Esparcidos por el Parque Bruil se encuentran los restos del antiguo molino Goicoechea. Este molino aceitero, hoy desaparecido, fue mandado construir por Juan Martín de Goicoechea y Galarza (Bacaicoa, Navarra, 1732 – Zaragoza, 1806), comerciante navarro, personaje clave en la Zaragoza de finales del XVIII y uno de los mejores amigos de Francisco de Goya en la ciudad.
Tras realizar sus estudios en esta ciudad se desplazó a Lyon, donde estudió comercio y aprendió el arte de la sedería, y a su regreso a Zaragoza fundó en 1772 una fábrica de hilados y pronto se convirtió en el comerciante y hombre de negocios más importante de la capital.
Personaje ilustrado y liberal, fue miembro fundador de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País y mantuvo a sus expensas una Escuela de Dibujo creada por esa institución que se mantuvo en activo entre 1784 y 1792, año de creación de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis. En 1789 le fue concedida la Cruz pequeña de la Real Orden de Carlos III.
Esta almazara fue construida entre los años 1785 a 1789. Las obras fueron dirigidas por el maestro de obras Agustín Sanz y el cantero Antonio Rives, que hicieron una visita a los molinos de Caspe, Alcañiz y Calaceite para recabar datos. Las prensas fueron montadas por Juan David y su cuadrilla, vecinos de Calaceite. La madera de la prensa de viga se trajo de Tortosa, los ruejos y sus soleras de Montjuich y las vírgenes (piedras verticales de la prensa) de la cantera de Épila.
Trabajaron 22 operarios franceses y las obras costaron 23.038 libras, 10 sueldos y 3 dineros.
El molino Goicoechea fue testigo de sangrientos combates durante los Sitios de Zaragoza. En el volumen de los Episodios Nacionales dedicado a Zaragoza, Benito Pérez Galdós escribió:
«XIII. […] Dos puntos avanzados tenía la línea, y eran el molino de Goicoechea y una casa, que por pertenecer a un D. Victoriano González, ha quedado en la historia con el nombre de Casa de González. Recorriendo dicha línea desde Puerta Quemada, se encontraba, primero, la batería de Palafox, luego, el Molino de la ciudad; luego las eras de San Agustín, en seguida el molino de Goicoechea, colocado fuera del recinto, después la tapia de la huerta de las Mónicas, y a continuación, las de San Agustín; más adelante una gran batería y la casa de González.
XVII. Mientras los morteros situados al Mediodía arrojaban bombas en el centro de la ciudad, los cañones de la línea oriental dispararon con bala rasa sobre la débil tapia de las Mónicas y las fortificaciones de tierra y ladrillo del molino de aceite y de la batería de Palafox. Bien pronto abrieron tres grandes brechas, y el asalto era inminente. Apoyábanse en el molino de Goicoechea, que tomaron el día anterior, después de ser abandonado e incendiado por los nuestros».
En 1813, cuando los franceses abandonaron Zaragoza, el molino estaba totalmente en ruinas y quedó abandonado.
En la actualidad tan solo se conservan los restos de un husillo de metal, dos estructuras de piedra paralelas con la lavija de madera que tenían como función servir de apoyo a la viga desaparecida y otras dos estructuras de piedra, llamadas vírgenes, donde se colocaban los capachos y la regafa para proceder al prensado.
Asimismo, bajo la copa de un gran árbol se encuentra una piedra circular de gran tamaño que posiblemente formara parte del molino. En las cercanías, se localizan cuatro piedras más circulares y dos rulos que integrarían parte del moledero.
Dirección: Parque Bruil, Calle Asalto, s/n