Pablo Gargallo nació el 5 de enero de 1881 en Maella (Zaragoza), en el seno de una familia campesina. En 1888 las dificultades económicas obligaron a la familia Gargallo a trasladarse a Barcelona.
En 1895 un familiar le proporcionó un sitio de aprendiz, sin sueldo, en el taller del escultor Eusebi Arnau, profesional de gran prestigio en los ambientes artísticos catalanes. Fruto de todo este aprendizaje fue la presentación de un relieve de escayola en la IV Exposición de Bellas Artes e Industrias Artísticas de Barcelona el año 1898. Era su debut como escultor.
El año 1900 ingresó en la Lonja, la Escuela de Bellas Artes de Barcelona, donde recibió clases de escultura de Agapit Vallmitjana.
En sus ratos libres frecuentaba las tertulias de Els Quatre Gats, estableciendo una permanente amistad con Àngel y Mateu Fernández de Soto, Isidre Nonell, Rafael Nogueras, Ricard Canals, Jaume Sabartés, Ramón y Jacint Reventós y, especialmente, con Pablo Picasso.
En 1902 obtuvo una beca para ampliar estudios en París. La estancia en París fue corta (seis meses) pero extraordinariamente fructífera, pues en este breve tiempo pudo estudiar la obra de los grandes maestros, visitar los museos y, sobre todo, observar los últimos trabajos escultóricos. Así nació su gran admiración por Rodin.
En 1904 regresó a Barcelona, ciudad en la que vivió hasta 1924. En estos años realizó pequeños viajes a París para continuar en contacto con los vanguardistas.
Fue durante esta época que, a la vez que siguió realizando obras escultóricas figurativas dentro del nacimiento del Novecentismo, con elementos tradicionales (terracota, piedra o mármol), inició y culminó la búsqueda para la utilización de materiales metálicos (chapas de cobre, hierro, latón y plomo) para la creación artística, de acuerdo con un lenguaje personal e innovador.
Sin abandonar la representación del cuerpo humano, desarrolló una liberación física de la escultura mediante la inversión de los volúmenes, el progresivo aligeramiento de la masa, la supresión total de la materia y la fragmentación y la supresión de componentes significativos de la figura, de tal manera que convertía el vacío, los espacios inducidos y las luces recogidas –y no reflejadas– en factores decisivos de la construcción escultórica.
En estos años, Pablo Gargallo trabajó intensamente. Por mediación de Eusebi Arnau, Domènech i Muntaner le contrató en 1906 para realizar las figuras decorativas del Hospital de Sant Pau. El contrato se prolongó con nuevos pedidos los años 1907, 1910 y 1911.
También Domènech i Muntaner, entre 1908 y 1010, le encargó la realización de los modelos de los grupos escultóricos del Palau de la Música Catalana que están dedicados al busto de Beethoven y las valkirias en la cúspide (en el lado derecho) y al busto de Clavé, las Flores de Mayo y los caballos alados (en el lado izquierdo).
En 1907 le encargaron la decoración exterior del Teatro Bosque (Rambla de Prat, 16), que realizó con cuatro relieves que representan a Picasso, Nonell, Reventós y al propio Gargallo.
En 1912 regresó a París, donde sus obras metálicas no encontraron en principio una gran aceptación, aunque contaba con el apoyo de sus amigos. Picasso le recomendó dos marchantes -Léonce Rosenberg y Antoine Level- que le compraron las primeras piezas.
En 1913 conoció a Magalí, una chica francesa que vivía en París, cerca de su estudio, y en 1915 se casó con ella en Barcelona.
En 1920 ganó por concurso el cargo de maestro repujador en la Escuela Técnica de Artes y Oficios de la Mancomunidad de Cataluña, y a su vez fue nombrado profesor de escultura de la citada escuela. El año 1921, la admiración de Barcelona por la obra de Pablo Gargallo se puso de manifiesto cuando, en la Exposición de Arte de esta ciudad, se le dedicó una sala especial.
En junio de 1922 nació en París su hija Pierrette.
Durante la Dictadura de Primo de Rivera, Gargallo se adhirió a un Manifiesto colectivo publicado por sus compañeros de la Escuela Técnica de Artes y Oficios, defendiendo solidariamente el profesor Dwelshauvers, expulsado por motivos extraacadémicos. Este posicionamiento provocó la destitución de Pablo Gargallo de sus cargos docentes y la decisión de éste de dejar Barcelona y volver a París.
Esta última permanencia en París se caracterizó por los reiterados cambios de domicilio y de taller, y por el inmenso trabajo que se le acumuló.
El Ayuntamiento de Barcelona le invitó en junio de 1927 a presentar tres bocetos de esculturas para el proyecto de ornamentación de la Plaza de Cataluña, firmando en septiembre los contratos de obras para realizar ‘el pastor de la flauta‘, ‘la vendimiadora‘ y ‘el pastor del águila‘, las dos primeras ejecutadas en piedra de París y la última fundida en bronce.
Ambos pastores siguen instalados en la plaza, pero ‘la vendimiadora’ fue trasladada poco tiempo después, por modificación del proyecto ornamental, a los jardines de Miramar.
