Zaragoza, durante muchos años, casi por espacio de un siglo entero, volvió la espalda al Ebro, lo despreció, consintió que fuera convirtiéndose en cloaca, en inmundo vertedero de la población.
Sin embargo, algo cambió hace unos años. ¡Un cambio radical!. La celebración de la Exposición Internacional de 2008 hizo posible la recuperación de las riberas del Ebro, así como sus aceras, avenidas y puentes.
El proyecto partió de una concepción unitaria del río y su entorno para convertirlo en un auténtico eje vertebrador de la capital aragonesa. Las actuaciones se desarrollaron sobre 18 kilómetros entre ambas riberas, desde el puente de la Autopista del Mediterráneo (AP2) hasta el del Tercer Cinturón, e incluyeron los meandros de Ranillas y Cantalobos.
Se transformaron las riberas en un atractivo paseo junto a las aguas para pasar bajo puentes tan antiguos como el de Piedra u otros recientes como el Pabellón Puente, que proyectó la iraquí Zaha Hadid como legado de aquella exposición internacional.
Un lifting que situó a Zaragoza a la vanguardia de las capitales españolas.
En la actualidad, la ribera del Ebro es una moderna y limpia avenida con sus bellos jardines y con su iluminación espléndida. El viejo pretil tosco y polvoriento ha sido sustituido por elegante barandilla de hierro, que no oculta la hermosa perspectiva.
El ambiente ha cambiado por completo. Aquellos lugares, antes tristes y solitarios, se ven a todas horas concurridos y llenos de alegre animación.
El Ebro, en Zaragoza, es hoy un lugar de recreo donde pasear, ponerse al sol, hacer deporte, tomar algo en una terraza, celebrar, leer, estar…, cambiante según venga de crecido el río. Cuando menguan las riberas, se compensa con un espectáculo de bravura al que asomarse desde los puentes y otros muchos miradores que se han construido.
Comenzamos nuestro paseo por la ribera del río Ebro
Atravesando el puente de Santiago, nos adentramos en la arboleda de Macanaz, una de las zonas verdes de la ciudad donde la naturaleza es la gran protagonista y uno de los mejores lugares en Zaragoza donde ver el atardecer.
La arboleda conforma una zona ajardinada que fue un importante soto ribereño al que se accedía por la antigua pasarela que estuvo en funcionamiento hasta 1965.
Es una zona en la que podemos disfrutar de unas maravillosas vistas de la Basílica del Pilar y de la Catedral de La Seo.
A escasos metros de distancia están el molino de San Lázaro y el mirador del puente de Tablas, construido en el lugar donde estuvo ubicado dicho puente.
Tras atravesar la arboleda, llegamos al puente de Piedra, el más antiguo que se conserva sobre el río Ebro.
Unos cuantos pasos más adelante, encontramos al balcón de San Lázaro, un centro de interpretación en el que se conservan los restos del antiguo convento de San Lázaro (destruido durante los Sitios de Zaragoza).
Descendiendo por unas escaleras, nos encontramos el mirador más fotogénico de Zaragoza. Desde aquí, se abarca de un solo vistazo el río Ebro, el Puente de Piedra, la Catedral del Salvador (La Seo) y la Basílica del Pilar. Esta vista panorámica es una delicia para los turistas que cruzan el río y un imprescindible para los zaragozanos al llegar a esta entrada al Arrabal y al barrio de Jesús.
Curiosamente, mucho antes de la era de Instagram, esta panorámica ya era impresionante. Uno de los cuadros más célebres de la Zaragoza histórica, pintado aproximadamente desde este punto, es la ‘Vista de Zaragoza’ de Juan Bautista del Mazo en 1647.
En esta obra, se puede ver el Puente de Piedra dañado tras una riada, junto con el perfil de la catedral, la basílica y toda la margen derecha del río, que difiere significativamente de la actualidad. Este cuadro se encuentra en el Museo del Prado.
