El 8 de octubre de 1848, 400 personas realizaron un viaje insólito: Barcelona-Mataró en 35 minutos. El ferrocarril llegaba a España a mediados del XIX de mano de los emprendedores españoles que volvían de La Habana -donde ya habían visto funcionar la primera línea en 1837- con el objetivo de mejorar el transporte de mercancías y de viajeros.
La primera línea que llegó a nuestra ciudad fue la de Zaragoza-Barcelona. Es una pena que los hermanos Lumière, no estuvieran en Zaragoza el 16 de septiembre de 1861, a las cinco y media de la tarde, para rodar ‘La llegada del tren a la estación de Zaragoza Arrabal‘, hora en la que llegó el convoy a la estación.
Aunque no disponemos de ese testimonio del acontecimiento… una xilografía publicada en el Diario de Zaragoza, recoge la bendición de las locomotoras del ferrocarril de esta línea, que inauguró el rey consorte Francisco de Asís.
La estación quedó abierta al público poco después, el 26 de septiembre de 1861 y en su entorno se establecieron: Azucarera de Aragón, Maquinista y Fundiciones del Ebro, Alcoholera del Ebro…
La llegada del ferrocarril impulsó la instalación de nuevas industrias y contribuyó a la implantación de la red de saneamiento urbano y del alumbrado, servicios necesarios que mejoraron la calidad de vida de la ciudad.
Poner en marcha una de estas locomotoras costaba tres horas de trabajo. Es una preparación que los maquinistas comparaban con un puchero: encender el fuego, quemar la leña, echar el carbón, esperar a que se calienten los 6 m3 de agua y observar la magia de que el vapor mueva una máquina de tales características.
La plantilla inicial la componían casi 100 personas y los primeros maquinistas eran ingleses ante la falta de experiencia de los españoles.
Pero pronto fueron sustituidos por personal de la zona ante los elevados sueldos de los británicos.
Las 4 locomotoras construidas en Inglaterra y que España adquirió inicialmente para sus primeras líneas de ferrocarril fueron retiradas en 1880.
En 1961 se colocó frente a la estación del Portillo una de las primeras máquinas que rodó en suelo español para conmemorar los 100 años de la llegada del ferrocarril a Zaragoza.
Y ahí sigue, a la espera de una merecida restauración.
Dirección: Calle de José Anselmo Clavé, 4 (frente a la antigua estación del Portillo, justo al lado de la entrada del Caixaforum Zaragoza)