Hay calles hechas para el silencio, así como hay calles hechas para la vida, para el trasiego, para un caminar de peregrino al encuentro con la fe. Pero la Calle Predicadores ya no se recorre para encontrarse con los prelados que han de traer la promesa de vida eterna a los zaragozanos.
En poco más de un kilómetro de extensión, es uno de los trazados más regulares de la ciudad antigua. Su recorrido, de este a oeste, va desde el Mercado Central hasta la Plaza Santo Domingo, en un viaje paralelo al río Ebro.
La calle más ancha y señorial del barrio de San Pablo, conocido popularmente como el barrio del Gancho, es una arteria principal que une dos de los puntos turísticos de interés más importantes de Zaragoza: la Aljafería con la Plaza del Pilar.

Debe su nombre al antiguo Convento de Predicadores, fundado en 1250 por Jaime I. Su posición junto a la Puerta de Sancho hizo que pasara a formar parte del perímetro defensivo de Zaragoza durante los asedios franceses de 1808-1809, siendo escenario de combates y seriamente dañada. Aunque reconstruida en 1814, la desamortización española de 1835 supuso el fin de su uso religioso.
Entre 1868 y 1936 fue conocida como calle de la Democracia. En 2022, la calle fue remodelada adquiriendo su aspecto actual.
Las edificaciones de Predicadores no tienen más de tres o cuatro alturas, distinguidas por sus altos puntales y balcones que sobresalen sobre la acera, en un marcado reflejo de la arquitectura ecléctica y la gran densidad poblacional de la zona.
Testigo de infinidad de acontecimientos, rica en secretos y anécdotas, Predicadores ha latido al ritmo del corazón de los zaragozanos a través de los siglos, transportando a otra época donde todo era más sencillo y sin prisas.
Predicadores destaca por su antigüedad, su contenido histórico y por ser uno de los lugares arquitectónicamente más eclécticos de Zaragoza, donde el Barroco confluye en armonía con el Modernismo y el Art Déco.

En el recorrido, encontramos lugares emblemáticos como el Colegio Público Santo Domingo (antiguo Palacio de los Duques de Villahermosa), el Almacén de Patatas y Legumbres Díez (número 15) con sus variedades de legumbres y harinas, el taller El Calotipo (número 17) de diseño y estampación artesanal, el restaurante vegano La Piparra (número 39), y el Albergue de Zaragoza (número 70) con su espacio cultural La Bóveda.






Más adelante, la Casa de Amparo (número 96) nos recuerda los antiguos conventos dominicos destruidos durante los Sitios de Zaragoza, y al final del camino, la Plaza Santo Domingo nos recibe con la Fuente de las Musas, dedicada a las diosas de las artes escénicas, y el Centro de Convivencia para Mayores Luis Buñuel, en el solar del antiguo convento de frailes dominicos del siglo XIV.



A pocos pasos, el Teatro del Mercado ocupa lo que fue un antiguo espacio de venta mayorista de pescado.

Eso (y mucho más) es la Calle Predicadores: un lugar donde puedes sentirte dentro de una aventura, una locura y un remanso de paz a la vez, viendo la cara más auténtica de Zaragoza, donde conviven monumentos espectaculares con edificios en decadencia que aún laten con vida.

El Casco Histórico de Zaragoza se disfruta mucho mejor caminando, para vivirlo a tu ritmo, sentir su esencia y descubrir la historia que esconden sus calles.