En la actualidad, el Camino de las Torres es uno de los lugares más emblemáticos y animados del centro de Zaragoza y cuenta con numerosos bares, restaurantes y cafeterías.
El Camino de las Torres se extiende a lo largo de 2,4 kilómetros como un eje de alta capacidad de tráfico rodado que conecta el río Ebro con el paseo de Sagasta.
Hoy lo adornan altos edificios, prestigiosos hoteles y grandes rotondas, pero su origen se remonta a la época en que las fincas agrícolas más destacadas de la ciudad (torres) comenzaron a dar paso a la incipiente industria.
En concreto, el antiquísimo camino se dirigía hacia Cuarte en paralelo a la acequia de las Adulas, que daba suministro a las huertas de la zona.
Nadie podía imaginar entonces que una vía polvorienta se convertiría en el trazado más importante de la futura Zaragoza.
Con el tiempo, todos comenzaron a llamarle Camino de las Torres, un nombre que salió de la propia población, como la mayoría de los que sobreviven desde aquella época.
La construcción del Canal Imperial a finales del siglo XVIII supuso la radical modificación del antiguo trazado de caminos y acequias de riego en todo el sur de la ciudad, y el antiguo camino de Cuarte fue así convertido por un gran paseo que conducía al complejo portuario de Torrero junto al puente de América.
Con el paso de las décadas y aprovechando este caudal de agua, a finales del siglo XIX se fueron instalando empresas harineras, peleteras…
A principios de los años ochenta del pasado siglo XX, una gran mutación urbanística modificó profundamente el carácter agrícola de la zona. El soterramiento de la acequia -que hasta entonces cruzaban los zaragozanos sobre tablones o pequeños puentes- permitió la creación de la gran avenida flanqueada por enormes bloques de modernas viviendas que hoy es el camino de las Torres.
Por debajo del actual Camino de las Torres sigue circulando el agua de la famosa pero ya totalmente tapada y sin uso agrícola acequia Las Adulas que tomando agua del Canal Imperial y viniendo desde la zona del Parque Grande José Antonio Labordeta discurre hasta la zona de Las Fuentes para desembocar en el Ebro.
En dirección hacia el río, el antiguo cuartel de San José -antes prisión, y mucho antes convento– fue adquirido por el Ayuntamiento de Zaragoza en la Transición mediante la conocida como Operación Cuarteles. Fue demolido con el objetivo de enlazar con la margen izquierda de la ciudad a través del puente de Las Fuentes.
En el otro extremo, se soterraron las vías de Tenor Fleta, donde permanece desde entonces el colegio de los Agustinos, construido en los años 30 con una estética neomudéjar obra de Miguel Ángel Navarro.
Con una situación privilegiada en la esquina de Cesáreo Alierta con Camino Las Torres, el Boston es un hotel funcional que dispone de habitaciones con vistas magníficas de toda la ciudad.
En el número 78 se sitúa el Europeo, un sitio donde tomar buenos bocadillos, creppes y raciones. En el Camino Las Torres hacía falta un local de estilo creativo y joven, pero sin juegos de manos. Aquí encontraremos un buen producto y algunas recetas imaginativas, pero sobre todo buen producto a precio asequible.
En el número 92 está el Mesón de Tomás. Cada día de la semana anuncia en su pizarra una especialidad diferente de arroz, como el magnífico arroz en costra. Si el arroz del día no os apetece, siempre podéis recurrir a la carta, donde encontraréis hasta 14 tipos de arroz diferente para tomar en el restaurante, o para llevar: desde el arroz con marisco, o con bogavante, hasta el arroz especial con carabineros, pasando por el arroz con longaniza y hongos, el arroz con chipirones y ajos tiernos, o el abanda con pescado.
En el mismo número se encuentra La Tradicional, un establecimiento especializado en comida casera para llevar. Aquí se han tomado la molestia de hacer que la cocina de producto sea una opción posible para personas con prisa. No hacen grandes producciones: desde el mostrador verás una encimera con unas pocas ollas haciendo hervor.
En esta tienda de comida preparada encontraréis cada día más de 70 platos diferentes, entre ellos pollos a l’ast, tiernos y sabrosos, arroces, fideuás, ensaldas y asados. Tienen una gran variedad de platos para elegir. Unos se mantienen todos los días y otros que van rotando dependiendo de los productos de temporada.
Un poco más adelante, en el número 116, aparece el Mononoke Café. Su preciosa decoración Art Decó, su larga barra de zinc, sus mesas de piedra clásicas junto a sus enormes ventanales y sus grandes lámparas, lo convierten en el sitio perfecto para sentarse tranquilamente y entretenerse con un juego de mesa.
Si te apasionan los juegos de mesa, ya sean de estrategia, destreza, memoria o didácticos, en el Mononoke Café cuentan con un amplio catálogo para pasar horas con tus amigos.
Expande tu territorio en Catán, prueba qué tan hábil eres para sacar las piezas de Jenga o logra ser el primero en decir “uno” sin tener que comer después toda la pila de cartas en este local que rinde homenaje a “La princesa Mononoke”, la obra maestra de la animación japonesa escrita y dirigida por Hayao Miyazaki en 1997.
El Camino de las Torres es una de las zonas más comerciales de la ciudad y siempre está llena de gente de todas las edades, por lo que es un gran lugar para experimentar la atmósfera incomparable del centro de Zaragoza.