En pleno corazón de Zaragoza, una calle nos invita a adentrarnos en la parte antigua de la ciudad y descubrir muchos de sus secretos, mientras establece un interesante diálogo con el presente. Se trata de Heroísmo.
Heroísmo es una de las calles más concurridas del Casco Histórico. Adoquinada y libre de coches, conecta directamente la calle Asalto con el Coso.
Con sus edificios coloridos, Heroísmo se ha convertido en uno de los puntos más dinámicos del barrio zaragozano de La Magdalena. Esta vía, que conecta directamente con el centro histórico desde la plaza San Miguel, ha recorrido un largo camino y, finalmente, ha logrado encontrar una identidad propia que la ha consolidado como un lugar clave en la capital aragonesa.
Actualmente, Heroísmo está experimentando una profunda transformación, impulsada, en parte, por nuevos negocios liderados por emprendedores que han logrado distanciarla de su antigua imagen, aquella de un lugar frecuentado los jueves por la noche para comer y beber de manera rápida y económica.
Antiguamente, esta calle era la salida desde el Coso hacia el olvidado río Huerva, a través de la Puerta Quemada, una de las doce que tenía Zaragoza.
Casi todas las edificaciones de la calle poseen más de dos plantas y predominan las viviendas. Sus altos puntales y balcones sobresalientes sobre la acera son una característica distintiva. Generalmente carecen de portales y ocupan casi todo el espacio alrededor de la vía, reflejando la arquitectura ecléctica y la gran densidad poblacional de la zona.
Los balcones se asoman a la calle, como queriendo ser parte de todo lo que ocurre, mientras los guardavecinos, esas rejas con diseños caprichosos, delimitan las viviendas contiguas. El ir y venir de la gente es parte integral del entorno visual y sonoro.
A lo largo de todo el trayecto, parece que nos transportamos por varios siglos hacia el pasado. Sin embargo, es en el número 3 de la calle Heroísmo donde esta sensación casi se convierte en certeza. Aquí vivió Francisco de Goya entre 1766 y 1768. Los Goya no ocuparon la casa en su totalidad, ya que la compartían con otra familia. Goya pudo verla años después en ruinas, tras la explosión de un almacén de pólvora en junio de 1808.

Mientras Goya estuvo estudiando en Italia (1769-1771), su familia se mudó al número 49 de la misma calle, y es posible que él también haya pasado allí algún tiempo.

Durante los Sitios de Zaragoza, esta calle fue escenario de combates casa por casa, habitación por habitación, mediante fusiles, bayonetas, palas y minas. Benito Pérez Galdós describe en su volumen de los Episodios Nacionales dedicado a Zaragoza:
«Los generales franceses se llevaban las manos a la cabeza, diciendo: ‘Esto no se parece en nada a lo que hemos visto’. En los gloriosos anales del Imperio se encuentran muchos partes como éste: «Hemos entrado en Spandau; mañana estaremos en Berlín’. Lo que aún no se había escrito era lo siguiente: ‘Después de dos días y dos noches de combate hemos tomado la casa número 1 de la calle de Pabostre (la calle del Pabostre es la actual Manuela Sancho, heroína que fue herida en la defensa de dicha calle): Ignoramos cuando se podrá tomar el número 2″.

Una vez terminada la Guerra de la Independencia, la calle tomó su nombre actual en honor a los vecinos que murieron defendiendo la ciudad.
Heroísmo se ha convertido en un lugar para resolver cualquier necesidad, desde comprar en una tienda o librería (de nuevo o de viejo), hasta tomar un café, recargar el teléfono, retirar dinero o incluso hacerle un corte de pelo a la mascota. Esta calle reúne todos estos usos y se llena de gente durante el día.
Escenario de todo tipo de celebraciones (batallas, autos de fe, ejecuciones, representaciones teatrales, fiestas, torneos, canonizaciones, proclamaciones, etc.), ha cambiado de nombre en varias ocasiones, dependiendo de las distintas etapas de la historia de la ciudad.
A finales del siglo XIX y principios del XX, la calle vio la adición de edificios de viviendas y comerciales más altos, que, lamentablemente, no mantuvieron la coherencia arquitectónica original.
Sus antiguas fachadas esperan pacientemente una necesaria restauración que les devuelva su esplendor.
Heroísmo destaca por su antigüedad, por su contenido histórico y por ser uno de los sitios arquitectónicamente más eclécticos de Zaragoza, donde el Mudéjar se fusiona de manera armónica con el Modernismo y el Art Decó.
Caminar por Heroísmo es emprender un viaje a través de lo diverso.
Es un recorrido bullicioso, donde la gente viene y va, más preocupada por verse y dejarse ver que por mirar escaparates. A menudo se paran en una esquina, se sientan en un poyete, comen pizza o helado mientras suena la música de algún grupo ambulante.
A veces no se tiene intención de ir a Heroísmo; simplemente se pasa por allí como parte de un recorrido que parece inevitable, como si fuera un obligado apremio por sumergirse en la vida que recorre la calle de un extremo a otro.
La calle Heroísmo es un referente del taperío zaragozano que en los últimos años está viendo cómo sus negocios más veteranos conviven con otros de nuevo cuño, muchos impulsados por jóvenes hosteleros.
Nada más entrar, se ubican el restaurante La Casa de Castilla y León (número 3) y el bar de cervezas Beer Corner (número 2), uno a cada lado.
Unos pasos más allá, están el bar-restaurante Café Meccano (número 13), El Garapitero (número 21) y el pub Época Dorada (número 25).
Les siguen la Taberna el Coscurro (número 18) y la Hamburguesería Heroísmo (número 22) -una de las más populares de Zaragoza-, y enfrente, la Casa de Cus Cus (número 33), con comida árabe y española para llevar.
Muy cerca, en la paralela calle de Antonio Agustín, se encuentra Pedro Saputo, una de las bodegas más auténticas de Zaragoza y Los Cabezudos, que ofrece una amplia barra, además de 9 salones privados (con una capacidad de 4 a 150 comensales) y una gran terraza climatizada.

