El Paseo Ruiseñores constituía, a comienzos del siglo XX, una prolongación natural del Paseo de Sagasta, en aquel momento la avenida favorita de las familias burguesas y aristocráticas zaragozanas. En 1903, se procedió a la parcelación del Paseo de Ruiseñores y de inmediato comenzó la construcción de una fantástica colección de villas y chalés modernistas.
A mediados del siglo XX desaparecieron la mayoría de las villas y hoteles construidos en el paseo de Ruiseñores y su entorno. Fatalmente, coincidió el desarrollismo impulsado por las autoridades, la especulación urbanística de constructores –ávidos de solares bien situados- y una burguesía en decadencia económica que, lejos del interés artístico y patrimonial de sus ascendientes, solo reparaba en el dinero fácil.
Villa Alta y Villa Rosita son prácticamente los últimos restos de este conjunto arquitectónico de gran interés que han llegado hasta nosotros. Villa Alta y Villa Rosita son dos de los seis chalés construidos en los primeros años del siglo XX en unos amplios terrenos propiedad de Magdalena Sagristán y proyectados por el ingeniero Manuel Isasi Isasmendi.
En el número 39 del Paseo Ruiseñores se encuentra Villa Rosita. Fue proyectada por Manuel Isasi Isasmendi en 1903 y posteriormente ha sufrido numerosas reformas, algunas muy sustanciales, como la de 1919 a cargo de Miguel Ángel Navarro Pérez.
El otrora Colegio de Santo Tomás de Aquino todavía conserva un espectacular torreón modernista en esquina y cupulado con trozos cerámicos al modo del trencadis de la arquitectura catalana de Gaudí y Jujol, con un mirador de hierro y cristal en el lado opuesto, mientras que su fachada principal se encuentra camuflada por una remonta y una parada de autobús.
Dirección: Paseo Ruiseñores 39