El Canal Imperial de Aragón es un canal de riego y de navegación que se extiende entre Fontellas (Navarra) y Fuentes de Ebro (Zaragoza).
Fue una de las obras de ingeniería más importantes realizadas en Europa en el siglo XVIII. El plan fue diseñado durante la Ilustración para construir canales en España a semejanza de Inglaterra y Francia.
La idea era construir un Canal que comunicara el Cantábrico con el Mediterráneo, aunando la necesidad de saciar los regadíos de la ribera alta del Ebro y de cubrir los deseos de navegación que permitiera transportar directamente sus productos agrícolas hasta el mar.
En 1771 el Consejo del Reino, presidido por el Conde de Aranda, creaba el cargo de protector con poderes para hacer toda clase de reformas necesarias para la consecución de la empresa, designando para ocuparlo a su cuñado Ramón Pignatelli.
Al igual que ocurre ahora con los grandes proyectos, se rodeó de críticas y escepticismo. ¡Sin embargo, se culminó!. El 4 de octubre de 1784 las obras del Canal Imperial de Aragón llegaban a Zaragoza y el artífice de la obra llegaba a Zaragoza a bordo de una barcaza, recibido por el pueblo y autoridades con alborozo.
Las obras principales duraron dos años más, de modo que el 30 de noviembre de 1786 fueron inaugurados el Puerto de Casablanca, que incluía dos esclusas para el paso de barcos y un molino de harina. Al día siguiente se inauguraba el Puerto de Torrero.
Pignatelli estaba tan orgulloso de la obra, que a modo de revancha y de aprendizaje hizo construir la Fuente de los Incrédulos donde todavía se puede leer: ‘Para convencimiento de los incrédulos y descanso de viajeros. Año 1786‘ (eso sí, en el latín tan querido en los tiempos de la Ilustración). Actualmente en la fuente suelen descansar muchos abuelos del barrio, los cuales se pueden pasar horas viendo el canal y las vecinas esclusas.
La traída del agua a Zaragoza por el Canal Imperial tuvo como consecuencia principal una reforma agraria llevada a cabo también por Pignatelli. Su incidencia social se produjo gracias a la ampliación de la extensión del riego que permitió a todos asegurar y regularizar las cosechas evitando las crisis de subsistencia o de alimentos, muy corrientes en la época. También permitió poner en cultivo y repartir tierras incultas.
En el siglo XIX se intentó prolongar el cauce hasta Tudela y construir esclusas en Zaragoza para comunicarlo con el Ebro, pero esta idea por los altos costes, no llegó a realizarse.
El tráfico del Canal Imperial de Aragón alcanzó cierto volumen desde el siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX, cuando el establecimiento en 1861 del ferrocarril Zaragoza-Alsasua, con un trazado que iba en paralelo al Canal, hundió el tráfico. La construcción de otras líneas de ferrocarril hicieron perder fuerza a la ideas de prolongar el canal y hacer navegable el Ebro.
Los Ilustrados quisieron recrear los espacios próximos del Canal con orlas lineales de vegetación, aspecto que fue facilitado por estar revestido el cajero con limos y arcillas que permiten la permeabilidad del agua a los árboles de la orilla. En los 41 km del Canal, en el término municipal de Zaragoza, podemos apreciar la abundancia de arbolado e incluso la formación de algún soto bien conservado.
El plátano de sombra es el árbol más abundante a lo largo del recorrido del Canal. Sus ramas se arquean buscando el contacto con el agua y en el otoño ofrecen una cromaticidad especial reflejándose en la lámina de agua. En las expansiones urbanas, en carreteras y caminos agrícolas, fue uno de los árboles más plantados en el siglo XIX y primera mitad del siglo XX en Europa.
Dentro de Zaragoza, el trazado del Canal Imperial forma parte del Anillo Verde, un corredor verde que rodea la ciudad y que es ideal para practicar deportes o simplemente pasear.
Es un recorrido que nos permite conectar con el Ebro y con las estepas zaragozanas. Con el Ebro, en el extremo oeste de la ciudad, a través del corredor Oliver- Valdefierro que sigue la antigua vía de Ferrocarril a Teruel y en su parte este con el Camino Natural de la Alfranca tras pasar las esclusas de Valdegurriana y el barrio de La Cartuja. Con las estepas, desde los llanos de la Muela, Valdespartera, Camino de La Junquera, Pinares de Venecia, Valdegurriana o Torrecilla de Vamadrid.
