En pleno corazón de Zaragoza, una avenida nos invita a adentrarnos en el Casco Histórico y a conocer muchos de sus secretos, mientras propone un sugerente diálogo con el presente. Se trata de César Augusto, una de las vías más añejas de la ciudad.
Cronistas nacionales y extranjeros de todas las épocas han descrito a la Avenida César Augusto desde su surgimiento como «una de las calles más animadas de Zaragoza». El constante ir y venir bullicioso de la gente ha estado justificado por su cercanía al mercado y la presencia de farmacias, casas de modas, sastrerías, dulcerías, cafés, bares, bazares, billares, librerías, joyerías, centros de belleza y tiendas de toda índole.
Su posicionamiento como corredor comercial le llevó a ser pionera en el alumbrado público de la ciudad y albergó la primera central telefónica interurbana de la ciudad.
En la Avenida César Augusto aun hoy se mantiene esa tradición y funciona atestada de establecimientos minoristas que se recorren con la tranquilidad y naturalidad de un paseo, incluyendo importantes restaurantes, pues únicamente se permite el tráfico peatonal sobre sus perseverantes y resistentes adoquines.
Su nombre inmortaliza al emperador romano César Augusto, quien ordenó la construcción de la ciudad en el año 24 A. C, cuando la ciudad era llamada Caesaragusta, que derivó en Zaragoza, su actual nombre. Testigo de infinidad de acontecimientos, rica en secretos y anécdotas, César Augusto ha latido al ritmo del corazón de los zaragozanos a través de los siglos.
Surgida cuando la ciudad se encontraba rodeada de una muralla protectora, fue la principal salida de intramuros por la Puerta de Toledo y se convirtió en un importante eje comercial en las postrimerías del siglo XIX y primeras décadas del XX.
La Avenida César Augusto destaca por su antigüedad, por su contenido histórico, y por ser uno de los sitios arquitectónicamente más eclécticos de Zaragoza, donde el Barroco confluye en armonía y complementariedad con el Modernismo y el Art Déco. Es una joya histórica por el conjunto de edificaciones que la conforman.
Hasta 46 monumentos, edificios, viviendas y locales comerciales están catalogados. Desde el Torreón de la Zuda, en su entrada norte, hasta la Puerta del Carmen, junto al paseo de Pamplona.
Con mas de dos mil años, esta avenida mantiene el pulso de la ciudad y concita un buen número de edificios y otros elementos catalogados.
Esta avenida resulta ser una verdadera galería al aire libre donde se contemplan los estilos más diversos, la mayor parte de ellos concebidos en la primera mitad del siglo XX.
Casi todas las edificaciones poseen más de dos plantas y predominan las viviendas. Distinguen por sus altos puntales y los balcones que sobresalen sobre la acera. Por lo general, carecen de portales y llenan casi todo el espacio alrededor de la vía, en marcado reflejo de la arquitectura colonial, la ecléctica y la gran densidad poblacional de la zona. A ratos, algún pequeño árbol acompaña nuestro trayecto.
Los balcones se asoman a la calle, como queriendo ser parte de todo cuanto ocurre y, dividiéndolos, están los guardavecinos, esas rejas con los más caprichosos diseños que tipifican los barrios y marcan los pequeños límites perimetrales entre viviendas contiguas. El ir y venir de la gente y los autos, forma parte del entorno visual y acústico.
Antes de la construcción de la Plaza de Toros, en 1764, esta era la zona elegida para celebrar encierros y corridas de toros.
Era también el lugar donde, durante siglos, se levantaba la picota para ejecutar a los condenados a muerte con la intención de que sirviera de ejemplo para los ciudadanos, denominándose el lugar, plaza de la Justicia.
A finales del siglo XIX la ciudad demandaba un mercado en condiciones, y finalmente, en 1903 sería construido el moderno Mercado Central. El edificio venía a sustituir al mercado al aire libre que desde 1210 se celebraba en los alrededores de su actual ubicación.
Construida en el siglo I, la muralla romana de Zaragoza protegía un perímetro de 3.000 metros con unos 120 torreones defensivos custodiados por más de 2.000 hombres armados, levantados a intervalos de entre 14 y 16 metros de distancia, y recorría la Avenida César Augusto, el Coso y la Calle Echegaray y Caballero. Uno de los tramos de muralla mejor conservados, de unos 80 metros de longitud, se levanta en la Avenida César Augusto, justo al lado de la Plaza del Pilar y del Torreón de la Zuda.
