El paseo de Las Damas se encuentra junto al cubrimiento del río Huerva, realizado entre 1924 y 1927. El río bajaba descubierto por la Gran Vía y por el paseo de la Constitución.
Una de sus orillas, donde se encuentra el actual paseo de Las Damas, se había explanado en el siglo XVIII.
En 1813 se trazó la línea de este paseo, que era continuación del paseo interior de Santa Engracia, actual Independencia.
Poco tiempo hubo que esperar para que el paseo se convirtiera en uno de los más concurridos de la ciudad, adonde iban las señoritas a lucir su elegancia, los señores a disfrutar de la bella vista y la brisa del río, y los niños a jugar en un agradable ambiente. Según los registros, se encontraba entonces adornado con dos hileras de álamos y poseía algunos bancos de piedra.
El Paseo se incorporó al entramado urbano de la ciudad en el plan de ensanche de los años 30 del pasado siglo, en el que el Ayuntamiento dio forma a León XIII y Miraflores.
Debe su nombre a la costumbre de las mujeres de la alta sociedad zaragozana de principios del siglo XIX de pasear por esta -entonces- zona ajardinada y de recreo que conducía a Torrero desde el río Huerva, todavía sin cubrir.
Pero se debió principalmente a la asociación de Damas de la Inclusa que, en 1838, para recaudar fondos mandaron hacer tres docenas de sillas para alquilarlas en este paseo: “Colocadas en el paseo que conduce a Torrero desde el puente del río Huerva, se facilitarán a las personas que quieran descansar en ellas por el módico precio de dos cuartos”.
Aunque todo el mundo lo conocía como paseo de las Damas, esta calle que hoy une Sagasta con la plaza de Albert Schweitzer no obtuvo esta denominación oficial hasta 1940, cuando dejó atrás el nombre de paseo de Sasera, que se quedó en glorieta.
El paseo, tal y como lo disfrutamos hoy, es resultado de diversas modificaciones a lo largo de los años.
La gran revolución llegó en los años 70 y 80, con la construcción del Corte Inglés, la sede central de Ibercaja y el residencial Paraíso.
El comienzo del Paseo de las Damas, flanqueado por un enorme Zara a un lado y el imponente edificio de El Corte Inglés al otro, hace intuir al visitante que se encuentra ante una importante arteria comercial.
Casi todas las grandes franquicias de moda tienen aquí su espacio, pero todavía queda hueco para negocios tradicionales que mantienen el espíritu más cercano del paseo.
Es el caso de Gilca (número 27), empresa familiar fundada en 1939 por los hermanos Gil Castillo. Desde 1964 están en Damas y, aunque en sus orígenes se centraron en la enología, ahora son un referente en droguería y productos químicos.
Un poco más adelante aparece el Verich (número 42), todo un referente de los vermuts y vinitos del Paseo de las Damas. Su terraza es una de las más cotizadas del centro. Se crea un ambiente que hace que nunca tengas ganas de irte. Aquí se está bien, yendo a hacer el vermut, a desayunar o a merendar. A cualquier hora sirven tapas y raciones, por lo que siempre serás bienvenido.
En su tramo final nos topamos con la plaza que recuerda al médico, filósofo y músico franco-alemán Albert Schweitzer.
El paseo siempre está lleno de gente de todas las edades, por lo que es un lugar ideal para experimentar la atmósfera incomparable del centro de Zaragoza.
Todo el conjunto arquitectónico y humano es impresionante, y el paseo por una de las principales arterias comerciales y turísticas de Zaragoza es totalmente ineludible, tanto para viajeros primerizos como para quienes conocen la ciudad al dedillo.