La iglesia de Santa Mónica y una parte del claustro son los últimos vestigios del Monasterio de Santa Mónica, fundado en 1647 por el maestro de obras Pablo Hernández.
Es una construcción de ladrillo exceptuando el basamento de piedra en la portada. Su estructura es barroca, de tipo jesuítico, de planta de cruz latina, una nave y crucero que no sobresale al exterior.
La fachada es sencilla con un cuerpo central de dos pisos, rematado en un frontón triangular y flanqueado por otros dos cuerpos laterales de un solo piso cubiertos por frontones curvos y terminados en aletones.
La techumbre interior está muy decorada con yeserías barrocas con motivos geométricos de influencia mudéjar. Los muros están decorados con azulejos de Muel.
También conserva restos de un claustro de dos pisos realizado en ladrillo y que resulta tremendamente austero.
Durante los Sitios de Zaragoza (1808-1809) que tuvieron lugar en la Guerra de la Independencia, el recinto fue prácticamente destruido al formar parte de la línea defensiva de la ciudad.
Al encontrarse en primera línea, se empleó de baluarte y se situaron baterías en su perímetro. A pesar de la cerril defensa, las tropas francesas consiguieron abrir una brecha por la que penetraron las tropas.
En la actualidad, el conjunto está habitado por monjas de clausura de la Orden Agustina, conocidas popularmente como ‘Las Mónicas’.
Dirección: Calle de Manuela Sancho, nº 62