Bretón es una de las calles mas céntricas y concurridas de Zaragoza, y se extiende desde el Paseo Fernando el Católico hasta la Avenida Valencia, atravesando Baltasar Gracián, Cortes de Aragón, San Antonio María Claret, Pilar Lorengar, Concepción Arenal, Juan José Lorente, Luis Antonio Oro y Maestro José Serrano.
A veces uno no se dirige precisamente a la Calle Bretón, a veces uno va para otro lado, a otra plaza, a otra gestión, a veces por ahí se hace más lejos pero igual uno toma la Calle Bretón, como si fuera un recorrido obligatorio o una suerte de apremio por llenarse de la vida que recorre esa calle de un extremo a otro.
Es uno de esos sitios donde parece que el tiempo se haya detenido años atrás, cuando todo era más sencillo y la gente no tenía tanta prisa.
Las edificaciones no tienen más de tres o cuatro alturas, las suficientes para resguardar de la luz del sol a casi cualquier hora del día.
Los balcones se asoman a la calle, como queriendo ser parte de todo cuanto ocurre y, dividiéndolos, están los guardavecinos, esas rejas con los más caprichosos diseños que tipifican los barrios y marcan los pequeños límites perimetrales entre viviendas contiguas.
En el 4 se encuentra el restaurante Sushi Yumi. Aunque mantiene la idea y el concepto de buffet, es a la carta. Es decir, el cliente no se levanta sino que elige en la mesa. Su catálogo incluye 190 recetas.
El camarero toma la comanda y se preparan al momento. De esta forma, la comida llega recién hecha, algo que se agradece tanto en los platos que llevan arroz como en los calientes.
Hablar del Bar Bretón (número 20) es hablar de sus deliciosos bocadillos y raciones y de su agradable trato. Comer o cenar en el Bar Bretón se convierte en una experiencia diferente al sentarte en una de sus “barricas”, en las que puedes servirte tu mismo la cerveza que desees sin la incomodidad de perseguir al camarero cada dos por tres para que te sirva otra bebida. Esa independencia, te hace sentirte más cómodo y estar más pendiente de disfrutar con tus amigos.
La originalidad de autoabastecimiento de cerveza para las mesas y una amplia carta de platos, bocadillos, tostadas y tapas entre las que elegir, hacen del Bar Bretón una buena elección para acercarte a cenar con tu grupo de amigos.
En el número 22 está La Papa Arrugá, una taberna en la que podrás comer platos típicos de la cocina aragonesa, además de tapas y raciones elaboradas con los mejores ingredientes de la dieta mediterránea.
En el 38 se encuentra el Dan O’Hara, un bar temático irlandés que ofrece una amplia carta de cervezas clásicas y artesanales, sidras y una selección de las mejores marcas de whisky de Irlanda.
En la actualidad tan solo existen un puñado destilerías de whisky en Irlanda, que producen algunas de los mejores marcas del mundo. Los camareros del Dan O’Hara también son unos expertos en los diversos tipos de ron y sobre cómo hay que remover un buen mojito.
En el mismo número se sitúa el Emir, un paraíso de lo castizo y la segunda casa de jóvenes estudiantes que van allí en busca de sus cañas bien tiradas de cerveza con su correspondiente aperitivo. No te dejes engañar por el sencillo aspecto exterior, comer buenas tapas, raciones y bocadillos a precios razonables sería una entelequia en la zona de Bretón si no fuera por casas como el Emir.
Este establecimiento apuesta por una cocina aragonesa de autor elaborada con productos de temporada, próximos y de calidad. Aquí encontraremos un buen producto y algunas recetas imaginativas, pero sobre todo buen producto a precio asequible.
En la intersección de la Calle Bretón y la Avenida Valencia se encuentra el Edificio Torresol, un gran inmueble multifuncional imprescindible en el paisaje urbanístico de la ciudad. El coloso inició la era de los edificios altos en Zaragoza de finales del siglo XX. Su parte más alta cuenta con 18 plantas y supera los 53 metros.
El edificio destaca por su agradable estructura visual, en la que resaltan las líneas horizontales. La novedosa tecnología con que fue erigido, lo convirtió desde un principio en objeto de admiración por parte de la población y los expertos.
Eso (y muchísimo más) es la Calle Bretón: un lugar donde es fácil perderse y sentirte dentro de una aventura, una locura y un remanso de paz, todo depende de donde estés y del momento del día.