En la Zaragoza del siglo XVIII, todavía rodeada de murallas y puertas, nació el Camino de Torrero, que iba desde la Puerta de Santa Engracia (hoy zona de la Plaza del Paraíso) hasta el barrio de Torrero (barrio que nació en torno al Canal Imperial de Aragón).
Esta área estaba muy bien comunicada, ya que en 1885 se abrió la línea 3 del tranvía hasta Torrero (se electrificó apenas una década después) y en sus orillas se localizaban torres o casas de campo. El Paseo Sagasta, como tal, se empieza a parecer a su actual diseño en 1900, cuando el arquitecto municipal Ricardo Magdalena definió el ensanche hacia el sur.
Zaragoza vivía un veloz proceso de crecimiento económico y demográfico, que le llevó a duplicar su población en apenas tres décadas.
La zona se convirtió en una de las más bonitas de Zaragoza y en ella se fue instalando la alta burguesía zaragozana construyendo edificios modernistas que hoy aún podemos admirar como la Casa Juncosa, la Casa Retuerta, la Casa Corsini, la Casa Palao, y la Casa de Manuel López Florez, que es de la que hablaremos en este artículo.
En 1903 don Manuel López Florez, propietario de un solar situado en el Paseo de Sagasta nº 17, colindante «al oriente con casa de Don Genaro Checa y a poniente con propiedad de Don Carlos Corsini» pidió licencia para construir un edificio de viviendas y dos locales comerciales en dicho espacio, presentando planos firmados por el arquitecto Félix Navarro Pérez (autor del Mercado Central, del Palacio Larrinaga, del Monumento al Justicia, de la Escuela de Artes de la Plaza de los Sitios…)
Construida entre medianerías sobre amplia parcela rectangular con patio posterior, consta de sótano y cinco plantas. La fachada es enfoscada, utilizando la piedra para la magnificada portada de ingreso de rica ornamentación, situada en el centro de la misma.
De ella arranca el potente eje de simetría que define la composición de aquella, formando en altura por un triple eje de vano, ciego el central, enfatizado por magníficos elementos en hierro, algunos paramentos ornamentales a cada lado de este se abren dos ejes de vanos abalconados de iguales características con ornamentación abundante y jerarquizada, desarrollado en los márgenes de estos, completado con la que se dispone en los entrepaños a base de «placas» recortadas, etc. Se remata la fachada en una cornisa de fábrica, con un remate en el centro como coronamiento del eje de simetría compositiva.
Resulta novedosa en la obra de este arquitecto la utilización de elementos figuradas cabecitas femeninas que utiliza en esta casa por primera vez. Conserva la casa la puerta de dos hojas de madera tallada de carácter eclecticista, al igual que las decoraciones del zaguán con vistosas escayolas y la puerta de madera de paso a la caja de la escalera.
La casa es un ejemplo destacado de la evolución estética que se produce en la obra de Félix Navarro en la última década de su vida, dentro de planteamientos plenamente eclecticistas.
Dirección: Paseo Sagasta 17, Zaragoza