En el año 1918 se cumplían novecientos años de la reconquista de Zaragoza por el rey Alfonso ‘el Batallador’. Con tal motivo se constituyó la Junta encargada de la conmemoración del aniversario, que entre otras actuaciones decidió levantar un monumento en el llamado Cabezo de Buenavista.
El proyecto elegido fue el del escultor zaragozano José Bueno, también autor del monumento a Mariano Cavia en la Plaza Aragón.
El escultor tomó como modelo el retrato (imaginario) del rey pintado por Francisco Pradilla en 1879 y que hoy se conserva en el Ayuntamiento de Zaragoza.
Pradilla debió de conocer al joven José Bueno durante la estancia de éste en Madrid entre 1905 y 1912, como estudiante y aspirante a escultor. Ese conocimiento previo explicaría la rapidez con la que Bueno se dirigió al pintor en búsqueda de información que facilitara su labor.
En el mes de junio de 1918 el escultor visitó el taller de Pradilla en la calle Rosales. Bueno acababa de regresar de su estancia cuatrianual en la Academia Española en Roma, de la que Pradilla había sido director, y de la ciudad en la que el pintor había vivido durante un largo periodo.
Así que las noticias recientes de la Academia y de Roma fueron tema seguro de conversación. Resulta muy llamativa la favorable disposición que Pradilla tuvo con el joven escultor, ya que le entregó el dibujo de apuntes que él había utilizado para la realización del retrato del rey por encargo del Ayuntamiento de Zaragoza, a la par que le aportó cuanta información solicitó sobre su ejecución.
A finales de 1920, José Bueno ya tenia terminado el modelado de la estatua en tamaño definitivo. Poco después fue pasada a mármol de Carrara por el italiano Gabriel Bechini en Barcelona, siendo posteriormente trasladada por piezas hasta Zaragoza.
En 1923 se realizó el pedestal y se acabó de montar la estatua.
En 1927 se añadió el león en bronce, obra del comandante de infantería Virgilio Garrán y fundida en los talleres Averly.
Alfonso ‘el Batallador’ era rey de Aragón y Navarra y, por matrimonio, de León y Castilla (hasta 1114). Formidable jefe de guerra, en su fuerte motivación religiosa anhelaba tomar un día nada menos que Jerusalén. Entre tanto, al topar con la fuerte resistencia de los nuevos dueños de una ciudad casi inexpugnable, amurallada y apoyada en sus ríos, planteó un asedio a Zaragoza de larga duración.
En mayo de 1118 Alfonso tomó la Aljafería. En septiembre, un contingente almorávide logró entrar en la plaza. Esperanza vana: el 11 de diciembre los saraqustíes se rindieron por hambre y el 18 Alfonso tomó posesión de la ciudad.
La conquista de Zaragoza fue un hito en la historia de la Reconquista. El ‘el Batallador’ también conquistó ciudades como Ejea, Tudela, Soria, Borja, Tarazona, Calatayud, Daroca, Molina de Aragón o Mequinenza.
En sus treinta años de reinado incorporó al reino una extensión cuatro veces mayor de la que heredó de Pedro I.
El monumento está situado en el Cabezo de Buenavista, un montículo situado al final del Paseo de San Sebastián del Parque Grande José Antonio Labordeta.
Para acceder hasta el desde el paseo existen unas escaleras monumentales que rodean la fuente-cascada que nace en la base de la escultura de Alfonso I el Batallador.
Merece la pena subir las escaleras, ya no solo por ver el monumento, desde arriba tendrás unas vistas privilegiadas de todo el parque y parte de la ciudad.
Desde aquí sacaréis fotografías únicas, ¡así que preparad la cámara, o el móvil en su defecto!.
Dirección: Cabezo de Buenavista, en el Parque Grande José Antonio Labordeta