En los alrededores de Puerto Venecia se libró el 20 de agosto de 1710 la Batalla de Zaragoza, también conocida como la Batalla del Monte Torrero.
Fue uno de los mayores enfrentamientos que se dieron en territorio peninsular durante la Guerra de Sucesión Española, y en él estuvieron presentes los dos candidatos al trono, por la dinastía de los borbones, Felipe de Anjou, que había sido coronado como Felipe IV de Aragón y V de España; y por la dinastía de los Austrias, el Archiduque Carlos de Habsburgo, que había sido coronado como Carlos III de Aragón y de España.
Ambos pretendientes al trono español, tanto el Archiduque Carlos de Austria como Felipe V, estuvieron en la batalla -en la retaguardia por supuesto-, siendo quizás el último o uno de los últimos enfrentamientos bélicos de la historia con los líderes supremos de dos bandos presentes en el campo de batalla.
Las tropas leales al rey Felipe V que habían sido derrotadas en la batalla de Almenar el 27 de julio de 1710 abandonaron apresuradamente Cataluña y la capital de Aragón. Su comandante, el Marqués de Bay, hizo acampar a sus 20.000 hombres entre el río Ebro y el Monte Torrero.
Su contrincante, el ejército aliado, contaba con unos 25.000 hombres, al mando del conde austríaco Guido von Starhemberg y del teniente general británico James Stanhope.
En total fueron 45.000 soldados españoles, franceses, ingleses, irlandeses, austriacos, alemanes, belgas, holandeses, portugueses e italianos los que aquí lucharon.
Las tropas, distribuidas en formación de batalla, ocupaban una línea de seis kilómetros que se extendía desde el actual Parque de Atracciones hasta la ribera del Ebro, sobre los Montes de Torrero y siguiendo el perfil del barranco de la Muerte, por donde hoy pasa la Z-30.
Todos los zaragozanos que quisieron y que estaban libres de acudir a librar la batalla, se subieron a los cabezos de los Montes de Torrero para ser espectadores de la feroz contienda que se iba a desencadenar.
El ala izquierda de los aliados estaba formada por regimientos aragoneses, valencianos, catalanes y holandeses al mando del Conde de Atalaya, en tanto que el ala derecha estaba constituida por un cuerpo expedicionario anglo-austriaco a las órdenes de James Stanhope.
El centro del ejército lo componían tropas alemanas mandadas por el propio Starhemberg.
El 20 de agosto de 1710 a las 8 de la mañana comenzó un duelo de artillería que duró hasta el mediodía.
Los combates de la tarde fueron una réplica de los de la batalla de Almenar: la caballería castellana atacó con bravura y estaba a punto de abrir una brecha cuando las tropas anglo-austriacas contraatacaron y pusieron en desbandada al enemigo.
Al ejército borbónico le fue imposible retirarse ordenadamente y se produjo una desbandada en la que los pobres soldados fueron cazados como conejos.
Las cotas y barrancos del actual Barrio de la Paz se llenaron de muertos y heridos. Más de 10.000 soldados de ambos bandos perdieron la vida.
Los austracistas tomaron al enemigo 22 cañones y más de 70 banderas y estandartes. Con la ayuda de un molinero del lugar, Felipe V logró escapar de la captura disfrazado de soldado raso.
El archiduque Carlos, vencedor de la batalla, restauró los fueros y privilegios del Reino de Aragón, que Felipe V había abolido en 1707. Pero esta medida solo duraría hasta diciembre de 1710, momento en que cambió la suerte de sus armas.
Un nuevo ejército borbónico enviado por Luis XIV de Francia desbarató a los archiducales en las batallas de Brihuega y Villaviciosa.
Cuando Felipe V recuperó el poder en 1711 sancionó al Reino de Aragón por su apoyo a Carlos de Austria, imponiendo los Decretos de Nueva Planta. Quedaban eliminados los fueros de Aragón y su derecho civil, y se instauraba un sistema político absolutista del poder, centralizando y unificando las estructuras de gobierno.
En el preámbulo de aquellos decretos proclamaba que “quedan abolidos y derogados todos los referidos fueros, privilegios, práctica y costumbre hasta aquí observados en el Reino de Aragón, siendo mi voluntad que estos se reduzcan a las leyes de Castilla, y al uso, práctica que se tiene y se ha tenido en ella”.
Felipe V lo justificaba “por la rebelión que cometieron”, “el principal atributo de la soberanía real es la imposición” y “por justo derecho de conquista”.
La instauración de la Nueva Planta se tradujo en el desguace del entramado institucional aragonés, que fechaba de la centuria de 1100. El Reino de Aragón (al igual que el resto de territorios de la Corona de Aragón), dejó de existir, convertido en una «provincia» del Reino de España.
Mientras, y ante la muerte sin descendencia del emperador de Austria, su hermano Carlos III de Aragón y de España se convirtió en Carlos VI del Sacro Imperio Romano Germánico. Sus aliados ingleses y holandeses que luchaban contra la hegemonía franco-española, no vieron con buenos ojos una nueva hegemonía austro-española, ya que Carlos se negó a renunciar al trono de España.
Por ello, abandonaron su causa y comenzaron a pactar una paz por separado. La guerra estaba terminada, aunque hasta 1725 no se firmó la Paz de Viena entre España y Austria.
Desde 2010, una placa en el centro comercial Puerto Venecia (situada justo al lado de la parada de autobús que está enfrente del Ikea) recuerda a los miles de soldados caídos en esa jornada.
El pequeño monumento marca el punto exacto donde se encontraba el flanco izquierdo del ejército austracista durante la Batalla de Zaragoza de 1710.
Una prospección arqueológica llevada a cabo en 2012 en unas 60 hectáreas de superficie en los Pinares de Venecia reveló un total de seis estructuras, que podrían corresponder a polvorines o baterías de artillería de la Batalla.
El proyecto intentó impulsar, sin mucho éxito, la creación de un centro de interpretación histórica sobre la Batalla en el entorno de su ubicación original.
La idea era trazar los puntos exactos dónde se situaron los dos bandos antes de enfrentarse. Una gran bandera azul y otra roja marcaría las líneas en las que unos y otros se apostaron y donde empezó la masacre. Lejos de ser algo creepy, al igual que pasa en otros campos de batalla europeos como Verdún (Francia) o Culloden (Escocia), el lugar invitaría a la reflexión y al recuerdo.
Aunque a simple vista pueda parecerte sólo un páramo, hay mucho que ver en este campo de batalla. Sigue los senderos e intenta sentirte como un soldado borbónico en el fragor de la batalla… o quizás no, si tenemos en cuenta que fueron derrotados en unas pocas horas. Pero date una vuelta, pasea y admira el dramatismo del entorno.
El 16 de mayo de 2010 alrededor de 300 recreacionistas procedentes de siete países europeos reconstruyeron la Batalla. Así lo contaba el telediario de Aragón Televisión: