Paseando por el Casco Histórico no es difícil descubrir edificios con formas dinámicas y asimétricas, coronaciones majestuosas y decoraciones fantasiosas esculpidas en piedra, cerámica y hierro forjado.
Fachadas que esconden en su interior los sueños hechos arte de los arquitectos modernistas.
Enmarcan portales que dan paso a un universo interior a menudo todavía más fantasioso y sorprendente: vestíbulos comunitarios que se abren como la antesala de los pisos de los propietarios y que demuestran la riqueza y el gusto de las familias que los encargaron.
Son espacios no siempre fáciles de visitar, porque la mayoría son particulares, y meter la cabeza es todo un reto que, si se supera, tiene premio.
En la Calle San Jorge, 3, el arquitecto zaragozano Julio Bravo y Folch construyó en 1905 un edificio donde las formas sinuosas y onduladas toman el protagonismo.
El vestíbulo, en color crema, está completamente esculpido con formas marinas que evocan corales y cuevas con estalactitas y estalagmitas. Y bajo una arcada, dos sillas con asiento con forma de chapa de botella invitan a esperar sentado el ascensor.
Esta edificación tiene una homogeneidad notable con una obra anterior de 1902, el edificio de la calle Manifestación número 16. La fábrica de los muros es, como en el ejemplo de la calle Manifestación, en ladrillo, y sobre él se abren los vanos recercados de piedra y labores de forja en los balcones y el mirador del chaflán.
Dirección: Calle San Jorge nº 3