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Casa Molins

Casa Molins

La esquina del la Calle Alfonso con el Coso es una de las esquinas más presuntuosas de Zaragoza: un edificio monumental de principios del siglo XX, cedro, vitrales, mármoles, la pompa de esos tiempos.

En este mismo lugar, pero en el lateral que da a la calle Alfonso I, se erigía una de las casas en las que vivió desde 1780 a 1781 Francisco de Goya.

En esa época Martín Zapater, amigo íntimo del pintor, le consiguió un piso de alquiler justo al lado de su domicilio (que vivía más o menos en lo que hoy es el edificio del FNAC).

En el año 1856 la propiedad de la casa que daba al Coso pasó a ser propiedad del famoso confitero Eusebio Molins.

En 1865, cuando se abrió la calle Alfonso I, las casas colindantes al edificio propiedad del señor Molins se derribaron, el empresario compró los solares para ampliar su confitería y en 1869 decidió construir un nuevo edificio, encargándole el proyecto al arquitecto Juan Antonio Atienza, pero sin derribar la casa existente con fachada al Coso, y en la que vivió Goya.

De esa manera Molins se convirtió en propietario de dos casas, una nueva con fachada a la calle Alfonso; y otra antigua con fachada a la calle Coso.

En 1902 el edificio era propiedad de Antonio García Gil, impulsor de la Escuela de Artes y Oficios. En ese año el señor García unió ambos inmuebles, contratando al ya anciano arquitecto Fernando de Yarza para realizar la remodelación del edificio años antes construido por Juan Antonio Atienza.

casa molins entre el coso y la calle alfonso

Yarza, continuador de toda una familia de arquitectos zaragozanos activos desde siglos atrás, emprendió la reforma de las fachadas del edificio de viviendas. Este fue el primer proyecto de viviendas modernistas en Zaragoza.

La explicación es clara, su hijo José de Yarza Echenique había estudiado la carrera de arquitectura en Barcelona y al volver a Zaragoza, con toda la seguridad, puso a su padre al día de las nuevas tendencias modernistas que él había conocido en su estancia en Cataluña, sobre todo la personalidad del arquitecto Luis Domenech i Montaner, con su peculiar “estilo floral”, y la obra de Antonio Gaudí, entre otros muchos arquitectos modernistas.

Una de las intervenciones de Fernando de Yarza supuso la elevación de otro piso y sobre todo, se esforzó en decorar la fachada con decoraciones florales en relieve, de gran realismo, que enmarcaron los vanos de puertas y ventanas.

También la ornamentación del atrio de entrada reúne un buen repertorio de elementos del nuevo lenguaje, con exquisitas labores en piedra y forja.

La labor de forja fue realizada por el herrero zaragozano Pascual González (el cual también trabajó en el Mercado Central).

La fachada a dos calles se resuelve con el característico chaflán, decorado con formas sinuosas y rítmicas inspiradas en la naturaleza.

Presenta plata baja, tres pisos con miradores y ático, sobre el que se dispone un alero muy volado.

El elemento más innovador es la presencia de cuatro columnas de fuste acanalado y capitel corintio en la planta baja de la fachada del Coso.

En este estilo arquitectónico, Fernando Yarza fue continuado por su hijo, José de Yarza Echenique, con otros edificios modernistas de la ciudad, como el situado en el número 25 de la calle Prudencio.

Dirección: Calle Alfonso I nº 2

 

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