La Puerta del Ángel se ubicaba en lo que hoy sería el inicio de la Calle Don Jaime I, justo enfrente del Puente de Piedra. Fue considerada durante siglos la entrada principal de la ciudad por la que accedían los viajeros que llegaban del Norte y de Cataluña.
De origen romano, esta salida de la ciudad ha tenido varias configuraciones y nombres: Puerta del Norte, Puerta del Puente, Puerta de Alcántara y Puerta del Ángel.
Vista desde el puente destacaba, no sólo por su fábrica sino también por los dos edificios ya desaparecidos que la flanqueaban, que entonces eran el Palacio de la Diputación del Reino a la izquierda, y la Casa del Puente a la derecha.
En 1616 el fraile franciscano Diego Murillo describía así la Puerta del Ángel: «…en la puerta de la puente por donde se entra a la ciudad la cual es noteblemente grande, y está sobre ella una figura de mármol del Ángel Custodio, muy bien labrada, que con esto, y dos hermosas torres que tiene a los lados, de donde se continúan las dichas casas, hacen una vistosa y gallarda perspectiva».
En 1492 la Puerta del Ángel fue remodelada con motivo de la visita de los Reyes Católicos tras la conquista de Granada y el descubrimiento de América.
Durante los Sitios de Zaragoza (1808-1809) sufrió graves daños a causa de los bombardeos, lo que sumado a su ya anterior mal estado de conservación, provocó su derribo en 1821.
Fue reconstruida en 1860 con motivo de la visita de Isabel II a Zaragoza y eliminada definitivamente en 1867.
Actualmente, podemos ver algunos restos de dónde comenzaba esta puerta en la pared lateral de La Lonja.
El ángel de alabastro policromado que la adornaba (obra del escultor Gil Morlanes el Viejo) y que le dio su nombre desde 1493, se guarda hoy en el Museo de Zaragoza.
El Ángel Custodio en cuestión es el mismo personaje que hoy luce a la izquierda de la entrada del Ayuntamiento, en la Plaza del Pilar, y también la gran escultura de Ángel Orensanz en metal rojo que se levanta en la confluencia de la Vía Hispanidad con Isabel la Católica.
Dirección: En la confluencia de la Calle Don Jaime I y Paseo de Echegaray y Caballero, entre lo que hoy conocemos como el Palacio Arzobispal y la Lonja