La Plaza de los Sitios, ubicada en el corazón de Zaragoza y cercana al Paseo de la Independencia, es uno de los espacios más emblemáticos y bellos de la ciudad. Este lugar, que combina historia, arte y arquitectura, se erige como un testimonio vivo de la evolución urbana de Zaragoza a lo largo del tiempo.
La plaza, que anteriormente formaba parte de la llamada Huerta de Santa Engracia, experimentó una transformación radical con motivo de la Exposición Hispano-Francesa de 1908, un evento que celebraba la reconciliación entre España y Francia. Durante el certamen, Zaragoza recibió a más de 500.000 visitantes, una cifra sorprendente para una ciudad que apenas alcanzaba los 100.000 habitantes en aquella época.
El evento dejó una huella significativa en la ciudad y en la propia plaza. De las múltiples construcciones que se levantaron para la exposición, perduran el Museo de Zaragoza, la antigua Escuela de Artes y Oficios, la Caridad y el Colegio Gascón y Marín.




El resto de las edificaciones, como un casino, un teatro, pabellones y un templo mariano, fueron construidas con materiales efímeros y desmontadas tras el evento.



En el centro de la plaza destaca el Monumento a los Sitios de Zaragoza, diseñado por el escultor Agustín Querol. Este imponente conjunto escultórico, inaugurado en 1908 por el rey Alfonso XIII, conmemora los episodios heroicos de la Guerra de la Independencia, cuando la ciudad resistió los asedios de las tropas napoleónicas entre 1808 y 1809.
Cabe mencionar que, debido a problemas en la fundición, durante la exposición las figuras expuestas eran moldes de yeso pintados para simular metal, un detalle curioso que demuestra las dificultades de la época.

La plaza también fue escenario de proyectos ambiciosos que no llegaron a concretarse. En los años 20, se planteó construir en este espacio la nueva sede del ayuntamiento. El arquitecto Miguel Ángel Navarro diseñó un edificio de estilo neomudéjar con tres torres, siendo la central más alta, pero la falta de recursos impidió que se llevara a cabo.

Hoy en día, la Plaza de los Sitios es un ejemplo de eclecticismo arquitectónico. Aquí conviven el neoclasicismo y el modernismo, este último inspirado en la obra de Antoni Gaudí, con elementos como balcones volados, vitrales, pinturas murales y amplios portales arcados.
Además, el edificio de la Cruz Roja, inaugurado en 1928 por la reina Victoria Eugenia, añade un toque de historicismo renacentista al entorno.

La Plaza de los Sitios no solo es un lugar cargado de historia y arquitectura, sino también un punto de encuentro para los zaragozanos. Sus zonas ajardinadas, su frondoso arbolado y la frecuente organización de ferias y exposiciones hacen de este lugar un espacio animado y lleno de vida.
Además, su entorno está salpicado de bares, restaurantes y cafeterías que invitan al disfrute y la convivencia.
En el número 1 está Le Cocó Café . Sus paredes forradas de flores, su precioso caballito de tiovivo, y su decoración en terciopelo rosa y tonos pastel han resultado ser el perfecto ‘photocall’.
Pero que no cunda el pánico, no vayas a pensar que aquí solo se viene a ‘posturear’. Una vez hechas las fotos de rigor toca darse un buen homenaje con propuestas que versan desde el café en decenas de presentaciones hasta la repostería dulce o salada, según el tipo de paladares que queramos satisfacer.

En el número 17 se ubica la Taberna Monumental. El local tiene un aire vintage e industrial, con el ladrillo visto y los techos altos y unos amplios ventanales que inundan de luz el espacio.
El chef lo borda a diario porque trabaja con igual destreza e interés una ensalada, unos huevos rotos y un solomillo a la brasa. Además cuenta con un apetecible (y asequible) menú del día, compuesto por numerosos entrantes, principales y postres.

