Zaragoza es una ciudad de vecinos en la calle, de vida y movimiento y de nuevos sitios que se apoderan de una ciudad llena de cultura, arte callejero y música alternativa.
Uno de los barrios más inquietos y con más historia de la capital aragonesa es La Magdalena, bautizado con el mismo nombre que su iglesia más emblemática.
Tan histórico como que aquí se fundó la Universidad de Zaragoza o que la iglesia mudéjar de la Magdalena se originó a partir del primer templo cristiano construido por Alfonso I el Batallador tras la reconquista de la ciudad en el siglo XII. Pero si importante es el pasado, seguramente lo sea más su presente.
Cuanto más te adentras por las estrechas calles del barrio zaragozano de La Magdalena más diferente te parece.
En los últimos años se ha convertido en un barrio de lo más alternativo donde artistas, artesanos, diseñadores y emprendedores abren negocios que aportan vitalidad a la zona, de día y de noche.
Gente con inquietudes interesada en la cultura decidió poner en marcha proyectos que unieran talento con la mejora del barrio. Así, nació la Semana Cultural de la Madalena, Modalena, Madalena Street Market o la campaña para mejorar el Parque Bruil, entre otras.
Algunas de estas iniciativas, sin ‘g’, traen cola. Es un distintivo, una seña de identidad para un barrio vivo y con muchos colectivos.
En este barrio se celebran los eventos más alternativos de la ciudad, desde mercadillos de ropa vintage, exhibiciones, foodtrucks y tiene hasta su propia sala de conciertos.
Los últimos años han convertido a la Magdalena en uno de los puntos de reunión para la gente joven. Sobre todo desde que comenzó la iniciativa por parte de los bares y el Ayuntamiento de Zaragoza de impulsar el ocio los jueves. Y de ahí nació el conocido Juepincho, en el que los jueves por dos euros tomas una tapa y una caña o vino, según gustos.
Gracias a esta ruta gastronómica barata las calles se llenan de jóvenes cada jueves.
En pleno casco histórico de la ciudad se pueden encontrar los bares más castizos de Zaragoza, pero también los más modernos y hipsters. Es un barrio de contrastes, donde se juntan las típicas tascas con los bares más originales e innovadores.
Te proponemos una lista con nuestros bares favoritos en la Magdalena. Un itinerario por el barrio donde, además, podrás explorar fusiones de sabores de todo el mundo. ¡Adéntrate en la auténtica Magdalena y ponte las botas de tapa en tapa!
Casa Pedro
Los hermanos Javier y Luis Antonio Carcas han triunfado con este ambicioso resumen de su filosofía de las tapas.
Casa Pedro abrió las puertas en 2006 apostando por una cocina aragonesa de autor elaborada con productos de temporada, próximos y de calidad.
El restaurante, situado en el casco antiguo de Zaragoza, es un espacio con identidad propia: la construcción, su ubicación y su historia son el reflejo de todo aquello que expresan la zona antigua de la ciudad y su entorno.
El objetivo es conseguir que las personas que lo visitan encuentren en él un ambiente agradable y confortable.
Dirección: Calle de la Cadena, 6
Méli-Mélo
Situado en la céntrica Calle Mayor, a pocos minutos del Coso y de la Plaza del Pilar, el Méli Mélo es un establecimiento moderno con un toque vintage, que ofrece tapas originales y de calidad en un ambiente cuidado y cercano.
El Méli-Mélo ofrece dos espacios bien diferenciados. Por un lado, un gran mostrador lleno de sugerentes tapas de diseño donde se come de pie. El otro area es un intimo y agradable reservado para comidas y cenas con unas pocas mesas donde se sirven exquisitos platos.
Entre las especialidades de la casa, la tapa de ternasco con patata (ganadora del 12º Concurso Provincial de Tapas de Zaragoza), la carrillera de cerdo asada al horno con salsa de soja y miel sobre base de patata panadera y con tape de aros de cebollita frita, la butifarra de setas sobre cama de borrajas con ali-oli dulce de moscatel gratinado al horno, el chupa-chups de ternasco asado con queso de cabra y rebozado con migas de pan, la hamburguesa de rape y gambas con cebolla caramelizada en mistela de Valencia o las delicadas patatas bravas, servidas en un original cucurucho de cerámica.
Dirección: Calle Mayor, 45
Pedro Saputo
Al pie del Coso, cerca de la calle Heroísmo, hace años que reina la Taberna Pedro Saputo.
