La animada Avenida Cataluña se extiende por casi 3 kilómetros, desde el Paseo de la Ribera hasta la Avenida de Santa Isabel.
A la Avenida Cataluña se acude para resolver cualquier necesidad: comprar en alguna tienda, visitar una librería –de nuevo o de viejo–, tomar un café, recargar el teléfono, sacar dinero o llevar a la mascota a la peluquería.
El azote de la crisis económica hizo que numerosos locales bajaran la persiana en esta vía comercial. La Avenida Cataluña ostenta el desafortunado título de ser una de las avenidas con más establecimientos cerrados, galardón que comparte con Miguel Servet y San José, según el último censo de ECOS. En concreto, más de 50 locales desocupados.

A pesar de todo, sigue siendo una de las zonas más comerciales de Zaragoza y siempre está llena de gente de todas las edades. Siempre concurrida, siempre agitada, con gente que pasa sin detenerse a contemplarla.
Es una vía amplia, bien señalizada, de varias sendas, con separador, luminarias y pocos semáforos, lo que la convierte en un trayecto cómodo y rápido.
Nota el bullicio, el claxon de los autos en estrepitosa sinfonía… Después dedica un momento a contemplar el entorno. No a la gente, no a los autos que pasan constantemente, no a los productos en venta. Mira hacia los costados y hacia arriba. Descubre, en medio del polvo de la vida constante, la diversidad de estilos arquitectónicos y la coexistencia de construcciones erguidas.
Subirla o bajarla, recorrerla en toda su extensión nos hace viajar entre estilos arquitectónicos, escultóricos y ambientales de alto valor cultural y patrimonial.
Esta avenida resulta ser una verdadera galería al aire libre donde se contemplan los estilos más diversos, la mayor parte de ellos concebidos en la primera mitad del siglo XX.
En menor cuantía descubrirás el Art Decó y el Racionalismo, momentos que no alcanzaron su mayor esplendor en Zaragoza, aunque son muy identificables.
Sin lugar a dudas, el Ecléctico es el predominante, un movimiento muy extendido por toda Zaragoza.
Por su amplitud, no es homogénea su urbanización. Se puede decir que hay muchos paisajes en una misma avenida. Y es que, si uno pasea por esta larga avenida, tiene la impresión de recorrer, al menos, tres calles distintas.
En su primer tramo, la ciudad envuelve a la avenida, aunque algún que otro solar lleno de charcos y una gasolinera recuerdan que la Avenida Cataluña no es una avenida cualquiera.
La Estación del Norte, la Casa Solans, la Maquinista y Fundiciones del Ebro, la Fábrica de Galletas Patria, la Casa del Director de la Azucarera (también llamada del ingeniero jefe de la fábrica) o la Azucarera de Aragón, todas en este tramo, así lo atestiguan.
Zaragoza se ha transformado en las últimas décadas a velocidad de vértigo. Si no fuera porque se ha conservado en parte, hoy nadie se acordaría de la antigua Estación del Norte, una infraestructura que durante casi cien años fue clave para la ciudad y que estuvo en uso hasta mediados de los 80. La primera piedra del edificio se puso el 12 de mayo de 1856, por el general Baldomero Espartero, quien fuera duque de la Victoria.

Del mismo modo que con su inauguración en 1861 la estación de la línea de ferrocarriles Lérida-Barcelona, patrocinada por la Compañía de Caminos de Hierro del Norte de España, fue un motor importantísimo para el desarrollo de Zaragoza, la inauguración en 2004 del edificio rehabilitado de la antigua estación ha supuesto la dignificación de una de las zonas más importantes de la Margen Izquierda.
En 1993, cuando se urbanizó el tramo de la Avenida Cataluña frente a la entrada de la antigua Estación del Norte, se habilitó un espacio ajardinado. En dicho jardín se ubicó una fuente decorada con un dragón, obra del escultor Carlos Ochoa, cuya idea original era que, además de la cabeza emergiendo del agua, la cola surgiese a unos 20 metros de ella, en el pavimento de la plaza. Sin embargo, el presupuesto destinado a la obra impidió completar el proyecto. La escultura, realizada en fibra de vidrio policromada, mide unos 3 metros de alto por 4 de largo y 1,5 de ancho.

Al otro lado de la Avenida Cataluña se encuentra la Casa Servera. Este elegante bloque de viviendas fue construido en 1923 por el arquitecto Cornelio Abellanas.
La Casa Servera sobresale en su entorno por su altura y forma triangular, que recuerda al Flatiron de Nueva York. Como un puntero localizador, parece señalar el barrio de Jesús, destacando por la decoración de ladrillo prensado de sus tres fachadas en una zona antaño dominada por almacenes y fábricas.

