Zaragoza vive en continuo cambio. Las grandes cadenas de franquicias invaden las calles transformando la ciudad a un ritmo desorbitado.
Pero a pesar de la persistente mutación de la ciudad, aún podemos encontrar una Zaragoza de comercios centenarios ocultos tras renovadas fachadas o establecimientos modernos que reclaman lo auténtico. Tiendas que son casi un milagro en una época de despersonalizados centros comerciales que uniformizan el vestuario y el ocio de todos. Tan solo tenemos que abrir bien los ojos y conseguiremos recuperar la Zaragoza más castiza.