El Pozo de los Aines es una gran sima de 30 metros de profundidad situada en medio de un campo de olivos, a apenas 900 metros del casco urbano de Grisel (Zaragoza).
El nombre de Aines tiene su origen en el árabe ayn, que significa manantial o fuente.
El Pozo de los Aines es un hundimiento de tierra cuya datación ronda los cinco siglos, aunque no hay una fecha exacta de referencia hasta la mención que hiciera Juan Bautista Labaña en su ‘Itinerario del Reino de Aragón’ en 1610.
Hay una leyenda tradicional que afirma que hacia 1535, los habitantes del pueblo de Grisel eran en su mayoría moriscos, musulmanes convertidos de manera forzosa al cristianismo y en secreto seguían practicando su antigua religión. Entonces vivía un moro muy rico, Hamet-Ben-Larbi. Un día festivo fue a trabajar con su criado a una era para trillar. Al poco de comenzar la faena, se escuchó un gran estruendo y el moro, el trillo y las caballerías desaparecieron en un gran agujero que allí se hizo, el Pozo de los Aines. Los habitantes de Grisel asustados por aquel fenómeno lo atribuyeron a un castigo de Dios por trabajar en un día festivo.
Otra leyenda dice que en el pozo vivieron ermitaños, por las cuevas que hay en el fondo.
El Pozo de los Aines posee un microclima propio, con 10ºC de media. Su profundidad y exuberante vegetación te sobrecogerán.
Hay barrera de madera arriba y reja abajo, y la plataforma permite ver el pozo a media altura. Desde la plataforma hay unas escaleras hasta un nivel inferior horadado en roca.
El Pozo de los Aines está situado a apenas 900 metros del casco urbano de Grisel. El pueblo de Grisel rezuma encanto; la sencillez de su configuración urbana se ve alegremente alterada con la silueta del castillo gótico del siglo XIV que funciona desde 2014 como hotel con encanto.
La capital de la comarca, Tarazona, está a apenas 3 kilómetros, y la ciudad navarra de Tudela, a 28. Desde Zaragoza se llega tras recorrer 89 kilómetros.