El Paseo Ruiseñores constituía, a comienzos del siglo XX, una prolongación natural del Paseo de Sagasta, en aquel momento la avenida favorita de las familias burguesas y aristocráticas zaragozanas. En 1903, se procedió a la parcelación del Paseo de Ruiseñores y de inmediato comenzó la construcción de una fantástica colección de villas y chalés modernistas.
A mediados del siglo XX desaparecieron la mayoría de las villas y hoteles construidos en el paseo de Ruiseñores y su entorno. Fatalmente, coincidió el desarrollismo impulsado por las autoridades, la especulación urbanística de constructores –ávidos de solares bien situados- y una burguesía en decadencia económica que, lejos del interés artístico y patrimonial de sus ascendientes, solo reparaba en el dinero fácil.
Villa Alta y Villa Rosita son prácticamente los últimos restos de este conjunto arquitectónico de gran interés que han llegado hasta nosotros. Villa Alta y Villa Rosita son dos de los seis chalés construidos en los primeros años del siglo XX en unos amplios terrenos propiedad de Magdalena Sagristán y proyectados por el ingeniero Manuel Isasi Isasmendi.
En el número 37 del Paseo Ruiseñores se encuentra el hotel de la familia Ostalé, conocido como Villa Alta.
Fue construido entre 1912 y 1915, la edad de oro del modernismo local. Su magnitud, su esplendorosa fachada y tesoros artísticos que escondía en su interior no fueron suficientes para salvarse de su trágico final.
Villa Alta fue el último chalé de los construidos originalmente en la parcelación del barrio de Ruiseñores en ser destruido. Durante años permaneció en el abandono, lo que justificó su derribo ilegal en 1994.
Con él se ampliaba la larga y tristenómina de desatinos urbanísticos y de derribos indiscriminados que la ciudad de Zaragoza ha tenido que soportar a lo largo de su historia más reciente y que han ocasionado la merma de su patrimonio arquitectónico y artístico.
El arquitecto responsable argumentó que el derribo «no fue deliberado», que su intención era «rehabilitar la casa», pero que su estado de «auténtico peligro» motivó el derribo «por seguridad».
Ante el revuelo levantado, Villa Alta fue reconstruida siguiendo sus líneas generales. De la obra original sólo se conservan la valla de la calle y el templete de acceso.
Dirección: Paseo Ruiseñores 37