El Puente de Piedra es el más antiguo que cruza el río Ebro y sus orígenes se remontan a la fundación de la ciudad, hace 2.000 años.
Tiene, aproximadamente, 230 metros de largo que, con buen tiempo, son un placer para la vista, pero si sopla el cierzo… Si ruge el viento desde el Moncayo, hay que ser valientes y cruzar. Si hay un lugar para descubrir el carácter del cierzo, es este.
El Puente de Piedra se levanta con la ayuda de ocho arcos, aunque uno de ellos, el más próximo al Casco Viejo, hace años que quedó enterrado bajo el paseo Echegaray y Caballero, junto a la Lonja.
En el lugar donde se encuentra el Puente de Piedra, ya existía uno en la época romana. Coincidía con la prolongación del Cardo Maximus (actual Calle Jaime I), frente a una de las puertas principales de la ciudad y servía tanto de puente como de acueducto.
No estamos en condiciones de asegurar de qué material estuvo construido (se sospecha que podía ser un puente con pilares de piedra y un tablero de madera), pero sí que sabemos que un puente se levantaba ya en el siglo I en el lugar donde hoy se encuentra el actual, pues de otra manera Caesaraugusta no hubiera cobrado la importancia que tenía de no ser porque servía como punto de acceso al noreste de Hispania.
Hay que recordar que hace 2.000 años el río Ebro era más estrecho debido a la menor sedimentación. Y el acceso al río era más sencillo, pues con posterioridad se elevó el nivel de la calle quedando el río más bajo (por eso el Museo del Puerto Romano está bajo tierra).
En el siglo IX, en pleno Califato, las ciudades de estrato hispano-musulmán cobran vigor y superan holgadamente a las ciudades del norte peninsular, que en el caso concreto de Zaragoza se llega a los 26.000 habitantes, cifra muy superior a la que en aquellos tiempos tenía, por ejemplo, Valencia.
Las referencias más antiguas que mencionan el puente son de origen musulmán. Se recogen en el tratado llamado Al Hymyari o Kitab al-Rawd al-Mitar (El libro del jardín fragante), compendio geográfico árabe sobre el Al-Ándalus escrito por Muhammad bin Abd al-Munim al-Hymyari donde se cita el puente (de madera sobre pilares de piedra).
El Emir Abd al Rahman II lo rehabilitó en el año 839 por cuestiones estratégicas para facilitar el traslado de tropas.
En documentos medievales se describe que el Rey Alfonso I el Batallador lo cruzó al conquistar Saraqusta a los musulmanes en 1118.
La estructura actual fue construida en el siglo XV en estilo gótico, con piedras de Muel, La Muela y Castellar y bajo la dirección de los maestros españoles Frenoya y Coirat y del italiano Matéu.
El proyecto fue de gran envergadura que requirió incluso la ayuda del papa aragonés Benedicto XIII, más conocido como el papa Luna, para la concesión de permisos de extracción de material y construcción.
En la época de su construcción el puente fue concebido como un elemento de prestigio. El concejo se reunía en un edificio muy próximo a La Seo, llamado “las Casas del Puente”, y también daba nombre a la puerta de entrada a la ciudad por el Norte, donde se colocó la imagen del Ángel Custodio. Quedaba así configurado un conjunto arquitectónico de gran impacto visual.
El puente incorporaba en sus machones molinos, que arrendaba el concejo para beneficio de los vecinos. Aún se pueden ver algunos restos de los molinos que había en el puente.
Posteriormente, el puente ha sido destruido y reconstruido en varias ocasiones debido a las crecidas del Ebro. La riada de 1643, que destruyó las arcadas quinta y sexta fue inmortalizada por Juan Bautista Martínez del Mazo, en su cuadro «Vista de Zaragoza» de 1647.
Las obras de reconstrucción, a cargo de Felipe de Busignac y Borbón concluyeron en 1659 y para conmemorarlo el Concejo de Zaragoza encargó cuatro leones de piedra, símbolo de la ciudad, para situarlos a las entradas del puente.
En 1789 el arquitecto Agustín Sanz (el mismo que diseñó la Puerta del Carmen y el Teatro Principal) realizaba el pretil del Ebro que iba desde el Puente de Piedra hasta el Convento de San Lázaro. Este murallón se construyó en seis meses concluyéndose las obras el 24 de diciembre de 1789, para prevenir el riesgo de inundaciones de la ciudad en las posibles avenidas del río.
Durante los Sitios de Zaragoza, el 18 de febrero de 1.808 las baterías francesas destruyeron parte del puente de Piedra para impedir la ayuda de la plaza a los defensores del Arrabal. La caída de la iglesia de Altabás y del convento de San Lázaro supuso la rendición de los más de dos mil defensores del Arrabal (margen izquierda), la primera que conseguían los franceses tras sesenta días de asedio.
El 9 de julio de 1813 las tropas francesas abandonaban Zaragoza poniendo así fin al largo periodo de ocupación. En un intento por impedir la persecución de los zaragozanos, el ejército francés voló la arcada norte del puente.
Hay constancia de que en el año 1.814 estaba reparado pues fue por ahí por donde cruzó el rey Fernando VII cuando regresaba a Madrid.
En 1906 el puente sufrió una desafortunada remodelación, se demolieron las torres que flanqueban el puente y se eliminaron los leones de piedra, que acabaron en una escombrera.
Uno de los elementos que nos llama la atención de este puente es la Cruz en Memoria de Boggiero, Sas y el Barón de Warsage. Una cruz diseñada en 1908 por el arquitecto Ricardo Magdalena recuerda los acontecimientos que sucedieron en el Puente de Piedra durante los Sitios de Zaragoza en 1808 y 1809 con la siguiente inscripción: «Aquí fueron vilmente asesinados el R.P. Basilio Boggiero y el presbítero M. Santiago Sas. Aquí cayó mortalmente herido el Barón de Warsage».
En 1991, el escultor Francisco Rallo realizó en bronce las figuras de los leones que pueden verse en la actualidad y que tenían como objeto dar una imagen al Puente de Piedra lo más parecida posible a la que antiguamente presentaba.
En lugar de reproducirlos Rallo decidió realizar cuatro leones despiertos y protegiendo la ciudad: dos miran a la calle don Jaime, y otros dos miran hacía el Arrabal.
El arquitecto José Manuel Pérez Latorre diseñó los pedestales (de 7 metros de altura) para los cuatro leones.
Todo buen zaragozano que se precie conoce bien las maravillosas vistas desde la ribera del Ebro, justo al lado del Puente de Piedra y de los restos del antiguo Convento de San Lázaro. Desde su pequeño mirador podréis ver alucinantes vistas presididas por el Pilar.
La puesta de sol es un momento muy especial del día en el que el cielo experimenta un precioso cambio de color, que comienza cuando una débil luz amarilla se proyecta en las fachadas del Pilar y la Lonja.
Es toda una experiencia ver pasar los minutos en los que el sol va fundiéndose con el Ebro mientras el cielo va adquiriendo tonos de color azul, naranja, rosa y violeta hasta desaparecer en el agua.
Sentarse frente a él es la mejor manera de desconectar y detener el tiempo en un momento perfecto. Ideal para ir con amigos que vengan de fuera para dejarles atónitos semejante paisaje.
Dirección: El Puente de Piedra se localiza sobre el río Ebro a la altura de la Calle Don Jaime I (margen derecha) y el Barrio del Arrabal (margen izquierda), uniendo este barrio con el centro de Zaragoza