La geografía aragonesa, tan caprichosa y tan irregular, nos regala a veces paisajes únicos como el de Finestras y su impresionante Muralla China. A diferencia de lo que su nombre sugiere, la Muralla China de Finestras no es una construcción creada por el hombre, sino una formación rocosa natural que se levanta del suelo como si de una gran muralla se tratase. Esta formación ha jugado un papel importante en la contención del embalse de Canelles, cuya creación a mediados del siglo XX transformó profundamente esta área.
La Muralla China de Finestras se debe al movimiento de las placas tectónicas, que ha provocado que la piedra calcárea del terreno se eleve en capas verticales, formando una espectacular barrera natural. Esta impresionante formación se encuentra en el término municipal de Viacamp, en la comarca de La Ribagorza, provincia de Huesca, y muy cerca del pueblo abandonado de Finestras.
Este pueblo, en otro tiempo próspero con una economía basada en el aceite y la agricultura, quedó despoblado tras la construcción del embalse de Canelles en la década de 1960, que inundó sus campos y acabó con su principal fuente de sustento.
Hoy en día, lo que queda de Finestras es un testimonio silencioso de su historia pasada, con calles que han sido reclamadas por la naturaleza, un antiguo molino de aceite y una iglesia ruinosa del siglo XVII que se han visto olvidados con el tiempo.
Frente a este vacío y abandono, la Muralla China de Finestras se erige como una maravilla geológica que sorprende a todos los que la visitan. Contemplar esta muralla natural puede resultar casi surrealista; las capas de roca calcárea se elevan de manera tan vertical y alineada que parece desafiar la gravedad misma.
Para acceder a este impresionante lugar, la mejor opción es partir desde Estopiñán del Castillo, uno de los pueblos más cercanos a la frontera natural que Aragón comparte con Cataluña. Desde las afueras de Estopiñán del Castillo, hay una pista que lleva al Puente de Penavera. Esta ruta, que tiene aproximadamente 12 kilómetros de ida, se puede recorrer a pie, en bicicleta o en un vehículo, preferiblemente uno de tipo todoterreno debido a las condiciones del camino. La ruta es lineal y sencilla, con vistas continuas al embalse de Canelles que hacen del trayecto un paseo ameno y sin complicaciones.
Una vez en Finestras, se pueden tomar dos caminos bien señalizados que llevan a las ermitas medievales de San Marcos y San Vicente. Ambas ofrecen excelentes vistas panorámicas de las crestas calcáreas de la muralla. La ermita de San Vicente, en particular, es una construcción ruinosa que se erigió sobre los restos de un castillo de origen árabe, lo que demuestra el interés defensivo que esta muralla tuvo durante la Edad Media.
El embalse de Canelles es otro de los grandes protagonistas de este paisaje. Es la segunda presa más grande de la Cuenca del Ebro, solo por detrás de la de Mequinenza, y sirve como frontera natural entre las provincias de Huesca y Lleida.
Debido al creciente interés turístico por esta joya natural en la comarca de La Ribagorza, también es posible alquilar kayaks para navegar por el embalse y cruzar una de las aberturas o «ventanas» de la muralla, ofreciendo una perspectiva única de esta maravilla geológica.
Así, visitar la Muralla China de Finestras no solo es una oportunidad para disfrutar de un paisaje único, sino también para adentrarse en la historia olvidada de un pueblo y descubrir la belleza natural que Aragón tiene para ofrecer.
No puede existir mejor bonus track en este viaje que acercarse a las vertiginosas pasarelas de Montfalcó. Hay que aprovechar que estamos a escasos 15 kilómetros de uno de los mejores subidones de adrenalina para los amantes del senderismo poco convencional.
Consideradas como las escaleras más vertiginosas de España desde su inauguración en 2013, el sendero une Montfalcó con el puente de Congost Mont Rebei. El tramo de las escaleras comprende una subida de 83 metros de altura en tan solo 291 escalones, y poco a poco va descubriendo un paisaje desde lo alto sencillamente impagable.
Eso sí, no es apto para quienes no son capaces de controlar el miedo a las alturas.