Un espacio de disfrute ideal para la andada y los recorridos en bicicleta. Un Canal que se nos muestra diferente según las estaciones del año, que sea de día o de noche, según nieve, esté con bruma o con un sol radiante. En el espejo del agua vemos reflejada la naturaleza o el medio urbano de la ciudad.
Un valioso ecosistema natural en donde los usos urbanos y agrícolas deberían ser compatibles con su protección y conservación.
El Canal entra en el término municipal de Zaragoza en el km 61,7 de su recorrido, en el llamado Puente de Clavería, puente de sillería muy representativo de los construidos en el Canal. A menos de 1 km, siguiendo el camino que sale del puente, en la margen izda, se encuentra la Balsa de Larralde contigua a un conjunto de torres de campo denominadas Torre Medina. Esta laguna se formó como resultado de la extracción de la arcilla que se utilizó para revestir el Canal en esa zona.
En el km 66, junto al aeropuerto, tomamos la orilla izquierda desde donde contemplamos en la margen opuesta, una hilera de plátanos de sombra que no tiene acceso público, al ser zona de protección de las instalaciones militares. Aguas abajo, siguiendo la margen derecha y pasando el puente que conduce al aeropuerto llegamos al parque de Plaza, y entre este y el Canal, un bosque de ribera recuperado para el paseo ciudadano por un grupo de personas del Proyecto VoluntaRíos. Constituye un refugio de vida silvestre en el que además de álamos, plátanos de sombra, chopos, fresnos y olmos, habitan aves como el pájaro moscón y el pito real y mamíferos como la gineta, cuyas típicas letrinas en huecos y ramas grandes de árboles nos muestran su presencia.
La orilla izquierda está libre de vegetación y en otro tiempo sirvió de camino de sirga para arrastrar las embarcaciones por medio de caballerías. Avanzando aguas abajo por la orilla derecha, pasado el puente de la autopista, nos encontramos con la urbanización de ArcoSur, el camping de la ciudad y más adelante, rodales de pino carrasco y un embarcadero de los construidos en las obras de acompañamiento de la Exposición Internacional de 2008.
En esta misma orilla, a la altura del barrio de Valdefierro, existe la propuesta municipal de hacer huertos urbanos, una actividad muy demandada por un sector creciente de la población.
En el km 79,5 se halla el puente de Enmedio, puente acueducto utilizado para pasar el agua del Huerva que regaba la zona conocida como Brazal de Fierro (de aquí ha derivado la palabra Valdefierro).
En el km 80, a derecha e izquierda del cauce del Canal, se sitúan los depósitos para potabilizar el agua que se bebe en Zaragoza.
La excesiva salinidad y el hecho de que en la toma de El Bocal se recojan aguas que han pasado por núcleos poblacionales como Pamplona, Vitoria y Logroño, hacía aconsejable el disponer de una fuente de mejor calidad de agua. Con este motivo se construyó el embalse de La Loteta que se llena con aguas del río Aragón a partir del Pantano de Yesa. De esta agua almacenada tienen prioridad para su uso los regantes de Bardenas, por lo que, dependiendo del agua disponible, Zaragoza se abastece del agua de Yesa un mayor o menor número de meses al año.
Tanto las aguas del Ebro como las procedentes de Yesa acaban en los depósitos de Casablanca. Si bien esta potalibilizadora sólo se puede visitar previa solicitud, los depósitos de la margen derecha, son de acceso libre y ofrecen diferentes actividades de recreo. En los meses de invierno, al atardecer, podréis observar gaviotas patiamarillas y reidoras que utilizan este espacio como dormidero tras su actividad diaria de coger comida en vertederos y en el propio río Ebro.
Para hacer posible la navegación y salvar los desniveles se construyeron esclusas como las de Casablanca que tienen una altura de 6,5 m y que constituyen uno de los puntos neurálgicos del Canal. Fue almenara, molino, posada (etapa del transporte fluvial…) y el primer lugar de Aragón donde se produjo energía eléctrica, aprovechando el salto de agua que anteriormente se había utilizado para el funcionamiento del molino.
