El ron caribeño combinado con el azúcar, hierbabuena y una montaña de hielo picado se ha convertido en el mejor representante de la anhelada Cuba. A falta de playa que nos recuerde a las cristalinas aguas del Caribe, los zaragozanos tenemos otro líquido también mágico: el mojito. Este mítico cóctel ha sido consumido por generaciones y generaciones de gente divertida y sofisticada, empezando por el mismísimo Ernest Hemingway.
Hoy ya nadie pasa por un bar cubano sin pedir un mojito y bailar al son de Celia Cruz. En el invierno anima y en el verano refresca y da color a los atardeceres cálidos de las terrazas de Zaragoza. Aquí te presentamos una ruta de bares que incluyen el mojito en su carta.
El Loco Yibril
Para los que somos del morro clásico, lo más fácil es reivindicar bares antiguos ante la proliferación de espacios modernos. Sin embargo, algunas veces los gruñones nos encontramos con lugares como El Loco Yibril, pequeños tesoros que nos obligan a aceptar una cura de humildad coctelera.
Si entiendes los cócteles como una de las bellas artes, no lo dudes, acércate al Loco Yibril.
Carta profunda, con gran respeto por los clásicos, y propuestas muy vanguardistas, siempre con cuidadas presentaciones y a precios muy razonables. Aquí los bartenders saben qué se traen entre manos y lo mejor es dejarse aconsejar por ellos.
A los alcoholes de primera categoría, se añade una decoración cuidada, inspiradísima, irresistible para los cool hunters.
Dirección: Calle Sepulcro, 46
Café Odeón
Si entiendes los cócteles como una de las bellas artes, no lo dudes, acércate al Café Odeón.
Carta profunda, con gran respeto por los clásicos, y propuestas muy vanguardistas, siempre con cuidadas presentaciones y a precios muy razonables. Aquí los bartenders saben qué se traen entre manos y lo mejor es dejarse aconsejar por ellos.
El interiorismo ha respetado la estructura original del local -con bóveda de ladrillo visto- con el objetivo de recrear una atmósfera misteriosa, de darle un toque “trendy-trash” con paredes semidesconchadas y ladrillo visto.
El aura Old School se acentúa gracias a la sinuosa barra de mármol, la iluminación tenue y elementos decorativos originales.
Su terraza, tranquila y sombreada, es uno de los lugares más frescos y deliciosos de la ciudad.
Dirección: Plaza San Bruno, 1
La Clandestina Café
Este café, de espíritu vintage y un aire al más puro “slow” (movimiento similar al slow food gastronómico), atrae a mucha gente joven para charlar a media tarde o para tomarse la primera copa alrededor de una mesa sin agobios. Se nota el amor y el mimo que sus dueños han puesto en este proyecto con tanta personalidad.
La carta tiene cócteles clásicos junto a otros más modernos. Gin fizz, Bloody Mary, Negoni, Cosmoplitan… para los paladares menos atrevidos, junto a preparaciones de autor, consistentes a veces en giros muy originales de dichos clásicos.
La Clandestina rinde culto a los preparados clásicos, paradójicamente desconocidos en medio de modernidades insulsas y malas interpretaciones.
El aura Old School se acentúa gracias a la sinuosa barra de mármol, la iluminación tenue y elementos decorativos originales.
Dirección: Calle San Andrés, 9, esquina Calle San Jorge
Garbo Gentlebar
Si te gustó el Ginger Fizz Bar te encantará el Garbo Gentlebar, un local acogedor y elegante con un cuidado interiorismo en el que las maderas claras, el verde de la vegetación y el juego de las luces y sombras de su original iluminación son los protagonistas.
Para acceder a este gastropub hay que pulsar un gran botón rojo, que abre las dos puertas de entrada.
¿Su carta? Encontrarás una amplia variedad de cócteles (su especialidad) y tapas de estilo joven y creativo, pero sin juegos de manos. Aquí encontraremos un buen producto y algunas recetas imaginativas como las cigalas, las alitas deshuesadas o el steak tartar, entre otras muchas propuestas.
