Plaza de Ariño de Zaragoza
La Plaza de Ariño

Plaza de Ariño

No debería ser ningún secreto que el Casco Viejo de Zaragoza se estructura en torno a sus plazas, cada una con su abanico de atractivos.

En un paseo por el centro histórico de la ciudad surgen a cada esquina palacetes cargados de enjundia. Aunque nada comparable a lo que hubo en los siglos XVI y XVII. Entonces era la Florencia española, por los muchos inmuebles aristocráticos que plasmaban la riqueza de los más pudientes, tanto que en la literatura viajera se le llamaba Zaragoza La Harta.

Hoy se intuye lo que fue. Cosas de la historia. Guerras, revueltas, especulación, modernización. La plaza Ariño es buen lugar para reflexionar sobre ello, al fusionarse la arquitectura de varias épocas y gustos.

Esta plaza surge a principios del siglo XVI, al amparo del Palacio de los Condes de Ariño y se asienta sobre un terreno formado por materiales de relleno. Es por esto por lo que aparecieron grietas en el pavimento y en los escalones que, desde la calle Don Jaime, conducían a la misma.

Plaza de Ariño Palacio de los Torrero

Para solucionar estos problemas, se convocó un concurso de ideas restringido del que resultó ganador el equipo formado por Ángel Hernández Parejo, Pilar López Ruiz e Isabela de Rentería Cano, los cuales redactaron en febrero de 1990, el proyecto de remodelación de la plaza de Ariño y calles San Félix y San Voto.

Plaza de Ariño en Zaragoza

La superficie de la plaza se compone horizontalmente formando un desnivel entre ésta y la calle de Don Jaime de un metro, esta diferencia se salva en los extremos de la misma por medio de rampas y escaleras, en el centro se colocó una fuente que une ambos espacios a través de un plano inclinado de piedra pulida de Calatorao. Junto al muro que forma la rampa de comunicación, se levantan a un lado tres luminarias a modo de estandarte y al otro un banco corrido hacia la plaza. En el lado opuesto se plantaron dos hileras de árboles y se colocaron el resto de los bancos.

El Palacio de los Condes de Ariño fue durante siglos una de las casas más admiradas de Zaragoza. Se erigía en la calle de Espoz y Mina, junto a la iglesia de Santa Cruz, y era uno de los pocos vestigios renacentistas de la ciudad. La casa existía desde el siglo XV, propiedad de los marqueses de Osera. Fue derribada en 1963. Sus últimos usos lo asocian a Acción Social Católica y la Caja de Ahorros de la Inmaculada.

Interior del Palacio de los Condes de Ariño. Dibujo de Valentín Carderera y Solano (1880) conservado en el Museo Lázaro Galdiano 
Interior del Palacio de los Condes de Ariño. Dibujo de Valentín Carderera y Solano (1880) conservado en el Museo Lázaro Galdiano

En las techumbres de sus salas principales contaba con ricos artesonados mudéjares de madera, que fueron trasladados al Ayuntamiento de Zaragoza, terminado en 1965 en la Plaza del Pilar 18. Hoy continúan adornando el techo del Salón de Sesiones, del Salón de Comisiones y del despacho del Alcalde. Su bello patio también ha sobrevivido, desmontado y reconstruido varias veces. Hoy forma parte del restaurante y discoteca Torreluna (Miguel Servet, 193).

Una escultura en la Plaza Ariño recuerda a Eduardo Jimeno Correas, autor de la primera película rodada en España. Fue en Zaragoza, a pocos metros de donde se encuentra el monumento, donde se filmó el 11 de octubre de 1896 “Salida de la misa de doce del Pilar“.

Vista del Monumento en la Plaza Ariño al zaragozano Eduardo Jimeno Correas, pionero del cine español. Al fondo puede verse la Calle Don Jaime I
Monumento en la Plaza Ariño al zaragozano Eduardo Jimeno Correas, pionero del cine español

En una de las esquinas de la plaza se encuentra la Casa de los Torrero, una de las más antiguas de su época en la ciudad, e ilustra la fase evolutiva de la arquitectura doméstica donde la tradición Gótica va dando paso al nuevo estilo renacentista. Fue construido por Miguel Torrero hacia finales del siglo XV y principios del siglo XVI.

Casa Palacio de los Torrero
Casa Palacio de los Torrero

Justo enfrente, el restaurante La Buganvilla ofrece comida de calidad a precios razonables. Aquí el cocinero y su equipo apuestan por la cocina tradicional y por los platos más caseros con recetas de la abuela. La carta es sensata, muy adecuada, no extensa pero completa, con abundante mercado, sin excentricidades vanguardistas.

Restaurante La Buganvilla
Interior del restaurante La Buganvilla

Es uno de los lugares más populares e importantes del Casco Histórico de Zaragoza, por donde transitan miles de personas diariamente, y donde muchos deciden hacer estancia para mimar los sentidos, especialmente la vista y el gusto.

Uno de esos lugares para reenamorarse de Zaragoza y del mundo en general.

 

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