El abandono de la navegación en el Canal hizo que desde los años 60 ya no estén en funcionamiento, mientras que en otros canales próximos como el de Castilla en España o el de Midi en Francia constituyen un reclamo turístico importante.
Junto a ellas se encuentra la anteriormente mencionada Fuente de los Incrédulos.
En este paseo de Reyes de Aragón, se asienta el embarcadero antiguo del Club Stadium Casablanca, desde hace muchos años sin operatividad.
A cien metros, se encuentra el paso del Canal sobre el Río Huerva, con una obra de sillería realmente hermosa y el desagüe de la Almenara del Pilar que refuerza los riegos del Huerva en la Abdulas y la Romareda. En este punto, alimenta al río Huerva que sin esta ayuda fluiría con muy poco caudal.
Fresnos y álamos monumentales festonean las orillas del Canal a su paso por el Instituto Virgen del Pilar.
En esta zona, los edificios particulares están muy próximos al cauce, ocupando el patrimonio del Canal que se extiende 19,5 m en cada orilla. A cambio pagan un canon o tienen cesión gratuita que les permite el disfrute privado de estos terrenos públicos.
Paisajísticamente estamos en uno de los tramos más bonitos de todo el recorrido del Canal. Una buena visión se puede obtener desde el puente Arnal Cavero, maestro zaragozano que tanto impulsó las plantaciones de pino carrasco del barrio de Venecia.
Desde aquí, contemplamos la gran masa de pinares, los accesos al Cabezo Buena Vista y la línea de plátanos de sombra que se extienden hasta el Puente de América y que en función de la luz del día y las estaciones conforman imágenes de gran belleza.
En este tramo se derivan varias acequias, muchas de ellas hoy cubiertas. Una, atraviesa el Parque José Antonio Labordeta y a la altura del Paseo Ruiseñores, gira al Camino de las Torres hasta llegar al barrio de Las Fuentes donde riega su espléndida huerta.
Otra, parte de la Almenara de Santa Engracia, en las proximidades del Puente de América, baja por Vía San Fernando, cruza la avenida San José y, tras pasar el Parque de la Memoria, riega la Huerta de Miraflores uniéndose con las acequias que se derivan de la Almenara de San Antonio.
En la orilla derecha del Canal, a la misma altura de la Almenara de Santa Engracia, estaba el embarcadero de Torrero donde una placa lo recuerda. Hasta finales de los años 70 se podían alquilar barcas de paseo.
En la Iglesia de San Antonio se puede subir a la atalaya de la torre de la Iglesia y contemplar un largo trecho del Canal y una vista panorámica de la ciudad en un arco de 360 º.
El Puente de América permitía pasar a la antigua dársena, hoy oficinas del Canal Imperial, y al barrio de Torrero apenas desarrollado en el siglo XIX. El primero fue construido en 1790 por el Regimiento de Infantería América pero el actual, es una obra modernista de 1904 realizada por el ingeniero del Canal Royo Villanova y con decoraciones de Ricardo Magdalena.
La estatua de Ramón Pignatelli está erigida en el parque del mismo nombre en lo que fueron viveros del Canal que se unían, con un paseo, al puerto de Miraflores y a las llamadas Playas de Torrero.
Aquí llegaban las embarcaciones con pasajeros hasta la mitad del siglo XIX y las hortalizas y materias primas hasta la mitad del siglo XX. Desde este punto, los tranvías, de mulas primero y electrificados más tarde, las bajaban al centro de la ciudad.
En la Playa de Torrero, situada en el espacio comprendido entre el Puente de América y la llamada Terraza de Pina, fueron famosas las verbenas de la noche de San Juan. La ribera de esta zona del Canal se iluminaba con farolillos de papeles de colores y se instalaban un conjunto de tenderetes en los que se vendían limonadas, barquillos y albahaca. Las charangas, amenizaban el ambiente desde las barcas o pontones del Canal.
En el km 85 se encuentra la Iglesia de San Fernando de Torrero, de estilo neoclásico. Situada dentro de las instalaciones de mantenimiento y servicios del Canal, fue construida en 1789 para las personas que allí trabajaban. Estaba decorada con óleos de Francisco de Goya y Francisco Bayeu que desaparecieron bajo la ocupación francesa durante los Sitios de Zaragoza.