Pedro Saputo es una de las bodegas más auténticas de la Zaragoza. Ofrece buen vermut casero, tapas míticas y ambiente asegurado. El camarero os servirá los huevos rotos saputo, el canapé de oca o los huevos de trufa, que son algunas de las tapa más populares del bar, pero se nos ocurre una buena lista de otros manjares que hay que probar: brochetas de rape, solomillo a tacos, gambas a la plancha, garbanzos con bogavante… En pleno fin de semana se hacen colas ¡para hacer el vermut! ¿por algo será, no?.
Dirección: Calle Antonio Agustín, 19
Los Victorinos
Es el momento de reivindicar Los Victorinos. Es el momento de hablar de bares de verdad. Es el momento de alabar la madera envejecida y los vasos gastados.
Los Victorinos no es un bar cualquiera, es una trinchera, uno de los pocos refugios que resisten en los intestinos del Casco Histórico que mantiene vivo el espíritu cada vez más diluido de la zona.
Esta pequeña tasca aragonesa algo escondida en una estrecha calle peatonal entre la calle de Don Jaime I y la plaza de Santa Marta figura entre los mejores 50 restaurantes de España según el periódico el Mundo.
Dirección: Calle José de la Hera, 6
Bar Entalto
Taberna castiza donde las haya, el Entalto es famoso entre los amantes de su plato estrella: las croquetas.
Desde las clásicas de jamón hasta sabores de lo más variopintos, como roquefort con beicon; ternasco o longaniza, en su carta encontraréis esta tradicional tapa para todos los gustos y apetitos, ya que podéis pedir media ración si no estáis muy hambrientos ese día.
Por su barra y sus mesas pasa una clientela de lo más heterogénea pero todos acuden sabiendo que el lugar, anclado en un tiempo indeterminado, siempre cotiza alto.
Es además uno de los mejores locales para tapear en La Madalena, con una carta de raciones sencilla pero todas gustosas y a buen precio.
Dirección: Calle Mayor, 50
Bar Gallizo
Una taberna con solera (de esas contadas con mostrador de estaño) y buen hacer. El bar Gallizo es un lugar ideal para refrescarse con una copa de vino y una de sus sugerentes tapas. El local es pequeño y dispone de una preciosa y enorme barra de azulejos con motivos geométricos.
En el barrio de la Madalena está este icono de la hostelería castiza que se mantiene totalmente ‘old school’, tanto en la decoración como en su ambiente en general de barrio y en los platos, bocadillos y raciones que sirven.
Esta bodega es innovadora a pesar de que trate de ser fiel a los sabores que imperaban en los locales de comidas de finales del siglo XX. Una nueva mirada que permite hacer un viaje placentero al pasado sin abandonar una mentalidad que trata de adaptarse al siglo de los cibernautas.
Dirección: Calle de San Lorenzo, 44
Casa Paricio
Esta bodega es uno de los grandes clásicos de Zaragoza para hacer un buen vermut: encontraremos unas bombas de primera categoría, mejillones, vermut casero y unas anchoas en salmuera del cantábrico de aquellas que crean afición. Todo de primera.
Un clásico a la hora del aperitivo y cuando cae la tarde.
Las auténticas crónicas del barrio se escuchan en criptas interdimensionales como Casa Paricio: uníos al culto.
Dirección: Calle Coso, 188
El Museo de la Tortilla
El Museo de la Tortilla es un sitio muy recomendable para tomar unos buenos pinchos de tortilla en buena compañía.
Tradición, calidad, humildad. el Museo de la Tortilla es comer en casa. No sólo por el trato, el producto, y sus magníficos menús, sino también por las tortillas que preparan cada mañana.
Entre su amplia variedad destacamos la de morcilla, la de longaniza, la de ajos tiernos, la de trigueros o la de berenjena.
Es un lugar inmejorable para comer unas tortillas superlativas y probar el buen vino y embutido. Así como para apoyarse en la barra y dedicarse a observar la fauna que pasa.
Dirección: Calle de la Cadena, 18
El Trujalico
El Trujalico vive en una dimensión donde las etiquetas se colapsan: es un bar, un café, un restaurante, una vermutería… Bueno, básicamente es una trinchera donde refugiarse a cualquier hora del día.
Un espacio que combina la baldosa blanca de toda la vida con ladrillos a la vista y paredes inacabadas, de aire vintage e industrial.
Su equipo apuestan por la cocina aragonesa tradicional y por los platos más caseros con recetas de la abuela. Todo se hace al momento, y encontramos tanto platillos clásicos como tapas muy bien hechas.
Dirección: Calle Mayor, 14
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