Estos días parece que importa tanto el nombre del interiorista o del estudio de decoración como el del chef que se afana a diario por conseguir la fidelidad de los clientes. Lo ideal es que vayan de la mano, que hablen el mismo lenguaje, que rimen, pero en algunos sitios gana la atmósfera a la propuesta culinaria. Iluminación, mobiliario, vajilla… todo suma para que la experiencia gastronómica sea lo más placentera posible. Estos son algunos de los bares y restaurantes más bonitos de la ciudad, rincones donde parece fácil quedarse a vivir.