En la curva de las Terrazas de Pina se deriva otra acequia que, después de pasar por el Parque de la
Memoria, cruza la avenida San José para dar agua a la fabrica de cervezas La Zaragozana. Continúa por José Pellicer y se une a la acequia que pasa por el Camino Las Torres que se dirige a la huerta de Las Fuentes.
El subsuelo del Parque de La Paz son antiguas graveras del río Ebro que estuvieron ocupadas anteriormente
por chabolas de población gitana. Frente a este parque, en la margen izquierda del Canal, se encuentra el Cabezo Cortado, desde donde se divisa el sureste de la ciudad con una buena perspectiva de la depresión del Ebro a la salida de Zaragoza.
En el Km 87, en la orilla izquierda, se localiza Quinta Julieta, lugar emblemático citado por Ramón J. Sender en “Crónicas del Alba” y donde en otro tiempo se dirigían las góndolas con forma de cisne hasta la quinta de recreo que allí se encontraba.
A esta misma altura, junto a la tapias del campo de fútbol de Montecarlo, en la orilla derecha, hay dos buenos ejemplares de chopo, uno de ellos catalogado como árbol singular por el Ayuntamiento de Zaragoza.
Desde el mirador que hay encima de este campo, hay otra buena vista de la ciudad y del paso que hace el Canal sobre el antiguo Barranco de la Muerte (hoy Tercer Cinturón).
Es un antiguo acueducto fabricado de mampostería con una longitud de 139 m y 12 m de altura. Su nombre alude a una cruenta batalla -5000 muertos- que tuvo lugar en 1710 entre las tropas de Felipe V y del Archiduque Carlos en la guerra de sucesión al trono de la Corona española.
El acueducto construido por Pignatelli tuvo que ser remodelado en 2003 debido al trayecto finalmente escogido para el cinturón de circunvalación Z-30.
La nueva vía se proyectó a través de la vaguada, siendo necesario reabrir la vaguada. Existió una presión vecinal para mantener la estructura histórica, apoyada por un Plan General de Ordenación Urbana de Zaragoza que requería: «proyecto específico de parques y tratamiento de márgenes en el entorno del acueducto sobre el Barranco de la Muerte, respetando y valorando la obra histórica realizada por Pignatelli».
En el diseño final de esta solución intervino el conocido ingeniero Javier Manterola y la construcción corrió a cargo de FCC.
Para lograr compaginar la preservación de la estructura original y la construcción de la nueva vía se construyó una segunda estructura, por donde se desvió el canal.
Así, se pudo vaciar la estructura original preservando los muros y se abrieron 4 pasos (dos calzadas y dos vía de servicio) a través de la vieja estructura, ahora liberada de carga.
El viejo cauce del Canal sobre la obra de ingeniería de Ramón Pignatelli se rellenó con tierra y se ajardinó.
Los senderos que antaño servían para que los caballos tirasen de los barcas son los que hoy resultan perfectos para ir andando o en bicicleta. Por ello, son llanos y asequibles para toda la familia, aunque a veces nos toparemos con raíces sobresalientes que supondrán pequeños baches.
Nuestra próxima parada son los pinares de repoblación de Valdegurriana, lugar de encuentro y paseo de los Scouts de Aragón desde mitad del siglo pasado.
Pasada la Almenara de San Antonio llegamos a las Esclusas de Valdegurriana en el km 89. Es una de las obras más espectaculares que se pueden contemplar en Zaragoza.
Tiene una caída de 13 m con 3 esclusas que nunca se pusieron en funcionamiento dado que, a partir de este punto, el cauce del canal construido se hundía continuamente en los inestables suelos de yeso de la zona.
En uno de los antiguos cauces se construyeron unas terceras esclusas: las de Torrecilla de Valmadrid. Hoy solo
quedan restos porque, hace unos 15 años, parte de los sillares de piedra caliza se utilizaron para la
renovación de la carretera a Valmadrid.
Siguiendo el Canal, con el cauce ya totalmente cementado y más pequeño, se encuentra la Almenara de Los Almacenes y el paso sobre el barranco de La Concepción.