En el 18 se sitúa el Garbo Gentlebar, un local acogedor y elegante con un cuidado interiorismo en el que las maderas claras, el verde de la vegetación y el juego de las luces y sombras de su original iluminación son los protagonistas.
Para acceder a este gastropub hay que pulsar un gran botón rojo, que abre las dos puertas de entrada.

¿Su carta? Encontrarás una amplia variedad de cócteles (su especialidad) y tapas de estilo joven y creativo, pero sin juegos de manos. Aquí encontraremos un buen producto y algunas recetas imaginativas como las cigalas, las alitas deshuesadas o el steak tartar, entre otras muchas propuestas.
En el mismo número se sitúa el restaurante Smooth. Si te gusta probar platos de muchos lugares del mundo en un entorno cuidado, el Smooth es tu opción.
Su carta es asequible, tanto por precio como por longitud. Encontramos platos de buen producto de la tierra, como el jamón de bellota batido, los corazones de alcachofa o el huevo poche con foie bloc y Pedro Ximénez. Y ejemplos de la imaginación indiscutible del chef, como los tallarines vegetales con cerdo chutney o el timbal de salmón con nieve de burrata y eneldo.

En la esquina de la Plaza de los Sitios y la Calle Joaquín Costa se encuentra el Ginger Fizz Bar. Este establecimiento tiene todo para atraer a la gente cool: un cuidado interiorismo en el que el verde de la vegetación y el juego de las luces y sombras de su original iluminación son los protagonistas, mesas comunitarias de madera, ladrillos a la vista, ventanales abiertos a la calle, terraza…

La carta, además, está hecha para producir ataques de priapismo entre los modernos, con una amplia variedad de cócteles (su especialidad) y tapas de estilo joven y creativo, pero sin juegos de manos.
A pocos metros, en el número 8 de la Calle Joaquín Costa, se sitúa el Costa 8, un gastro bar que se ha hecho un hueco por méritos propios en el panorama gastronómico zaragozano, gracias a una propuesta basada en ensaladas, raciones, hamburguesas, arroces y platos para compartir, con especialidades como los huevos rotos con crujiente de ternasco, los chipirones a la plancha, el pulpo braseado o la hamburguesa de ternera.

En el mismo número está el Rincón de Costa. En el centro de Zaragoza hacía falta un local de tapas de estilo creativo y joven, pero sin juegos de manos. La gastada palabra “honestidad” se llena de significado en una carta que no busca marear, basada en la buena materia prima, pero que conoce sus limitaciones.
Entre las especialidades, los arroces del día, tostadas ya clásicas como el Rinconcito (solomillo, bacon ahumado y ajo aceite), las brochetas, o un amplio surtido de raciones para picar a cualquier hora del día.

Junto a la Plaza de los Sitios, en el número 21 de la Calle Jerónimo Zurita, se sitúa el Carnívoro, un rara avis, un restaurante de lujo donde el máximo reclamo culinario es la brasa y no las recetas barrocas.

En el local de al lado, podemos visitar el Bokoto, un referente para los amantes de la comida japonesa.
Apuestan por una mezcla de recetas tradicionales de Japón y platos más de vanguardia en los que incorporan productos de tierras más cercanas.
La carta está repleta de especialidades japonesas frías y calientes, desde ensaladas y brochetas a tempuras, pasando ceviches, tartares, o por los habituales gyozas, rolls, sashimi, nigiri, o los rolls en tempura.

A pocos metros, en el número 20 de la Calle Sanclemente, se encuentra el Basho Café. En su carta, propuestas para compartir como los huevos rotos con jamón o la ensaladilla rusa casera, tostas y bocadillos variados, o las hamburguesas de ternera.

La Plaza de los Sitios se mantiene como un cobijo para los vecinos y visitantes que buscan tomarse una cerveza o picar algo tranquilamente. A pesar de este maná de sillas y mesas, por la noche no es fácil encontrar sitio para sentarse, pero cuando se consigue, no hay quien te desenganche de tu trocito de paraíso urbano.
Uno de esos lugares para reenamorarse de Zaragoza y del mundo en general.