El Garbo Gentlebar rinde culto a los cócteles clásicos, paradójicamente desconocidos en medio de modernidades insulsas y malas interpretaciones.
El aura Old School se acentúa gracias a la sinuosa barra de mármol, la iluminación tenue y elementos decorativos originales.
Dirección: Plaza de los Sitios, 18
Umalas Bar
Umalas Bar es sin duda una de las coctelerías del momento. No es una propuesta transgresora pero sí escrupulosa con los cánones clásicos de la gran mixología. Carta profunda, con gran respeto por los clásicos, y propuestas muy vanguardistas, siempre con cuidadas presentaciones y a precios muy razonables. Aquí los bartenders saben qué se traen entre manos y lo mejor es dejarse aconsejar por ellos.
Estamos pues ante verdaderos artesanos de la bebida que nos brindan la rara posibilidad de beber algo distinto, por ejemplo ginebras o rones macerados con frutos rojos, regaliz, manzana, canela, vainilla…
Despídete de aburridos gin-tonics con demasiada demagogia flotando en ellos y descubre aquí sabores inéditos.
Dirección: Calle Las Vírgenes, 2
Ginger Fizz Bar
El Ginger Fizz Bar lo tiene todo para atraer a la gente cool: un cuidado interiorismo en el que el verde de la vegetación y el juego de las luces y sombras de su original iluminación son los protagonistas, mesas comunitarias de madera, ladrillos a la vista, ventanales abiertos a la calle, terraza…
La carta, además, está hecha para producir ataques de priapismo entre los modernos, con una amplia variedad de cócteles (su especialidad) y tapas de estilo joven y creativo, pero sin juegos de manos. Aquí encontraremos un buen producto y algunas recetas imaginativas como el tataki de salmón, langostinos tigre, empanadillas Gyoza, emadames (judías de soja japonesas), nigiris de anguila o su cebiche de atún con zumo de yuzu, entre otras muchas propuestas.
Dirección: Calle Joaquín Costa, 16
Cuba Linda
Ya no hace falta viajar a La Habana Vieja para degustar su cocina más tradicional. Cuando te sientas con ansias caribeñas, dirígete a Cuba Linda. Porque allí, desde la amabilidad y cercanía de su personal -cubano, of course-, hasta el modesto local, evocan los ritmos latinos que se viven en el mismísimo Malecón.
Cuba Linda es una referencia ineludible si quieres degustar una deliciosa ropa vieja o un estupendo arroz blanco con frijoles negros. Volverán a tu memoria los sabores de la isla en la fuiste feliz aquellas vacaciones. Más aún si acompañas la comida con alguno de sus cócteles, hechos respetando escrupulosamente la tradición cubana.
Buen hacer y recetas humildes por las que no pasan los años, siempre en un punto intermedio entre el sabor y la emoción del reencuentro. Harías bien en dejar algo de apetito para el postre.
Direcciones: Calle Manuel Serrano Sanz, 6
El Paladar
El Paladar se distingue por ser uno de los mejores restaurantes cubanos de la ciudad. Concentra lo más indispensable de la gastronomía de la isla, construida a través de la mezcla de productos y gustos de España, África y los indígenas.
No falta el arroz congrí, una de las bases alimentarias de los cubanos, así como lo más común de los platos de carne, la ropa vieja. Otros platos esenciales que encontrarás en la carta son los moros y cristianos, la carne de cerdo asada, el picadillo habanero (carne de magro y ternera con tostones, arroz blanco y yuca), el plato cacique (tamal con lonchas de cerdo, huevos fritos y arroz congrí), la típica barquita cubana (plátano macho relleno de carne picada y queso cheddar) o las frituras de malanga.
Además, si tienes suerte el día de tu reserva, algunos días cuentan con música en directo ¡Avisados estáis!.
Dirección: Calle Pilar Lorengar, 28 (zona de la calle Bretón)