El Palacio Larrinaga fue diseñado en 1901 por el arquitecto Félix Navarro para el matrimonio formado por naviero de origen vasco y nacido en Liverpool Miguel Larrinaga y la aragonesa de Albalate del Arzobispo Asunción Clavero.
Miguel y Asunción se conocieron en la Basílica del Pilar, al asistir al servicio religioso habitual de finales del siglo XIX. Ese fue el flechazo.
Se enamoraron, se casaron y se fueron a vivir a Liverpool, donde estaba la sede de la naviera de Miguel. Tuvieron tres hijos y en sus planes de futuro siempre estaba regresar a Zaragoza.
Como agradecimiento por el esfuerzo que Asunción estaba haciendo al dejar su tierra atrás, Miguel ordenó construir un edificio que fuera su residencia de retiro. Para ello contrató a uno de los mejores, el arquitecto Félix Navarro. En su currículum figuran el Mercado Central, el Monumento al Justicia o la Escuela de Artes y Oficios.
El edificio fue construido entre los años 1901 y 1908, en un solar de más de 100.000 metros situado en la avenida de Miguel Servet.
En él trabajaron muchos de los mejores artesanos de Zaragoza haciendo vidrieras, mosaicos, relieves, cerámica, rejas, yeserías…
Por todas partes hay barcos, anclas, cuerdas, caballitos de mar… y otros elementos decorativos que aluden al mar y al comercio marítimo, ocupación de los Larrinaga.
Es un voluminoso edifico de cuatro fachadas con torres en sus ángulos. Tiene planta cuadrada y sus dependencias se distribuyen en torno a un espacio central cubierto con cúpula.
El interior del palacio se estructura en cuatro plantas: sótano con dependencias auxiliares; planta baja; con despacho, comedor principal, y el salón francés; la zona privada de la familia y la capilla en la planta superior y el ático que alojaba las habitaciones del personal de servicio.
En la parte posterior se construyó un mirador acristalado en forma de exedra. Las torres no cobijaron ninguna dependencia especial, tan solo fueron espacios abiertos. A ellas se accedía desde el interior y desde la galería de la fachada principal.
Todo el espacio interior se decora mezclando elementos de estilo plateresco, barroco y rococó, realizados en diversos materiales. De forma singular, dos de las habitaciones principales contaron con una gran chimenea en piedra decorada con motivos renacentistas. También la capilla estuvo decorada con esmero. Contó con preciosas vidrieras en sus vanos y cuidados pavimentos en madera.
Al exterior, el elemento más significativo es la gran fachada principal y las cuatro torres de las esquinas, que sobresalen en altura. La fachada principal se divide en dos grandes galerías abiertas por arcos. Sobre las galerías se aprecia una cubierta tranqueada y el remate octogonal de la cúpula.
Para decorar su exterior se utilizó azulejería y elementos decorativos en piedra realizados por el escultor Carlos Palao. Las torres se cubren también con azulejos realizados a la cuerda seca. La fachada principal es la más decorada y en ella destaca, sobre todo, el mural cerámico que preside la arcada superior, inspirado en el comercio naval.
El mural cerámico de la fachada principal podría ser obra del ceramista Enrique Guijo Navarro, según los estudios realizados para la restauración del palacio en 1996.
El palacio se finalizó en 1908 pero la pareja nunca lo habitó, ya que Asunción falleció a los 65 años, cuando todavía residían en Liverpool. Miguel dejó de encontrar sentido al edificio si no era junto a su amada y lo vendió con todo lo que había dentro, incluidos los muebles. Murió diez años después y ambos descansan en el cementerio de la ciudad británica.
Las primeras manos sobre las que recayó esta construcción de aire renacentista fueron las de los directivos de Giesa, que instalaron junto al Palacio de Larrinaga una fábrica de ascensores.
Después, la orden religiosa de los Marianistas se hizo con el edificio pero, en 1988, por problemas con el mantenimiento, decidieron venderlo.
Como no querían que pasara a manos privadas, lo ofrecen al Ayuntamiento de Zaragoza para que lo convirtiera en una residencia de invitados ilustres pero no se llegó a un acuerdo. Finalmente, en 1993, Ibercaja se hizo con la propiedad.
Tras las obras de restauración acometidas por los arquitectos Luis Franco y Mariano Pemán, el Palacio de Larrinaga es actualmente la sede del Patronato Cultural de Ibercaja. También acoge el Centro de Documentación de la entidad en Zaragoza, así como varias bibliotecas adquiridas por el banco.
Dirección: Calle de Miguel Servet, 123