Desde mediados del siglo XIX existía al final del Paseo de Ruiseñores una fábrica de harinas que aprovechaba la fuerza hidráulica del Canal.
Fue fundada en 1870 por Manuel Monares y Francisco Clemente, después la explotó Mariano Mendivil y, a partir de la década de 1930, fue también conocida como la de Rubio y Margalejo.
Se dice que las instalaciones comenzaron a funcionar con maquinaria británica, pero después de la Guerra Civil fueron renovadas con ingenios de la empresa española Morros.
Entre los años 60 y 70 del siglo XX vivió su mayor esplendor, con una capacidad productiva que la ponía al nivel de la otra gran harinera zaragozana de la época, la Solans.
Ambas cerraron en la década de 1980 y los solares que ocupaban pasaron de ser de uso industrial a tener un aprovechamiento inmobiliario.
De la antigua Fábrica de Harinas La Imperial, que durante décadas fue una de las más importantes de Zaragoza, solo se conserva la fachada larga que linda con el Canal Imperial y las dos menores.
El resto del solar fue ocupado por una urbanización de viviendas unifamiliares adosadas.
La parte conservada parece ser obra del arquitecto zaragozano Miguel Ángel Navarro Pérez (autor de edificios como la Casa Solans, la Casa Palao, la antigua Fábrica Giesa Schindler o del grupo escolar Joaquín Costa) y fue levantada allá por 1920
La fachada que mira hacia el Canal Imperial presenta una apariencia de despiece simulado, con pilastras en pares que enmarcan el cuerpo central y los extremos. Estas pilastras sostienen elementos decorativos como entablamentos, molduras y capiteles ornamentados con motivos vegetales. En el centro de la fachada se encuentran dos grandes escudos heráldicos con águilas bicéfalas enmarcadas por guirnaldas.
Dirección: Paseo de Ruiseñores 40