En pleno corazón de Zaragoza, una calle nos invita a adentrarnos en la parte antigua de la ciudad y a conocer muchos de sus secretos, mientras propone un sugerente diálogo con el presente. Se trata de San Blas.
San Pablo es una de las calles mas céntricas y concurridas del Casco Histórico de Zaragoza, y se extiende a lo largo de 600 metros desde la Avenida Cesar Augusto hasta la Calle Mayoral.
Cuanto más te adentras por la estrecha calle de San Blas más diferente te parece. Testigo de infinidad de acontecimientos, rica en secretos y anécdotas, San Blas ha latido al ritmo del corazón de los zaragozanos a través de los siglos.
Casi todas las edificaciones poseen más de dos plantas y predominan las viviendas. Distinguen por sus altos puntales y los balcones que sobresalen sobre la acera. Por lo general, carecen de portales y llenan casi todo el espacio alrededor de la vía, en marcado reflejo de la arquitectura ecléctica y la gran densidad poblacional de la zona. A ratos, algún pequeño árbol acompaña nuestro trayecto.
Los balcones se asoman a la calle, como queriendo ser parte de todo cuanto ocurre y, dividiéndolos, están los guardavecinos, esas rejas con los más caprichosos diseños que tipifican los barrios y marcan los pequeños límites perimetrales entre viviendas contiguas. El ir y venir de la gente forma parte del entorno visual y acústico.
Remontar la discreta pendiente de la calle San Blas es entrar al paraíso de las sombras. Hay siempre una mirada que nos persigue, que se pregunta –indaga con sus gestos-, qué hacemos allí.
Sus otrora hermosas fachadas esperan pacientemente una necesaria y merecida restauración que les devuelva su pasado esplendor.
Eso (y muchísimo más) es la Calle San Blas: un lugar donde es fácil perderse y sentirte dentro de una aventura, una locura y un remanso de paz, todo depende de donde estés y del momento del día.
San Blas también es un buen lugar para ver la cara B de Zaragoza, aquella que necesita urgentemente reformas para que no se caiga a pedazos pero así es la capital maña, un lugar donde puedes ver monumentos y construcciones espectaculares, al lado de edificios donde uno se pregunta como es posible que puedan vivir personas allí dentro.
El Casco Histórico de Zaragoza se explora mucho mejor si va caminando, para disfrutarla a su ritmo. Lo cierto es que envuelve con sus encantos. Podrás sentir los latidos de la pasión con que se vive y ver lo genuino de sus distintos rostros. En ocasiones matizada por fachadas coloridas o pálidas y demacradas. Rostros presentes en una misma ciudad donde siempre resalta lo perdurable.