En 2003 se fundió un nuevo ejemplar en bronce de ‘el pastor del águila‘, el cual se ubicó en la zaragozana calle Alfonso I, esquina con calle Candalija.
En 2010 el Ayuntamiento de Barcelona permitió al de Zaragoza hacer un vaciado del modelo original de ‘la vendimiadora‘ y fundir una copia de la escultura que se colocó en la calle Candalija, frente al Museo Pablo Gargallo de Zaragoza.
Además, el Museo Pablo Gargallo alberga las maquetas originales de las esculturas ‘el pastor de la flauta‘ y ‘la vendimiadora‘ (aproximadamente a 1/4 del tamaño final).
En 1928 el Ayuntamiento de Barcelona le encargó a Pablo Gargallo cuatro obras destinadas al Estadio de Montjuïc. El Estadio de Montjuïc se inauguró el 21 de mayo de 1929 con un partido de rugby (España-Italia) y un partido de fútbol (Cataluña-Bolton Wanderers). El acto formaba parte de la Exposición Internacional de Barcelona de 1929.
El Estadio tenía sin duda una finalidad: acoger los Juegos Olímpicos de 1936; las posibilidades de conseguirlo eran muchas, porque la reunión decisiva del Comité Olímpico se celebraría en Barcelona el mes de abril de 1931. Pero la proclamación de la Segunda República Española el 14 de abril del mismo año y los acontecimientos ocurridos, aunque de poca importancia, impidieron que se celebrase la convocatoria del Comité. Después, por carta, se escogió Berlín.
Esta posibilidad olímpica había provocado que en 1928 (año olímpico con los Juegos de Ámsterdam) Pablo Gargallo recibiese en París el encargo de crear cuatro obras escultóricas monumentales de evidente sabor olímpico para el Estadio de Montjuïc. Estas esculturas eran las dos bigas (carros tirados por dos caballos) en piedra artificial que presidieron la fachada principal y los dos jinetes en bronce que coronarían la Puerta de Maratón, y fueron realizadas en el taller que el artista tenía en París.
Las bigas estaban conducidas por sus aurigas, uno femenino y el otro masculino. Los dos jinetes, conocidos actualmente como ‘el saludo olímpico‘, se distinguen como el atleta clásico y el atleta moderno.
Ambos jinetes eran dos hombres desnudos que saludan con el brazo alargado a la manera olímpica, montando sus caballos sin silla ni brida; el caballero clásico lleva una diadema en la frente; mientras uno de los caballos muestra una actitud de salto, el otro avanza ceremoniosamente con la cabeza alta.
Los jinetes restaurados fueron trasladados en 1981 a las puertas del Palacio de la Virreina, en la Rambla barcelonesa. Entre 1985 y 1986 se fundieron unos ejemplares destinados al Museo Pablo Gargallo de Zaragoza, los cuales desde este último año flanquean la entrada de la pinacoteca.
En 1989 los jinetes regresaron definitivamente al Estadio, que desde 1992 añadió a su nombre el apellido ‘Olímpico’. Las bigas, que presentaban un estado de conservación lamentable, fueron restauradas por la escultora Marta Polo, quien, supervisada por Pierrette -la heredera del artista- y con la ayuda de antigua documentación fotográfica, realizó un trabajo largo y extraordinario. En él recreó mediante poliéster los ejemplares del Estadio, y realizó una magnífica y espectacular reproducción de éstos en bronce, que puede admirarse en el Parque Deportivo Can Dragó de Barcelona.
Pablo Gargallo participó en diferentes exposiciones colectivas, entre las cuales destacan las Exposiciones oficiales de arte francés contemporáneo de Tokio y Osaka en 1925 y de Estocolmo en 1927.
En 1933, Gargallo consiguió concluir el ‘Gran Profeta‘ (idea u obsesión que le acompañaba desde 1904), pero también ‘Urano‘, dos obras modeladas para fundir en bronce cuya trascendental importancia radica en que, con aplicación de distintos esquemas formales, en ambas logró llevar a cabo la plena integración de todos los conceptos expresivos y lenguajes plásticos descubiertos y conquistados a lo largo de las tres décadas anteriores.
En 1934 preparó con ilusión y entusiasmo una exposición para Nueva York y otra para Barcelona, que constituyeron un éxito sin precedentes. Después de asistir a la inauguración de una exposición en Reus, se sintió enfermo y murió en esta ciudad el 28 de diciembre del 1934, a consecuencia de una bronconeumonía.
En Zaragoza se inauguró en 1985 el Museo Pablo Gargallo, que recoge la colección de esculturas más importante en bronce y otros materiales, dibujos y grabados, así como un importante fondo de documentación. Desde su inauguración las colecciones han crecido, gracias a las donaciones de Pierrette Gargallo, a las adquisiciones del Ayuntamiento de Zaragoza y a otras generosas cesiones particulares.
Barcelona fue la ciudad donde Pablo Gargallo adquirió la formación artística, donde realizó la más importante y diversa obra escultórica pública y donde residió la mayor parte de su vida.