Su fachada, sus artesonados o su recargada decoración, hacen pensar que este elegante establecimiento situado en el número 25 de la Calle de Alfonso I haya estado allí durante siglos.
De hecho, durante más de 100 años fue uno de los comercios de más solera de Zaragoza, la Joyería Aladrén. Esta joyería servía al papa Juan Pablo II, a la reina Fabiola de Bélgica y en su taller se fabricó el óculo de la columna del Pilar que tantos aragoneses hemos besado.
Hasta 1997, cuando se retiró José Ignacio Lacruz, el último platero del tesoro del Pilar. Tan solo un año después, el local abrió de nuevo como Gran Café de Zaragoza, manteniendo la actividad hostelera hasta la llegada de la pandemia.
En 2022, el emblemático local fue cuidadosamente restaurado y reconvertido en el Café 1885.
Cerca de 40 proveedores, más de 100 profesionales de diferentes gremios y nueve meses fueron necesarios para transformar un espacio vetusto y denostado en un cuidado establecimiento propio de la época victoriana o del París de principios del siglo XX.
Este establecimiento hostelero recrea con fidelidad la estética elegante de la antigua Joyería Aladrén. La sala Luis XVI es quizás la más espectacular, con sus techos blancos y dorados al más puro estilo del Palacio de Versalles. Al fin y al cabo la sala se concibió y decoró para atender a las celebridades que visitaban la ciudad.
El contraste entre esta sala Luis XVI y el sótano del subsuelo no puede ser mayor. Es un espacio dominado por la austeridad y la tradición de tantas bodegas que antaño había -y hay- ocultas por el casco antiguo de la ciudad.
Los amplios escaparates que antes servían para maravillarse desde afuera con los tesoros guardados en las vitrinas de dentro, ahora invitan a mirar en sentido inverso para observar el trajín de la calle.
Y donde hubo un elegante mostrador para probarse sortijas o colgantes, en la actualidad se mantienen esos brillos gracias a una barra retroiluminada que expone tartas y pasteles a primera hora de la mañana, tapas hacia el mediodía y cócteles conforme avanza la tarde.
Su principal argumento gastronómico es el pollo, pero no uno cualquiera sino uno campero de Los Monegros, que se elabora en un horno especial para asar pollos al carbón y se presenta en la mesa en una cazuela que al destaparse evoca muchos recuerdos.
Otra de sus especialidades es la hamburguesa de carne de ternera del Pirineo, que se sirve con pan de cristal.
Embutidos aragoneses como chorizo, longaniza y morcilla, chuletón o ternasco de Aragón asado y a la brasa son otras opciones.
La coctelería exhibe un carácter tan único como innegociable. Aquí se preparan cócteles de verdad. Los clásicos. Sin adornos modernillos. Sin flores exóticas en el vaso. Qué Bloody Mary, señores. Qué Gin Fizz! Para sentarse y dejarse llevar.
Una recomendación: mucho mejor sentarse con vistas a las enormes cristaleras, para alternar las miradas a la calle peatonal más concurrida de la ciudad y a un interior donde el tiempo parece que se haya detenido años atrás, cuando todo era más sencillo y la gente no tenía tanta prisa.
Café 1885 es una apuesta por la calidad del producto gastronómico y el servicio. Una idea que se expande por las ramificaciones del establecimiento en la vecina Brasserie 1885 y el Colmado 1885.
Dirección: Calle Alfonso I, 25
Teléfono: 976 953 171
Sitio web: https://cafe1885.com/