El Torreón de la Zuda era la sede de los gobernadores musulmanes de Zaragoza y fue construido aprovechando uno de los torreones de la muralla romana. Hoy en día se utiliza como oficina de turismo y puede visitarse.
Junto a la Muralla Romana y el Torreón de la Zuda, se encuentra la estatua de César Augusto, el fundador de la ciudad. Es posible que hayáis visto otras esculturas de Augusto iguales en otras ciudades españolas (Tarragona, Mérida, Astorga…), ya que la de Zaragoza, al igual que la de las otras ciudades es una réplica en bronce de la original, que se encuentra en los Museos Vaticanos de Roma.
Entre los restos de muralla romana y el Mercado Central, se encontraba la Puerta de Toledo. Fue construida por los romanos en el siglo I. En época musulmana se le llamaba puerta Belkala o puerta Bad al-Yanud.
Estaba flanqueada por dos imponentes torreones almenados y su arco monumental se cerraba con puertas de hierro. En 1440 fueron trasladas a sus torres las cárceles reales, que antes estaban situadas en la Puerta Cinegia, y en 1556, los diputados del Reino instalaron allí la cárcel de Manifestados. Acogió al Justicia de Aragón, Juan de Lanuza, quien en 1591 acabó decapitado en la propia plaza.
En 1898 se decidió su derribo debido a su ruinoso estado. Una pintura mural en la calle Manifestación nos recuerda su ubicación.
La Avenida César Augusto debe su origen a una reforma municipal de mediados del siglo XX. En los años del desarrollismo, se apostaba por una ciudad cuya población aumentaba y esta, a su vez, demandaba un mayor número de coches. Eran tiempos en los que la ciudad se concebía en función del automóvil y la industrialización de la capital aragonesa demandaba nuevas soluciones para dar cabida a un número creciente de habitantes.
Para ello, se echaría abajo la manzana de casas ubicada entre las calles Cerdán y Escuelas Pías en el tramo de la actual Avenida de César Augusto. También se derribaría el Mercado Central, sustituyéndolo por un centro comercial de menor tamaño en el emplazamiento histórico junto la plaza de Lanuza.
En 1967 se llevó a cabo el derribo de numerosas pequeñas calles y plazas desde la Puerta del Carmen hasta el río Ebro. En la década de los 70, el plan seguía su curso mientras la Asociación de Detallistas pugnaba por mantener en pie el Mercado Central. Al mismo tiempo, los bajos del viejo mercado quedaron vacíos por la marcha de los mayoristas a Mercazaragoza, donde comenzaron a operar a partir de 1972.
La Asociación de Detallistas puso en marcha una campaña de firmas para pedir que el edificio del mercado fuera declarado Monumento Histórico Nacional y evitar así su destrucción. La Asociación de vecinos Lanuza Casco Viejo se sumó a la campaña de firmas, en la que decenas de miles de zaragozanos colaboraron para que este espacio no fuera derribado.
No corrió la misma suerte la manzana de casas entre las calles Escuelas Pías y Cerdán, que a finales del año 77 ya había desaparecido. La antigua calle de las Escuelas Pías discurría junto al colegio que los escolapios tienen en esta avenida, mientras que la calle Cerdán discurría desde el edificio de la audiencia provincial palacio de los Luna (Zaragoza) hasta el Mercado Central.
Cuentan las crónicas que estas calles tenían una gran actividad comercial, con zapaterías, perfumerías, sastrerías, tiendas de aparatos eléctricos, farmacias, peluquerías, pastelerías, cafeterías, un banco, ferreterías… Estas calles aportaban a Zaragoza una curiosa forma en curva, muy poco habitual en el caso histórico de la ciudad, fruto probablemente de la forma de la vieja muralla romana.
Aunque finalmente, las movilizaciones ciudadanas dieron sus frutos y, en 1978, el Mercado Central fue catalogado como monumento histórico.
En los años 80, el Rastro de la ciudad se situó en la nueva César Augusto, en el tramo entre el Coso y el Mercado, antes de ser traslado a otras ubicaciones como la Romareda, San José o La Almozara.
En febrero de 2020, tras dos años de profunda y necesaria remodelación y una inversión de casi 9 millones de euros, el Mercado Central de Zaragoza reabrió sus puertas al público transformado en espacio gastronómico, donde no solo se podía aún ir a hacer la compra sino que recuperaba su función de ágora o centro de la comunidad para pasar el rato apostados en barras, con un vermut en la mano y un pincho en la otra.
