Situada en el centro de Zaragoza, muy cerca del Paseo de la Independencia, la Plaza de los Sitios es uno de los entornos más bellos de la ciudad.
Escenario de todo tipo de celebraciones, ha cambiado de nombre en varias ocasiones, dependiendo de las diferentes etapas de la historia de España. La plaza está repleta de casas que en su momento sirvieron como residencia a las principales familias de la burguesía zaragozana.
Es uno de los sitios arquitectónicamente más eclécticos de Zaragoza, donde el Neoclasicismo convive en armonía y complementariedad al lado del Modernismo inspirado en Antoni Gaudí.
Se entrelazan las construcciones de piedra, los balcones volados, techos de alfarje, ventanas de madera torneada, pinturas murales, vitrales, fachadas y amplios portales arcados, que en buena lid serían el pretexto ideal para estudiar desde allí la historia de la arquitectura en Zaragoza.
La Plaza de los Sitios es una de las zonas de Zaragoza que más contrasta con el resto de los espacios de la ciudad. La modernidad de su concepción, desde los urbanístico y arquitectónico, aumentó su valor en los primeros años del siglo XX. El trazado de calles y avenidas permitió que la ciudad ganara en organización.
La construcción de los principales edificios que la rodean así como la urbanización de esta zona, denominada hasta entonces Huerta de Santa Engracia, se produjo con motivo de la celebración de la Exposición Hispano Francesa en 1908.
El nombre de la plaza recuerda los Sitios de Zaragoza, unos hechos que nos trasladan a la Guerra de la Independencia, cuando las tropas de Napoleón asediaron la ciudad durante meses, entre 1808 y 1809.
La Exposición Hispano-Francesa de 1908 certificó el cierre de heridas entre Francia y España. Un certamen que dejó en la ciudad huellas importantes. Sin ir más lejos, en la propia plaza está el Museo de Zaragoza, la Escuela de Bellas Artes, la Caridad o el Colegio Gascón y Marín, construidos ese año.
La plaza también acogió el quiosco de la Música, e incluso estuvo a punto de levantarse un nuevo ayuntamiento.
En el centro de la plaza se erige el Monumento a los Sitios de Zaragoza realizado en 1908 por Agustín Querol. La composición representa a diferentes protagonistas y eventos de los Sitios de Zaragoza. Destacamos la presencia de Palafox, para cuya elaboración el escultor Agustín Querol se inspiró en el cuadro realizado por Francisco de Goya. Su inauguración corrió a cargo del rey Alfonso XIII en 1908.
Otro inmueble que otorga personalidad a la plaza es el edificio de la Cruz Roja. En 1926 se puso la primera piedra y dos años más tarde, el 1 de enero de 1928, fue inaugurado por la reina Victoria Eugenia. Esta obra del arquitecto Miguel Ángel Navarro sigue el historicismo arquitectónico, con lenguajes formales del repertorio clásico del Renacimiento.
En el siglo XX la plaza vio la adición de edificios de viviendas y comerciales más altos, que desafortunadamente no mantuvieron la coherencia arquitectónica original.
La Plaza de los Sitios es un lugar muy frecuentado por los zaragozanos dadas sus atractivas zonas ajardinadas y exuberante arbolado. La plaza además, suele estar animada por la celebración de diversas ferias y exposiciones.
Es uno de los lugares más emblemáticos y animados de Zaragoza y cuenta con numerosos bares, restaurantes y cafeterías.
En el número 1 está Le Cocó Café . Sus paredes forradas de flores, su precioso caballito de tiovivo, y su decoración en terciopelo rosa y tonos pastel han resultado ser el perfecto ‘photocall’.
Pero que no cunda el pánico, no vayas a pensar que aquí solo se viene a ‘posturear’. Una vez hechas las fotos de rigor toca darse un buen homenaje con propuestas que versan desde el café en decenas de presentaciones hasta la repostería dulce o salada, según el tipo de paladares que queramos satisfacer.
En el número 17 se ubica la Taberna Monumental. El local tiene un aire vintage e industrial, con el ladrillo visto y los techos altos y unos amplios ventanales que inundan de luz el espacio.
