La arboleda de Macanaz era un importante soto ribereño al que se accedía por la antigua pasarela (bastante precaria según cuentan los testigos) que estuvo en funcionamiento hasta 1965.
Los zaragozanos celebraban en ella la fiesta de la Cincomarzada y los almadieros que se dirigían a los aserraderos del Arrabal solían hacer allí una parada.
Aquí tenía uno de sus puntos de embarque la célebre barca del Tío Toni, que cruzaba el Ebro de lado a lado cuando el puente de Santiago no era ni un proyecto.
Mucho antes de que existieran las modernas Playas de Zaragoza en el Parque del Agua, el río era la zona de baños habitual para los zaragozanos. Y precisamente, Macanaz era una de las preferidas.
Al lugar acudían las familias y los jóvenes para bañarse y en el agua, como si de una auténtica playa se tratara, unas boyas indicaban dónde comenzaba la zona peligrosa del río. En 1928 el ayuntamiento inauguró allí un edificio de madera de estilo veneciano que albergaba los baños públicos de la ciudad.
Al lado, Helios, que se constituyó en 1925 como centro naturista.
Hoy, lo que un día fue la orilla de esta playa, son unos juncos entre los que se esconden los patos. Y nada invita a poner ni un pie dentro del agua.
En 1809 Macanaz se convirtió en una fosa improvisada donde fueron enterrados los restos de al menos 10.000 defensores de los sitios de Zaragoza. Allí fueron a parar gran parte de los cadáveres de los heroicos zaragozanos que combatieron contra el ejército de Napoleón.
Un monumento del escultor Jesús Gazol, ubicado en la confluencia del Parque Macanaz con el Puente de Santiago, recuerda desde febrero 2023 a los miles de ciudadanos anónimos fallecidos tanto en los combates como de las epidemias de tifus que asolaron la ciudad durante Los Sitios de Zaragoza.
La construcción del Puente de Santiago en 1967 afectó de forma importante al soto y su ajardinamiento terminó con su carácter natural, dando paso al actual Parque de Macanaz.
De su aspecto original de soto ribereño sólo se ha conservado la línea de árboles junto al río, fuera de la valla que delimita el parque.
En la actualidad, el Parque de Macanaz es un espacio verde de más de 35.000 metros cuadrados que discurre en paralelo a la ribera del Ebro.
Entre bloques de viviendas se encuentra este espacio amplio, impoluto y etéreo, con una buena plaza con pistas, escaleras, bancos y barandillas por los alrededores.
Este parque es el rincón perfecto para probar tu destreza con la fotografía o simplemente para dar un paseo entre bellas flores, fuentes y arbustos.
Eclipsado por tener enfrente un reclamo artístico como es la basílica del Pilar, este mirador es uno de los mejores y más tranquilos lugares de Zaragoza para contemplar un bonito atardecer.
Desde el Parque de Macanaz también se puede capturar uno de los mejores encuadres fotográficos de La Seo y el Puente de Piedra.
El Parque de Mazanaz alberga una gran cantidad de especies, como olivos, pinos y eucaliptos, además de varias fuentes y un pequeño estanque. Pero las verdaderas protagonistas son las palmeras (las hay de California, del Mediterráneo, de Canarias y del Norte del África) y las flores, que desprenden además un olor embriagador.
Aquí las mascotas son bienvenidas y sus espacios verdes son muy atractivos para que tu mascota socialice con más perritos.
Entre semana es un parque tranquilo pero los sábados y domingos el flujo de gente aumenta y en ciertas ocasiones hay actividades familiares como obras de teatro y conciertos.
El periplo por el Parque de Macanaz, que se puede alargar tranquilamente un par de horas, puede culminar cuando quieras, aunque nosotros te proponemos terminar en el Matisse Riveracafé (Paseo de la Ribera 7).
El problema de quedarse en el Matisse es que los golosos tendrán problemas a la hora de resistirse a todos los pasteles caseros que les llaman desde la barra. Vuestra fuerza de voluntad no resistirá, creednos, maravillas como la Cheesecake, la Red Velvet, la de dulce de leche, la de Oreo o la de cerveza negra que levantan pasiones.
Melchor de Macanaz, el abolicionista de los Fueros de Aragón
El parque lleva el nombre de Melchor de Macanaz (Hellín, Albacete, 1670-1760). Intendente de Aragón durante el reinado de Felipe V, se le considera el autor formal de la abolición de los Fueros de Aragón y el artífice de la consolidación de la nueva dinastía borbónica llegada a España en 1701, a la vez que el más importante de los gobernantes surgidos de la Guerra de Sucesión (1700-1715).
Nacido en Hellín (Albacete), estudió Humanidades y Derecho en la Universidad de Salamanca. Llegado a Madrid, comenzó a actuar en la Corte de Carlos II, como promotor fiscal, desde donde pasaría a servir a la dinastía francesa ininterrumpidamente hasta su muerte.
En medio de un ambiente de recelo y oposición al nuevo rey, Felipe V de Borbón, con el que se abría paso en Aragón el siglo XVIII, la Guerra de Sucesión supuso el factor desencadenante para proceder, por parte del poder central, a una plena revisión de las peculiaridades internas de las regiones forales en general y de Aragón en particular.
Macanaz fue incorporado por el diplomático y político francés Michael-Jean Amelot a la tarea de configurar la monarquía española según los criterios propios del absolutismo borbónico francés.
Bastó la victoria de las tropas de Felipe V en la Batalla de Almansa (1707) para que diera comienzo el proceso centralizador que incorporó el Reino de Aragón a la monarquía española.
De entre todas las consultas para dilucidar la abrogación o conservación de los Fueros de Aragón, tuvieron peso decisivo para la resolución final las representaciones de Macanaz y sus argumentos.
La derogación de los Fueros aragoneses tuvo efecto por un primer decreto de 29-VI-1707 dado por Felipe V en el Palacio del Buen Retiro de Madrid, que afectaba a los reinos de Aragón y Valencia.
Por lo que al Reino de Aragón se refiere, la Nueva Planta no se organizó hasta el año 1711, a partir de una real cédula de 3 de abril. Quedaban eliminados los fueros de Aragón y su derecho civil, y se instauraba un sistema político absolutista del poder, centralizando y unificando las estructuras de gobierno.
En Zaragoza, en el verano de 1711, escribió su ‘Discurso jurídico, histórico, político, sobre las regalías de los Señores Reyes de Aragón‘, en el que los fueros o derecho privativo de este reino era atacado como un obstáculo para la consolidación del poder real, es decir, de un poder unitario, centralizado, racional y uniforme.
En estas páginas, la historia es puesta al servicio de la política de reformas que se quería imponer, bajo el reinado de Felipe V: por eso mismo, los derechos del Rey eran defendidos frente a los derechos de los reinos, ya fuesen éstos los de Aragón y Valencia, o los de Cataluña.
La afirmación de las prerrogativas regias, por encima de la diversa y plural constatación de los privilegios histórico-jurídicos regnícolas, era concebida como la condición imprescindible para la consecución de la principal de las reformas: la unificación jurídico- política de la Monarquía.
La figura del primer Borbón, Felipe V, unida a la de su brazo derecho, Melchor de Macanaz, supuso el golpe de gracia a la paulatina pérdida de identidad que Aragón venía sufriendo ya desde el siglo XVII.
Dirección: En la margen izquierda, entre el puente de Santiago y de Piedra