La reforma ha habilitado 78 puestos, de los que 69 ya están operativos, hay ocho vacantes, y otro lo utilizará la asociación de detallistas para las ventas online. En total hay 13 puestos de carne, 12 de pescado, otros tantos de frutas y verduras, 6 pollerías, 6 charcuterías y 15 de menuceles y alimentación variada y 1 de flores.
Además, en el Mercado Central hay cuatro puestos dedicados a tapas, cócteles, brasa y ‘healthy food’ y todos ellos tienen curiosos nombres con una misma inicial: Matiné, Mambo, Mueso y Mixtura.
El espacio gastronómico del Mercado Central tembién ofrece un velador al aire libre abierto desde las 9 de la mañana en el que disponen de una variada carta de sus espacios gastronómicos y donde la oferta estrella es, ¡la comida asiática!.
Puedes disfrutar de cerveza bien fresquita, así como probar platos japoneses como niguiris, gyozas o hosomakis; así como pokes hawaianos, ceviches de salmón y mango con leche de tigre y ají amarillo… e incluso probar opciones de otras de sus cartas. Con lo cual es posible que te vuelvas adicto y quieras hacer el vermú o la merienda-cena allí todos los días.
En el número 55 está el Hotel Avenida, un espacio relajante y de espíritu slow conformado por cuatro edificios. Un acogedor hotel boutique con un cuidado interiorismo en el que las maderas claras, el ladrillo visto, los techos alto, el verde de la vegetación y el juego de las luces y sombras de sus originales lámparas son los protagonistas.
Su interior atesora, casi a modo de ‘oasis secreto’, un par de luminosos patios, diseñados para trasladarnos mentalmente hasta las orillas del Mediterráneo desde el mismo corazón del Casco Histórico de Zaragoza. Es una maravilla recorrer sus estancias decoradas por Carmen Fernández Ariza, interiorista y directora comercial del hotel.
En el 75 se encuentra La Suprema, un establecimiento que lleva vendiendo corsés y ropa interior femenina desde 1910, siempre con mujeres de la misma familia al frente. En La Suprema venden productos que llevan más de 60 años en el mercado, apenas han cambiado y todavía tienen su público entre las señoras de Zaragoza y de muchos pueblos de Aragón.
En el 70 se sitúa Caramelos Alcaine. Fundada en 1926, lleva casi 100 años endulzando la vida de los zaragozanos a base de frutas de Aragón, guindas al marrasquino, bolsas de palotes, ‘chupa chups’, adoquines y todo tipo caramelos artesanos (incluso algunos que pensabas desaparecidos).
En 2011 tuvieron que trasladarse a otro local dos números más adelante, ya que el edificio en el se encontraban desde su apertura en los años 20 amenazaba ruina.
Pese al traslado, esta tienda conserva todo el encanto de las tiendas de ultramarinos de antes, con los muebles de madera, los pesos y balanzas, los libros de visitas a plumín, o el embaldosado del suelo.
En el 83 está Laberinto Gris, una galería y espacio de arte en el que también se encuentra el estudio de los ilustradores internacionales Luis y Rómulo Royo.
Toda la planta baja, con acceso directo desde la calle, es galería y espacio de arte; en la segunda, ambos artistas tienen su lugar de trabajo; la tercera es vivienda, y el edificio se corona con una gran terraza que en principio estaba destinada a pequeñas celebraciones y actividades culturales.
Aprendiendo el uno del otro, Luis y Rómulo se baten en guerras de formato grande o pequeño y debaten entre el preciosismo del detalle o el impacto de una idea a primera vista.
En el número 100 se ubica Casa Gavín, un comercio fundado en 1900 por Saturnino Gavín Abadías, emprendedor y comerciante nacido en Gavín (Huesca). En el propio establecimiento se seleccionaban las semillas para venderlas limpias de cuscuta y elementos extraños. La venta era a granel y la Granja Escuela de Agricultura de Zaragoza analizaba todas las semillas. La decoración del local es obra del arquitecto zaragozano Ricardo Magdalena.
El colegio Escuelas Pías mantienen un lugar de honor en la confluencia del Coso y Conde de Aranda. Lleva en esta zona desde 1732. El inmueble se hizo comprando casas poco a poco que se iban añadiendoa, pero en 1905 el alcalde Octavio Burriel quiso construir una calle principal que el edificio tapaba, y se negoció un derribo parcial para abrir la calle Conde de Aranda. En la actualidad el colegio cuenta con 1.200 alumnos.
Justo al lado se encuentra la iglesia de los Escolapios, construida a mediados del siglo XVIII.
La avenida de César Augusto avanza hacia la modernidad camino del paseo de Pamplona.
En este tramo la avenida está flanqueada por enormes bloques de modernas viviendas.