Desviándonos un poco, nos dirigimos hacia la calle Sobrarbe, donde nos encontramos con la hermosa iglesia de Altabás. Data de 1892, ya que la original, del siglo XIV y origen mudéjar, tuvo su primitivo emplazamiento junto al pretil del puente de Piedra en su orilla izquierda hasta 1813, año en el que se derrumbó como consecuencia de la voladura de la última arcada del puente en la retirada de los franceses de Zaragoza durante los Sitios.
Salimos de nuevo a la calle Sobrarbe y en sentido hacia el puente de Piedra, a la derecha, encontramos la calle Horno. Adentrándonos un poco descubriremos una de las calles más singulares de Zaragoza, el callejón de Lucas, un lugar poco conocido, pero lleno de encanto ya que es la única calle de la ciudad que está cubierta.
Volvemos a la ribera del Ebro para seguir nuestro paseo y llegamos hasta el puente de Hierro, también llamado del Pilar, para pasar al lado derecho de la ribera.
Lo primero que vemos es el Alma Mater Museum (antiguo Museo Diocesano) un espacio cultural sorprendente gracias a la cuidadosa restauración del edificio histórico, al innovador proyecto museográfico y a la estudiada selección de la obra artística expuesta.
Un poco más adelante contemplamos una espectacular panorámica de Zaragoza con las fachadas traseras de la Catedral de La Seo, El Pilar, La Lonja y el Ayuntamiento de Zaragoza.
En esta zona encontramos el caballito de La Lonja, la escultura del caballito de bronce de Paco Rallo que homenajea al fotógrafo Ángel Cordero, que dedicó más de 50 años de su vida a sacar una sonrisa a miles de niños zaragozanos.
Para apreciar cómo el Ebro ha ido sedimentando la historia de Zaragoza, es estupenda la visita al Museo del Puerto Fluvial, muy cerca de La Seo, otro testigo primerísimo del devenir de esta ciudad. Allí, metros por debajo del nivel actual de las calles, uno puede hacerse idea de lo mucho que supuso la navegación, sobre todo por el comercio, hasta que fue dejándose, entre otras cosas, por la construcción de azudes y luego de grandes embalses.
Si continuamos nuestro camino por la ribera en dirección al puente de Santiago podremos contemplar los restos de la antigua Muralla romana. Construida en el siglo I, su función era proteger a la ciudad de Cesaraugusta, denominación romana para la actual Zaragoza.
La muralla romana tenía un perímetro de 3.000 metros con unos 120 torreones defensivos custodiados por más de 2.000 hombres armados, levantados a intervalos de entre 14 y 16 metros de distancia.
Otra herencia de la Exposición Internacional de 2008 fue el Parque Luis Buñuel, popularmente llamado ‘del Agua‘. Se aprovechó un fértil meandro del río para diseñar un laberinto de caminos, zonas de esparcimiento y áreas botánicas muy variadas, desde los sotos salvajes hasta los jardines con frutales, lirios, nenúfares o bambú. Han pasado doce años desde su inauguración y ha cambiado mucho. ¡A mejor! El tiempo y el crecimiento del arbolado han conseguido algo que parecía imposible en sus inicios: la sombra.
Gracias a eso es perfecto para practicar deporte al aire libre. Corredores, ciclistas y grupos haciendo tablas de ejercicios no faltan ningún día, ni a ninguna hora. Pero también hay quien se dedica a jugar al golf, en el ‘Pitch & Putt’ o en los hoyos del Ranillas Urban Club. Y las numerosas pistas de pádel tienen que reservarse con antelación. E incluso hay un espacio hípico, donde cabalga gente de todas las edades, aunque sobre los caballos predominan los niños mientras sus padres los miran desde la valla.
Hasta las mascotas vienen a ejercitarse. Bien corriendo libres por los espesos sotos ribereños y dándose algún baño clandestino en los estanques; o bien poniéndose a prueba en el recinto privado de Agility L’Almozara.
Por haber, hay hasta playa. ¡Sí, las Playas Zaragoza! Darse un baño y nadar viendo el Pilar es algo que merece la pena.