Calle Unceta en Zaragoza
Calle Unceta

Calle Unceta

La concurrida Calle Unceta se extiende desde la Avenida Madrid hasta Duquesa Villahermosa, atravesando las calles Padre Manjón, Graus y Bolivia.

Su corto recorrido, de norte a sur, tiene aproximadamente 600 metros.

Casi todas las edificaciones poseen más de dos plantas y predominan las viviendas. Por lo general, carecen de portales y llenan casi todo el espacio alrededor de la vía, en marcado reflejo de la arquitectura popular aragonesa, la ecléctica y la gran densidad poblacional de la zona. A ratos, algún pequeño árbol acompaña nuestro trayecto.

El ir y venir de la gente forma parte del entorno visual y acústico.

Algunos que la recorren a diario, e incluso muchos que viven en sus densas márgenes, desconocen cuánto tiene para contarnos sobre la ciudad y sus pobladores.

La fachada de un edificio en la Calle Unceta de Zaragoza muestra elementos arquitectónicos tradicionales, como balcones de hierro forjado y una cornisa de piedra
Elementos arquitectónicos tradicionales en la fachada de un edificio en la Calle Unceta de Zaragoza

El nacimiento de esta vía está estrechamente ligado a la configuración del barrio de Las Delicias, de origen agrícola y marcado desde el siglo XIX por la instalación de las estaciones de ferrocarril de Cariñena, Campo Sepulcro y, ya en el siglo siguiente, la de Caminreal.

Desde comienzos del siglo XX, esta zona poblada de vaquerías, huertos y acequias adquirió un carácter urbano a partir del asentamiento de las primeras parcelas.

A lo largo de los años 50 y 60, con la llegada de emigrantes procedentes de otras provincias españolas, especialmente Soria, al ser designada Zaragoza polo de desarrollo, la calle Unceta fue urbanizándose de modo caótico, con calles estrechas y escasos servicios, aumentando la población de modo casi exponencial.

Una persona pasea con sus compras por la popular calle Unceta
Una persona camina con sus compras por la concurrida calle Unceta

La práctica totalidad de sus locales tienen vida tras un goteo de aperturas a lo largo de los últimos años: tiendas de telefonía y de fotografía, un local de restauración, otro de moda, una moderna barbería y un estudio de tatuajes han sido los últimos en subir la persiana.

En el número 18 se sitúa la iglesia de San Valero, proyectada en 1927 por el arquitecto Regino Borobio. Como testigo mudo, casi centenario, el templo religioso se fusiona con la arquitectura de la ciudad y el entorno en que persiste. San Valero se planteó como un pequeño templo de barrio, muy próximo a los potenciales fieles.

La calle Unceta es un punto perfecto para admirar la Iglesia de San Valero. Su imponente fachada se puede ver desde cualquier punto de la calle
La Calle Unceta ofrece una visión panorámica de la Iglesia de San Valero

En el número 39 se encuentra el supermercado chino Xinhua. En sus pasillos encontrarás todo lo que necesitas para preparar la mesa al estilo chino; desde un arroz y unos fideos, hasta el jengibre o el nabo más fresco, como en un mercado.

Hay licores especiales, como el de ciruela; también tienen instrumentos como palillos y tapetes para armar sushi, vajillas orientales y tazones; casi todo lo que te imaginas que podrías encontrar en un súper chino. Hay que aprovechar esos productos importados que solamente se pueden adquirir aquí; en su mayoría verás clientela oriental.

Xinhua es una de las tiendas de productos chinos en Zaragoza donde van a comprar ingredientes la mayoría de los restaurantes asiáticos de la ciudad
En el número 39 de la Calle Unceta se encuentra el supermercado Xinhua. Dentro tienen cualquier cosa que (o con la que) se puede cocinar

Eso (y muchísimo más) es la Unceta: un lugar donde es fácil perderse y sentirte dentro de una aventura, una locura y un remanso de paz, todo depende de donde estés y del momento del día.

Es esa otra parte de Zaragoza de la cual no hablan generalmente las guías turísticas, pero igual llena de vida y gente.

La Calle Unceta se explora mucho mejor si va caminando, para disfrutarla a su ritmo. Lo cierto es que envuelve con sus encantos. Podrás sentir los latidos de la pasión con que se vive y ver lo genuino de sus distintos rostros. En ocasiones matizada por fachadas coloridas o pálidas y demacradas. Rostros presentes en una misma ciudad donde siempre resalta lo perdurable.

 

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