Construida en el siglo XVII sin mérito artístico reseñable, esta puerta de acceso estaba al final de la calle Heroísmo. Fue reedificada en 1785, con un piso superior en el que se abrían dos balcones, uno hacia el interior y otro hacia el exterior.
El nombre viene porque junto a ella se situaban carboneras que desprendían humo, que los días de viento alcanzaba la puerta, ennegreciéndola y haciéndola parecer “chamuscada” o «quemada».
Además, se cuenta que era por esta puerta por donde sacaban a los presos que estaban condenados a arder en la hoguera.
Esta puerta daba a una zona pantanosa de gran vegetación donde la gente se solía perder, por esta razón se decidió que una de las campanas de la iglesia de San Miguel tañera desde el atardecer al amanecer y que junto con una luz en la torre sirviera para guiar a la gente, de ahí que a esa campana se la conozca como la campana de los Perdidos.
También se cree que servía de acceso al desaparecido barrio judío.
Dirección: Al final de la Calle Heroísmo, entre esta vía y la Calle Asalto