Unos metros más arriba, en la calle Heroísmo, se encuentran los emblemáticos Pantagruel (número 35) y el Escabeche (número 36), a los que siguen el restaurante la Paradica 2 (número 38) y el Bambita Tasca-Fusión (número 37).
En el número 39 se ubica Senbazuru Ramen (número 39), un local especializado en un plato tradicional de la cocina nipona: el ramen. En la carta de Senbazuru, la tradición japonesa más escrupulosa se encuentra con ingredientes de la tierra, como la borraja. Combinaciones que han hecho famoso a este local.

Nuestra siguiente parada es O Fogar (número 43), un establecimiento especializado en tortillas rellenas y raciones caseras elaboradas con productos locales. En contraste con los restaurantes que optan por alimentos de quinta gama, O Fogar se inscribe en la tendencia de volver a lo casero, con preparaciones hechas en la cocina del propio local.

En el número 47 se encuentra Lokal, un establecimiento de nuevo cuño impulsado por dos jóvenes hosteleros. Después de formarse en la escuela de cocina de Benasque, Ignacio Batanero se trasladó a Berlín, donde pasó siete años trabajando en restaurantes de vanguardia, algunos con estrella Michelin. Sin embargo, decidió regresar a su ciudad natal, Zaragoza, redescubriéndola con una nueva perspectiva.
Con su propio proyecto, en junio de 2024, Ignacio abrió Lokal junto a su compañera Patricia Grau. El nombre refleja su esencia: productos de mercado y proximidad, con un enfoque en la sencillez pero con el toque distintivo que Ignacio ha perfeccionado a lo largo de sus experiencias en la alta cocina.
En Lokal ofrecen platos cuidados con el producto como protagonista y la verdura de temporada como hilo conductor.

En la vecina Manuela Sancho está Acho Coffee, una pequeña cafetería (coffee shop para los entendidos) que, en apenas año y medio, ha conseguido hacerse un hueco en el panorama zaragozano. José Manuel Durán, un extremeño afincado en Zaragoza, ha convertido su sueño en realidad al crear un lugar donde el café es el protagonista principal, pero no el único. Además de café de especialidad, también ofrece una variedad de tés y otras bebidas, que se complementan con deliciosos bocados salados y dulces.

En el último tramo de esta gastronómica calle, encontramos la Taberna de Los Mojones (número 41), el Bombín (número 43), la Columna (número 50), el Bar Rica Arepa (número 49), el Bar La Dolores (número 54) y, ya haciendo esquina con la calle Asalto, el Casa Vicente (número 53).
Heroísmo se mantiene como un cobijo para los vecinos y visitantes que buscan tomarse una cerveza o picar algo tranquilamente.
A pesar de este maná de sillas y mesas, por la noche no es fácil encontrar sitio para sentarse, pero cuando se consigue, no hay quien te desenganche el culo de tu trocito de paraíso urbano.
Eso (y muchísimo más) es Heroísmo: un lugar donde es fácil perderse y sentirte dentro de una aventura, una locura y un remanso de paz, todo depende de donde estés y del momento del día.
Heroísmo también es un buen lugar para ver la cara B de Zaragoza, aquella que necesita urgentemente reformas para que no se caiga a pedazos pero así es la capital maña, un lugar donde puedes ver monumentos y construcciones espectaculares, al lado de edificios donde uno se pregunta como es posible que puedan vivir personas allí dentro.