Este templo, restaurado en varias ocasiones, se considera una de las joyas del neoclasicismo religioso, no solo de Zaragoza, sino de todo Aragón. A lo largo de sus más de dos siglos de historia ha sufrido la devastación de las guerras, el expolio y el paso del tiempo.
Ramón Pignatelli promovió la construcción de esta iglesia como parroquia para asistencia espiritual de aquellas familias que trabajaron en el desarrollo del Canal Imperial de Aragón y fincas agrarias de las cercanías.
El conde de Sástago, director del Canal, la mandó levantar y Tiburcio del Caso, arquitecto discípulo de Agustín Sanz, la ejecutó.
Las obras comenzaron en 1796 y culminaron en 1799. El resultado fue una iglesia claramente clasicista, recordando alguno de sus elementos, especialmente la cúpula, a la Basílica de San Pedro del Vaticano.
La fábrica es de ladrillo, tiene planta de cruz griega con los cuatro brazos aproximadamente iguales. Al exterior, dos torres flanquean el pórtico tetrástilo, de cuatro columnas de fuste liso sobre las que descansa un entablamento y un frontón triangular que termina en una cruz de Santiago.
En el interior se mezclan elementos decorativos de estilo neoclásico como capiteles, rosetones y medallones, con otros de raíz clásica como son las volutas o guirnaldas.
Francisco de Goya fue el encargado de decorar los altares con tres cuadros: la ‘Aparición de San Isidoro a San Fernando’, ‘San Hermenegildo en prisión’ y ‘Santa Isabel curando a una enferma’ que fueron sustraídas por las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia y no han vuelto a ser localizadas.
Se puede tener una pista de lo que fueron gracias a los bocetos que se guardan en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires y en el Lázaro Galdiano de Madrid.
En su lugar Manuel de Aguirre y Monsalve pintó un lienzo alusivo a San Fernando.
Durante los Sitios de Zaragoza el edificio resultó muy dañado. Los franceses utilizaron la iglesia como cocina de una de sus unidades y aprovecharon la madera de sus elementos arquitectónicos como combustible.
Casi en ruinas, fue convertida en cuadra para el ganado.
La reconstrucción de la iglesia tras la Guerra de la Independencia fue realizada por su arquitecto Tiburcio del Caso.
En 1866 la iglesia y sus aledaños pasaron al Ministerio de la Guerra hasta 1933, cuando la Capitanía General de Zaragoza la entregó con todas sus pertenencias al Patrimonio del Estado.
En 1978 es declarada Monumento Nacional y en la actualidad funciona como parroquia castrense situada en el interior del Acuartelamiento San Fernando del Ejército de Tierra.
La fachada ha sido el escenario armonioso de tantas salidas de novios. Cuatro columnas de pétreas de orden jónico con guirnaldas sostienen un pórtico con un frontón triangular rematado. Balaustradas y volutas de diferentes tamaños forman parte de la ornamentación del edificio.
Unas escaleras de caracol son la médula de una de las dos torres que flanquea la entrada. Conducen hasta el campanario y también al hueco entre el techo del templo y el tejado, donde se puede observar con total claridad las formas que se ven desde el exterior.
La cúpula, muy bella desde fuera, presenta unas dimensiones imponentes si la admiramos desde el interior. Las paredes lisas y la simplicidad de las columnas octogonales contribuyen a dar un toque místico a la iglesia.
A primera primera hora de la mañana (cuando la iglesia está desierta), la luz entra a través de los coloridos vitrales y de las angostas ventanas, iluminando las gigantescas naves en penumbra y creando impresionantes juegos de luces y sombras, un efecto que le da al lugar una cualidad etérea y sobrenatural.
Dirección: Vía de San Fernando, 2, Zaragoza (la iglesia está situada en el interior del Acuartelamiento San Fernando del Ejército de Tierra)