El chef lo borda a diario porque trabaja con igual destreza e interés una ensalada, unos huevos rotos y un solomillo a la brasa. Además cuenta con un apetecible (y asequible) menú del día, compuesto por numerosos entrantes, principales y postres.
En el 18 se sitúa el Garbo Gentlebar, un local acogedor y elegante con un cuidado interiorismo en el que las maderas claras, el verde de la vegetación y el juego de las luces y sombras de su original iluminación son los protagonistas.
Para acceder a este gastropub hay que pulsar un gran botón rojo, que abre las dos puertas de entrada.
¿Su carta? Encontrarás una amplia variedad de cócteles (su especialidad) y tapas de estilo joven y creativo, pero sin juegos de manos. Aquí encontraremos un buen producto y algunas recetas imaginativas como las cigalas, las alitas deshuesadas o el steak tartar, entre otras muchas propuestas.
En el mismo número se sitúa el restaurante Smooth. Si te gusta probar platos de muchos lugares del mundo en un entorno cuidado, el Smooth es tu opción.
Su carta es asequible, tanto por precio como por longitud. Encontramos platos de buen producto de la tierra, como el jamón de bellota batido, los corazones de alcachofa o el huevo poche con foie bloc y Pedro Ximénez. Y ejemplos de la imaginación indiscutible del chef, como los tallarines vegetales con cerdo chutney o el timbal de salmón con nieve de burrata y eneldo.
En la esquina de la Plaza de los Sitios y la Calle Joaquín Costa se encuentra el Ginger Fizz Bar. Este establecimiento tiene todo para atraer a la gente cool: un cuidado interiorismo en el que el verde de la vegetación y el juego de las luces y sombras de su original iluminación son los protagonistas, mesas comunitarias de madera, ladrillos a la vista, ventanales abiertos a la calle, terraza…
La carta, además, está hecha para producir ataques de priapismo entre los modernos, con una amplia variedad de cócteles (su especialidad) y tapas de estilo joven y creativo, pero sin juegos de manos.
A pocos metros, en el número 8 de la Calle Joaquín Costa, se sitúa el Costa 8, un gastro bar que se ha hecho un hueco por méritos propios en el panorama gastronómico zaragozano, gracias a una propuesta basada en ensaladas, raciones, hamburguesas, arroces y platos para compartir, con especialidades como los huevos rotos con crujiente de ternasco, los chipirones a la plancha, el pulpo braseado o la hamburguesa de ternera.
En el mismo número está el Rincón de Costa. En el centro de Zaragoza hacía falta un local de tapas de estilo creativo y joven, pero sin juegos de manos. La gastada palabra “honestidad” se llena de significado en una carta que no busca marear, basada en la buena materia prima, pero que conoce sus limitaciones.
Entre las especialidades, los arroces del día, tostadas ya clásicas como el Rinconcito (solomillo, bacon ahumado y ajo aceite), las brochetas, o un amplio surtido de raciones para picar a cualquier hora del día.
Junto a la Plaza de los Sitios, en el número 21 de la Calle Jerónimo Zurita, se sitúa el Carnívoro, un rara avis, un restaurante de lujo donde el máximo reclamo culinario es la brasa y no las recetas barrocas.
En el local de al lado, podemos visitar el Bokoto, un referente para los amantes de la comida japonesa.
Apuestan por una mezcla de recetas tradicionales de Japón y platos más de vanguardia en los que incorporan productos de tierras más cercanas.
La carta está repleta de especialidades japonesas frías y calientes, desde ensaladas y brochetas a tempuras, pasando ceviches, tartares, o por los habituales gyozas, rolls, sashimi, nigiri, o los rolls en tempura.
A pocos metros, en el número 20 de la Calle Sanclemente, se encuentra el Basho Café. En su carta, propuestas para compartir como los huevos rotos con jamón o la ensaladilla rusa casera, tostas y bocadillos variados, o las hamburguesas de ternera.
La Plaza de los Sitios se mantiene como un cobijo para los vecinos y visitantes que buscan tomarse una cerveza o picar algo tranquilamente. A pesar de este maná de sillas y mesas, por la noche no es fácil encontrar sitio para sentarse, pero cuando se consigue, no hay quien te desenganche el culo de tu trocito de paraíso urbano.
Uno de esos lugares para reenamorarse de Zaragoza y del mundo en general.