Pocos metros después, en el número 19, se encuentra el Edificio Tribeca, la única edificación conservada del conjunto fabril de la Maquinista y Fundiciones del Ebro.
Alberto Bressel llegó a Zaragoza a finales del siglo XIX para trabajar como mecánico jefe en la Azucarera de Aragón. Pronto, la necesidad de crear maquinaria más eficaz para la fabricación del azúcar lo llevó a fundar su propio taller junto al industrial zaragozano José Pellegero. De ese pequeño taller surgió, en 1918, la Maquinista y Fundiciones del Ebro, S.A.
Edificio Tribeca (antigua carpintería y almacén de modelos de la Maquinista y Fundiciones del Ebro)En 1975 la fundición se había convertido en un complejo industrial de 22.000 metros cuadrados, heterogéneo y arquitectónicamente diverso, que durante años dominó la fisonomía urbana de la avenida. La función original del edificio Tribeca fue la de carpintería y almacén de modelos. Posteriormente funcionó como oficina administrativa y técnica de la empresa y, finalmente, como sede de Diario 16. En 1998 se rehabilitó para albergar viviendas.
En el número 55 se halla la antigua Fábrica de Galletas Patria, un edificio industrial con empaque monumental situado junto a la concurrida parada de los autobuses 21, 28, 32, 39 y 50.
Esta antigua factoría luce hoy rehabilitada, conservando el ladrillo visto característico de su proyectista: Félix Navarro. Tal y como explicó Martínez Verón en “Arquitectura aragonesa: 1885-1920. Ante el umbral de la modernidad”, el arquitecto turiasionense la diseñó en 1909 para la Sociedad de Antonio Ximénez y Flores.
Vista de la antigua Fábrica de Galletas Patria desde la Avenida CataluñaEn la actualidad, el edificio acoge un gimnasio de la cadena Viva Gym.
En el número 60 se encuentra la Casa Solans, una villa construida por el industrial harinero don Juan Solans junto a su fábrica “La Nueva Harinera”.
Tanto por su diseño como por su decoración, es un buen ejemplo de arquitectura ecléctica privada, con ornamentación modernista e historicista. Destacan los paneles de azulejos polícromos de la fachada occidental, que representan los signos del zodiaco. Esta vistosa decoración le valió el apodo popular de “la casa de los azulejos”.
La Casa Soláns es uno de los escasos vestigios que nos quedan para imaginar lo que fueron las construcciones que la burguesía zaragozana construyó en la periferia de Zaragoza durante el primer tercio del siglo XXA escasos metros está la Casa del Director de la Azucarera (también llamada del ingeniero jefe). Entre sus paredes se esconde mucha historia y, en recientes trabajos, se descubrió un pasadizo que la conectaba con la Azucarera. En 1893 se levantaron los cimientos de lo que sería la Azucarera del Rabal, una fábrica de 4.000 metros cuadrados.
Los trenes llegaban a la Estación del Norte y descargaban la remolacha hasta hace 50 años. En 2010, el edificio se convirtió en la sede principal de Zaragoza Activa, actuando desde entonces como corazón del ecosistema de emprendimiento e innovación de la capital aragonesa.
La Azucarera Aragón se convirtió en 2010 en la sede principal de Zaragoza Activa y desde entonces actúa como corazón del ecosistema de emprendimiento e innovación de la capital aragonesaEntre la plaza Mozart y la intersección con la Ronda Hispanidad, el paisaje cambia. La Avenida Cataluña sigue siendo urbana, aunque depende de la acera: en el lado par predominan viviendas y en el impar, naves de todo tipo (abandonadas, en uso, concesionarios, bazares, un Mercadona gigante…).
Tramo de la Avenida Cataluña entre la plaza Mozart y la intersección con la Ronda Hispanidad Naves de la Avenida Cataluña ocupadas por comercios de origen chinoEn su tercer tramo, el más alejado del centro, algún bloque de pisos aislado acompaña a naves industriales dispersas, pero predominan los descampados.
La Avenida Cataluña es uno de los enclaves de Zaragoza que lleva tiempo reivindicando su remodelación. En 2019, el Ministerio de Transportes (antes Fomento) cedió esta calle al Ayuntamiento de Zaragoza.
La asociación de vecinos que agrupa a los habitantes de la zona reclama la finalización de las obras de reforma, una de las principales luchas históricas de la entidad.
Puente del ferrocarril sobre la Avenida CataluñaAl final de la Avenida Cataluña, el puente sobre el Gállego desvía la atención de quienes lo atraviesan. A ambos lados del río es posible divisar sus riberas, tupidas de vegetación a pesar del avance de la ciudad. El puente cruza el cauce muy cerca del límite con el barrio rural de Santa Isabel, de donde toma su nombre.
El proyecto original se remonta a 1915 y fue obra del ingeniero de caminos Primitivo Mateo-Sagasta. Se construyó pocos metros aguas arriba del antiguo puente, al que vino a sustituir. Tras un largo proceso, el puente de Santa Isabel se abrió al tránsito en 1930.
Con una longitud de algo más de 147 metros, salva el torrente del Gállego gracias a tres vanos sobre los que apoya el tablero y una estructura portante de hierro.
Eso (y muchísimo más) es la Avenida Cataluña: un lugar donde es fácil perderse y sentir, al mismo tiempo, aventura, locura y remanso de paz, todo depende de dónde estés y del momento del día.
La Avenida Cataluña es esa otra parte de Zaragoza que rara vez aparece en las guías turísticas, pero está igual de llena de vida y de gente.