En el corazón del casco antiguo de Zaragoza, donde la historia y el presente se entrelazan, se alza una escultura compuesta por tres bustos, un enigma de piedra que invita a la interpretación. Muchos zaragozanos pueden haber pasado por la Plaza Santa Marta sin ser conscientes de su presencia enigmática. Aunque uno de los rostros recuerde al personaje de Voldemort al final de Harry Potter y la piedra filosofal, en realidad, la identidad de las figuras se pierde en la ambigüedad, pues no tienen nombre.
El origen de esta escultura, de carácter neoyorkino, se remonta al proyecto de «modernización» denominado Zaragoza 1992, que incluyó numerosas renovaciones en varias plazas de la ciudad, como la icónica fuente de la Hispanidad en la Plaza del Pilar.
A principios de los años 90, en pleno auge del arte público, los arquitectos Carmen Pemán y Gregorio Mellado estaban inmersos en la remodelación de la Plaza de Santa Marta. Para enriquecer el espacio urbano, decidieron encargar una obra a la artista neoyorquina Lennie Bell. Sin embargo, debido a las limitaciones de tiempo y las características peculiares de la plaza, la escultura adquirió una presencia más discreta de lo que probablemente se había previsto originalmente.
Lennie Bell ya había tenido una relación artística con Zaragoza, ya que dos años antes había expuesto en la Sala de Exposiciones de Ibercaja, pero no conocía esta plaza. Contaba con solo tres meses para realizar la escultura, un espacio muy reducido y un suelo irregular en la plaza. A pesar de estas dificultades, Bell decidió plasmar en su obra dos aspectos clave del entorno: la intensa vida social de la zona, dada la concentración de bares y tabernas, y la ubicación excepcional de la plaza, detrás de La Seo. Para ello, ideó un triple busto de bronce elevado sobre un pedestal de piedra arenisca de Sepúlveda, en el que talló en bajorrelieve una serie de ondas y, en la parte inferior, dos pies descalzos.
La escultura de los tres bustos cumple una función dual en la plaza. Por un lado, su presencia humana refuerza el carácter social de este espacio público, especialmente durante los veranos. Por otro, la orientación de los bustos guía la mirada del espectador hacia tres puntos clave del entorno: la Calle Mayor, La Seo y el Palacio de la Real Maestranza de Caballería, lo que le da un aire similar al de un GPS más que al de una simple obra artística.
Dirección: Plaza de Santa Marta