Calle Contamina

Está en pleno centro, junto a una de las vías más emblemáticas de Zaragoza y a unos pocos metros de la Basílica del Pilar. Sin embargo, la Calle Contamina luce mucho menos lustrosa que la Calle Alfonso y que la plaza que ejerce de corazón de la ciudad.

Contamina siempre nos ha parecido una calle sin terminar. Un trabajo de construcción largamente postergado donde los habitantes, qué remedio, se han ido instalando en los sitios disponibles.

Contamina no llega a ser inhóspita, pero tampoco es amigable.

No es que a la Calle Contamina la transite mucha gente, es que la vida de antes no se le ha muerto todavía, el vaho del último aliento aún le trepa por algunas columnas, se le cuelga de carteles, de los balcones y sus tendederas, de la maraña de cables que, como salvando las lagunas de la memoria de un anciano, la sorprenden de pronto y le desbocan la sonrisa en el rostro viejo.

Cuanto más te adentras por la estrecha Calle Contamina más diferente te parece. Testigo de infinidad de acontecimientos y anécdotas, Contamina ha latido al ritmo del corazón de los zaragozanos a través de los siglos.

Las edificaciones no tienen más de tres o cuatro alturas, las suficientes para resguardar de la luz del sol a casi cualquier hora del día. Distinguen por sus altos puntales y los balcones que sobresalen sobre la acera.

Por lo general, carecen de portales y llenan casi todo el espacio alrededor de la vía, en marcado reflejo de la arquitectura ecléctica y la gran densidad poblacional de la zona.

Los balcones se asoman a la calle, como queriendo ser parte de todo cuanto ocurre y, dividiéndolos, están los guardavecinos, esas rejas con los más caprichosos diseños que tipifican los barrios y marcan los pequeños límites perimetrales entre viviendas contiguas.

En el número 15 está la Brasserie 1885. Rodeada de comida rápida de los más variados orígenes, aquí han querido hacer algo distinto. Cocinar a la brasa, al horno, muy lentamente… y que los comensales hagan lo mismo, comer despacio, con calma, gozarla, bebiendo una copa de vino, con una tranquila charla y una buena sobremesa.

Esa es la idea con la que surge la brasería, un lugar de comida popular, pero en las antípodas del ‘fast food’. Algo que no había por estas calles del centro.

La Braseria 1885 Calle Contamina
Brasserie 1885

En el 23 se encuentra Cibus en tu mesa. Esta pastelería gourmet con obrador propio apasiona sin discusión a los amantes del dulce, con el objetivo siempre de transmitir experiencias y sensaciones para el recuerdo.

Cibus en tu mesa produce excelentes milhojas, tartas de queso (cremosas a más no poder), tejas con harina de almendra y pastelillos de formas perfectas. Auténticas obras de arte efímero.

Hay una pequeña barra donde disfrutar de café arábica y de estas elaboraciones.

Cibus en tu mesa pasteleria gourmet en zaragoza
Interior de la pastelería gourmet Cibus en tu mesa

En el 25 se sitúa el Colmado 1885, un espacio moderno y funcional, no muy grande, pero con muchos rincones llenos de alimentos apetecibles.

Aragón, por supuesto, está muy bien representado con vinos especiales de todas las denominaciones de origen; también hay un rincón del azafrán, mermeladas artesanas y productos trufados de Teruel. En la zona refrigerada están los quesos de Biota, Teruel y el Pirineo, junto a un amplio surtido de embutidos y jamón turolense.

Esta tienda quiere dar a probar los mejores productos de la tierra, mostrarlos y promocionarlos in situ, pero también quiere ser un delivery de gama alta.

Colmado 1885 Zaragoza
Colmado 1885

Remontar la Calle Contamina es entrar al paraíso de las sombras. Hay siempre una mirada que nos persigue, que se pregunta -indaga con sus gestos-, qué hacemos allí.

Sus otrora hermosas fachadas esperan pacientemente una necesaria y merecida restauración que les devuelva su pasado esplendor.

Esta calle se explora mucho mejor si vas caminando, para disfrutarla a su ritmo. Lo cierto es que envuelve con sus encantos. Podrás sentir los latidos de la pasión con que se vive y ver lo genuino de sus distintos rostros. En ocasiones matizada por fachadas coloridas o pálidas y demacradas. Rostros presentes en una misma ciudad donde siempre resalta lo perdurable.

Eso (y muchísimo más) es la Calle Contamina: un lugar donde es fácil perderse y sentirte dentro de una aventura, una locura y un remanso de paz, todo depende de donde estés y del momento del día.

La Calle Contamina también es un buen lugar para ver la cara B de Zaragoza, aquella que necesita urgentemente reformas para que no se caiga a pedazos pero así es la capital maña, un lugar donde puedes ver monumentos y construcciones espectaculares, al lado de edificios donde uno se pregunta como es posible que puedan vivir personas allí dentro.

 

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