En el interior de la sede central del grupo bancario Ibercaja, un moderno edificio de cristal situado justo al lado la plaza Basilio Paraíso, se encuentra una de las obras maestras del Renacimiento aragonés, el antiguo Patio de la Casa Zaporta, más conocido como el Patio de la Infanta.
Es una de esas joyas que podrían haberse perdido varias veces a lo largo de la historia, pero que milagrosamente consiguieron subsistir al paso de los siglos.
Gabriel Zaporta fue un comerciante y banquero judeoconverso, originario de Monzón, que se estableció en Zaragoza hacia 1535. Fue el primer banquero de la Corona de Aragón y mantuvo prósperas relaciones comerciales con Valencia, Francia, Flandes e Italia, a donde exportaba productos como lana, trigo, azafrán y ganado.
También concedía préstamos y créditos y entre sus clientes más ilustres estuvo el propio rey Carlos I, que le concedió el título de noble de Aragón en 1542.
En 1550, con motivo de la celebración de su boda con Sabina de Santángel, de quien estaba profundamente enamorado, inauguró un espléndido patio en el palacio que tenía entre las calles San Jorge y San Andrés, en el límite de la antigua judería.
Este patio se veía directamente desde la calle en el momento de su construcción, pues no existía la transición del habitual zaguán, en un alarde de ostentación que mostraba a todo paseante el poder y riqueza alcanzado por su dueño.
El patio presentaba una estructura palaciega típicamente aragonesa, con dos pisos, y una galería superior soportada por columnas. Se distinguía de otras estructuras similares por la profusa decoración de sus elementos arquitectónicos.
La planta baja estaba construida a dintel, mientras que la principal alojaba una galería corrida de arcos de medio punto soportados por columnas abalaustradas.
Todas las columnas, tanto inferiores como superiores, eran anilladas a dos tercios, característica tradicional de la columna Renacentista aragonesa.
Además, tanto los elementos sustentantes como todo el resto, estaban decorados con relieves. Así, las columnas se ornamentaban con figuras humanas a modo de cariátides o estípites.
El patio constaba y consta de cuatro lados y el antepecho que los bordea está decorado con dieciséis medallones en el que se aprecian bustos de personajes históricos como Carlos I, Fernando el Católico, Felipe el Hermoso, Carlomagno o emperadores romanos como Trajano, Adriano o Marco Aurelio.
Debajo del antepecho, sobre las columnas, discurre un pequeño friso con 28 medallones que se miran entre sí y que representan catorce parejas de amantes famosos, entre los que destacan Paris y Helena, Eros y Psique, los judíos Abraham y Sara y Jacob y Raquel, o los grecolatinos Ulises y Penélope.
Sin embargo, toda esta urdimbre de esculturas históricas y decoraciones mitológicas no eran sino una forma de camuflar algo mucho más cabalístico y oculto. Como judíos conversos, Gabriel y Sabina tenían que demostrar su fe cristiana ante el mundo y por tanto no podían reconocer algo que hubiera sido una herejía para la época: el patio estaba diseñado para representar y conmemorar la carta astral del momento exacto de su boda: las 18 horas y 50 minutos del 3 de junio de 1549.
Los novios, Gabriel y Sabina, tallados en madera, presiden el patio desde lo alto y observan, semiescondidos y cómplices, el horóscopo secreto de su enlace.
En plena Ilustración, la Real Sociedad Económica de Aragón decidió fundar la Escuela de Dibujo en 1784 e instalarla en los bajos de la Casa Zaporta.
Pocos años después, en abril de 1792, el rey Carlos IV convirtió esta Escuela en la Real Academia de Bellas Artes de San Luis, que se instaló posteriormente en lo que es hoy en día el Museo de Zaragoza.
Esta casa palacio sirvió de residencia a importantes personajes aragoneses como el Cronista Mayor del Reino Lupercio Leonardo de Argensola, Martín de Goicoechea, mecenas y amigo del pintor Francisco de Goya o Ramón Pignatelli.
Después de tener como inquilino a Ramón de Pignatelli durante algunos años, la Casa Zaporta volvió a quedar huérfana hasta que en 1793, María Teresa de Vallabriga, viuda del Infante don Luis de Borbón, hermano de Carlos III, decidió regresar a su ciudad natal después de años en la corte y habitarla.
La Casa Zaporta se convirtió en un centro de intelectuales, artistas e ilustrados y a partir de ese momento, el palacio pasó a llamarse Casa de la Infanta y su patio, ‘Patio de la Infanta’, nombre con el que ha llegado hasta nuestros días.
A la muerte de la Infanta, el edificio se destinó a otro tipo de usos. Alojó a estudiantes, artistas, comerciantes y artesanos, y también fue almacén y taller de carruajes.
A mediados del siglo XIX, los propietarios alquilaron las partes libres del edificio. El patio y la casa sirvieron entonces como taller de fundición, almacén de carbón y madera, escuela de música, imprenta y hasta taller de ebanistería.
La noche del 11 de septiembre de 1894 la casa sufrió un terrible incendio del que sólo se salvaron el patio y la escalera. El 4 de febrero de 1903 se decidió demoler el inmueble.
El patio fue vendido al rico anticuario francés Ferdinand Schultz, quien lo desmontó, lo traslado y lo volvió a montar en su tienda de antigüedades, en el número 25 de la Rue Voltaire de París.
En 1957 la Caja de Ahorros de Zaragoza, Aragón y Rioja (hoy Ibercaja) compró el patio y en 1980 lo decidió instalarlo dentro de su nueva sede central de la plaza Basilio Paraíso (aunque para visitarlo, hay que entrar por San Ignacio de Loyola), donde todavía hoy podemos visitarlo y admirar algunos de los secretos que todavía esconde.
En la actualidad, el Patio de la Infanta es un espacio dedicado a la organización de congresos, conferencias y exposiciones.
Además, acoge una exposición de carácter permanente formada por ocho tapices de los siglos XV, XVI y XVII, paños de temática mitológica y religiosa elaborados sobre cartones de Rubens, Jordaens o Gaspard van der Bruggen.
La calidad de los paños, el colorido de los hilos que forman las tramas y la variedad de los temas proporcionan una inmersión envolvente en el esplendor de siglos pasados plasmado en una técnica artística que seduce por su minucioso virtuosismo.
Patio de la Infanta
Dirección: Calle San Ignacio de Loyola, 16 (Sede Central de Ibercaja)
Teléfono: 976 971 926
Sitio web: https://www.fundacionibercaja.es/nuestros-espacios/ibercaja-patio-de-la-infanta-zaragoza
Horarios: De martes a sábado de 10 a 14 y de 16 a 20 h. Domingos y festivos de 10 a 14 h. Lunes, cerrado.
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