepcional estado de conservación, que tenemos que achacar a la calidad de la obra y también al hecho de que durante siglos no se conoció su existencia más allá de Fabara.

Sin salir del núcleo urbano de Fabara podrás visitar la iglesia parroquial de San Juan Bautista, cuyos orígenes se remontan al siglo XIII, y el museo dedicado al pintor Virgilio Albiac, oriundo de esta localidad, situado en la tercera planta del ayuntamiento.

Condiciones de acceso: Hay que acudir previamente al Ayuntamiento de Fabara para acceder al Sepulcro Romano. La entrada es gratuita.

 

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