El mar es el protagonista absoluto, pero quizás lo más destacado sea la formidable fusión entre el bar castizo de siempre y un contemporáneo ‘Oyster Bar’. Este lugar acoge a todos los perfiles alrededor de su imponente barra, donde se mezclan un grupo de modernos, el señor bien del barrio y una pareja de turistas. Tal heterogeneidad de clientela se sostiene en una cuidada oferta.
Las dimensiones de la taberna son pequeñas, apenas doce metros cuadrados útiles, con una decoración que deja claro el escenario marítimo en el que uno se encuentra.
Esta taberna aspira a ser la segunda casa de todo aficionado a las ostras. Ofrecen no solo un producto de primer nivel y orientación experta, sino también un entorno incomparable para quienes deseen experimentar.
La bodega se adapta perfectamente a su propuesta, dominada por los vinos del sur -manzanilla, fino, oloroso, amontillado, palo cortado y Pedro Ximénez-, bastante desconocidos en Aragón. La oferta se completa con una pequeña carta de salazones, curados y conservas.
Este bar ofrece un viaje gustativo relajado, como el de los viajeros de antaño. Un viaje de placer para el alma y el paladar.
Dirección: Calle Blasón Aragonés, 4
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