En el 29 está Pasta Fresca de Zecchi, un espacio especializado en productos italianos elaborados de forma antigua, artesanalmente, sin manipulación industrial, tanto pastas (largas y rellenas) como salsas.
La tienda la regentan Emanuele Zecchi, natural de Monza, cerca de Milán, y su pareja, la zaragozana Rebeca Ruberte. La originalidad es el leitmotiv de este establecimiento donde encontramos impecables pastas artesanas rellenas en muchos casos de producto local.
Justo enfrente, en el número 40 de la Avenida César Agusto se sitúa el Kuky’s Place, una hamburguesería con mucho encanto, ambientada como si fuera un Diner americano de los años 50, que ofrece comida original y de calidad.
En el número 26 está lo que queda del Teatro Fleta. Fue construido entre 1954 y 1955 por el arquitecto José de Yarza y García e inicialmente se llamó Teatro Iris. En 1958 cambió su nombre en homenaje al tenor aragonés Miguel Fleta, que había actuado sobre las tablas del viejo escenario del Iris Park en abril de 1935 cantando Carmen, Marina, Doña Francisquita, Luisa Fernanda y La Dolorosa.
Fue uno de los escenarios más grandes de España hasta que a finales del los años 90 con la proyección de ‘La Máscara del Zorro’, este cine cerró sus puertas.
En diciembre de 1998 el Gobierno de Aragón lo adquirió por algo más de 7 millones de euros. Por sus características arquitectónicas y el interés de las mismas fue catalogado en 1986 por el P.G.O.U. de Zaragoza e incluido en 1996 en el registro del DOCOMOMO Ibérico como una de las cinco obras más importantes del Movimiento Moderno en Aragón.
El Gobierno de Aragón impulsó un proyecto de recuperación que chocó, durante las excavaciones con problemas de construcción que frenaron su ejecución. Sus otrora hermosas estructuras esperan pacientemente una necesaria y merecida restauración que les devuelva su pasado esplendor.
La iglesia de Santiago el Mayor (César Augusto, 21) es el único vestigio que se ha conservado del Convento de San Ildefonso de la Orden de Santo Domingo. El convento fue fundado por don Alonso de Villalpando, iniciándose su construcción en 1651. Los trabajos se desarrollan a lo largo de la segunda mitad del siglo XVII.
Durante los Sitios de Zaragoza el convento fue cuartel y hospital de las tropas zaragozanas o francesas según los avatares del asedio. En él tenía pensado el general Lefèvbre establecer su Cuartel General cuando tomase Zaragoza, cosa que no pudo conseguir.
Tras la liberación de Zaragoza, desde 1816, primero en alquiler a los frailes y luego en propiedad tras la Ley de Desamortización de 1836, fue dedicado durante más de 100 años a Hospital Militar. En 1958 el Hospital Militar fue trasladado a un nuevo edificio en la Vía Ibérica y el antiguo convento de San Ildefonso fue derribado en 1963 al abrirse la Avenida de César Augusto.
A escasos metros de distancia encontramos el restaurante Lateral, en los bajos del hotel INNSIDE by Meliá Zaragoza.
Es un macroespacio que recuerda a los cosmopolitas y sofisticados bistrots parisinos, y que promete raciones, tostadas y pinchos de calidad a precios razonables. Y ¿sabéis una cosa? Dice la verdad. En el piso 11 está el Rooftop Lateral, desde donde se domina la ciudad.
En el número 8 se encuentra la comandancia de la Guardia Civil. Se construyó en el solar que ocupó desde 1853 hasta 1962 el Puesto de la Guardia Civil Casamonta.
En el extremo sur de la avenida de César Augusto se encuentra la Puerta del Carmen. Zaragoza tuvo 12 puertas (cuatro romanas y ocho medievales), aunque en la actualidad sólo se conserva en pie una, la Puerta del Carmen, salvada milagrosamente por ser icono de la Guerra de la Independencia.
Eso (y muchísimo más) es César Augusto: un lugar donde es fácil perderse y sentirte dentro de una aventura, una locura y un remanso de paz, todo depende de donde estés y del momento del día.
Siempre está llena de gente de todas las edades, por lo que es un gran lugar para experimentar la atmósfera incomparable del centro de Zaragoza.
Todo el conjunto arquitectónico y humano es impresionante, y el paseo por una de las principales arterias comerciales y turísticas de Zaragoza se hace totalmente ineludible, tanto para los viajeros que llegan por primera vez a la capital maña como para aquellos que la conocen como la palma de su mano.