La animada Calle Blasón Aragonés se extiende por casi 50 metros, desde la Calle Cuatro de Agosto hasta la Plaza Sas. Fue y es una de las calles más importantes del Tubo, la zona de tapeo más popular de Zaragoza.
Es una de esas calles que ha sobrevivido al tiempo y que se creó casi con Zaragoza misma, con su desarrollo y expansión.
Blasón Aragonés resulta ser una verdadera galería al aire libre donde se contemplan los estilos más diversos, la mayor parte de ellos concebidos en la primera mitad del siglo XX. En menor cuantía descubrirás el Art Decó y el Racionalismo, momentos que no alcanzaron su mayor esplendor en el Casco Histórico, sin embargo son muy identificables entre tanta añeja arquitectura.
Sin lugar a dudas, el Ecléctico es el predominante. Te será muy fácil reconocerlo porque en una misma edificación todos los niveles, son diferentes. En Blasón Aragonés, estos inmuebles resaltan, no solo por su estado de conservación, sino también por su colorido y proliferación.
Al inicio de la calle se encuentra el Blasón del Tubo, un restaurante que propone platos de tradición actualizada, cocina creativa basada en sabores mediterráneos e ingredientes naturales. Desde los entrantes de quesos con confitura hasta el bacalao confitado con pil-pil y pimientos, pasando por la ensalada de tomate con sardina rancia o su steak tartare, especialidad de la casa.
A escasos metros se sitúa La Venencia Oyster Bar. El mar es el protagonista absoluto, pero quizás lo más destacado sea la formidable fusión entre el bar castizo de siempre y un contemporáneo ‘Oyster Bar’. Esta taberna aspira a ser la segunda casa de todo aficionado a las ostras. Ofrecen no solo un producto de primer nivel y orientación experta, sino también un entorno incomparable para quienes deseen experimentar.
A escasos metros, en el número 4, se sitúa el Birolla 4, un restaurante cuya gran apuesta se centra en la carne, pero sin olvidar los productos de Aragón y totalmente caseros.
Este arraigo aragonés está representado en algunos de sus platos, como en el puntalette de longaniza y borraja, la picaña madurada en Dry Ager, parmesano y rúcula o la típica ensalada con tomate y ventresca.
Eso (y muchísimo más) es la Calle Blasón Aragonés: un lugar donde es fácil perderse y sentirte dentro de una aventura, una locura y un remanso de paz, todo depende de donde estés y del momento del día.